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      Pintorescos rincones bajo el cielito lindo

      En el DF, los barrios Coyoacán, San Angel, Roma y La Condesa son ideales para visitar ferias de artesanos, museos y una colección ecléctica de fachadas. Además, el paso por México de León Trotsky y el legado de Frida Kahlo y Diego Rivera.

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      Redacción Clarín

      Algunos circuitos turísticos urbanos parecen haberse instalado por la gracia de una fuerza externa. Quizás sean los surcos que van trazando los propios viajeros, que cuando se profundizan, se desprenden de las voluntades. Si esta regla se cumple, quienes hayan pisado al menos una hora la Ciudad de México ya habrán conocido de lleno el centro histórico, o sea, todo lo que rodea al Zócalo (la plaza central); además, el Palacio de Bellas Artes, los bosques y el Castillo de Chapultepec, los fascinantes museos Nacional de Antropología y Rufino Tamayo y, gran símbolo local, el Paseo de la Reforma.

      Leído este capítulo, recorrida esta senda, algunos otros rincones se acumulan en la lista de los must del Distrito Federal. Barrios (“colonias” les dicen aquí) con encanto y lógica propios. Con sus hoteles, sus restaurantes, ferias y museos.

      Las zonas recomendadas a continuación no son aptas para reacios a las caminatas. Son, en cambio, rincones para andar sin apuro, con voluntad de absorber aromas, colores, fachadas y algo del carismático aire popular del DF. Así que, como estimularían –cucharón en mano– en estas latitudes, ¡a darle que es mole de olla!

      ROMA Y LA CONDESA

      A pasos de los bosques de Chapultepec, dos barrios concentran una parte relevante de la historia y el cosmopolitismo que, como en toda gran metrópolis, pisa fuerte en Ciudad de México. Los barrios de los que hablamos, Roma y La Condesa –lindan geográficamente–, constituyen, juntos, un excelente circuito para un paseo vespertino. Luego, la noche hará su parte, cuando comience la movida por los barcitos, restaurantes, boutiques, galerías y centros culturales.

      Pero como en México se puede ver de todo, desde lujo máximo hasta lo más simple del color popular, algunas aclaraciones se vuelven necesarias: La Condesa, un barrio situado entre el llamado Circuito Interior y la avenida de los Insurgentes, es claramente una zona residencial. De Roma, a la vez, se suele destacar su cuna en las entrañas del “porfiriato”, es decir, durante el cuestionado gobierno de Porfirio Díaz (en el agotador período que va de 1876 a 1910), mandato de perfil antidemocrático, en pos de los intereses de la oligarquía mexicana, entre más sectores de poder.

      Son estos datos los que importan a la hora de escuchar algunos comentarios peyorativos sobre estos barrios: que son zonas muy caras, que no son seguras o que están maquilladas. Pero vale la pena darse una vuelta y juzgar uno mismo.

      Estilo palermitano
      Si justo se está poniendo el sol, un punto de referencia ideal para arrancar el paseo es la plaza México, con sus árboles altos y frondosos y un extraño perímetro de forma ovalada que recrea una pista hípica, en alusión al nombre completo de La Condesa: “Hipódromo Condesa”.

      Las calles pueden resultar tumultuosas, gracias a una pequeña movida que recuerda el estilo palermitano de sábado a la noche.

      Pero el punto fuerte de La Condesa y Roma es su arquitectura, que no se parece en casi nada al resto del Distrito Federal. Abundan los edificios de los años 20 y 30 de estilo neoclásico y, especialmente, art déco . Mucho, mucho, art déco .

      Claro que las contabilizaron y son consideradas patrimonio cultural mexicano: se trata de 250 fachadas que constituyen uno de los acervos de arte décoratif más importantes después del que se nuclea en Miami, Estados Unidos.

      En México, incluso, había más edificios de este tipo, al menos hasta el terremoto de 1985, que dejó en ruinas a buena parte de la ciudad. El resultado de ese momento de quiebre se aprecia hoy como una red en la que, sin mucha lógica aparente, se intercalan fachadas de estilo moderno con otras en las que domina la típica geometría de líneas rectas, esferas y cubos.

      Para apreciar más contrastes, una parada es el mercado de Medellín (en Medellín y Campeche, del lado de colonia Roma). Frutas tropicales y hierbas aromáticas aportan perfumes intensos en medio de un ambiente ajetreado.

      Los paseantes, de edades y aspectos variopintos, acompañan esta sensación de vitalidad urbana. Igual, todos parecen movidos por un espíritu que, dicen, es el deporte local: ver y ser visto.

      COYOACAN

      Lo primero ahora es lograr detenerse en algún punto del Vivero Coyoacán, un parque increíble, intenso en verdes. Parece que es allí donde nacen los árboles con los que se reforesta la ciudad.

      El predio se ubica de tal modo que es posible plantear un recorrido específico. Literalmente consistirá en ir de la naturaleza al arte .

      Es que una vez que se empieza la caminata por Coyoacán, dos símbolos del barrio saltan a la luz. Por un lado, Frida Kahlo, por si cabe alguna duda, la consagrada artista plástica y poetisa de la cual son archiconocidos varios de sus imponentes autorretratos.

      Kahlo tuvo en Coyoacán una de sus viviendas, la famosa Casa Azul, lugar imperdible si se quiere recorrer su vida. Allí se puede apreciar indumentaria de la artista (esencial, ¡sus vestidos!), pero también, una muestra muy relevante de su obra pictórica.

      Por esas habitaciones pasó también su pareja de años, Diego Rivera, cabeza de la oleada artística que desplegó el muralismo mexicano, un movimiento de incuestionable valor político para toda América Latina. Es cierto que hay otra famosa construcción que evoca a Diego y Frida muy bien, pero no aquí, en Coyoacán, sino muy cerca, en San Angel, adonde iremos en un rato.

      Té para tres
      Otro mojón en Coyoacán, a pocas cuadras de la Casa Azul –tres nada más– es el Museo Casa León Trotsky, el lugar donde puede perseguirse, a través de fotografías, documentos, muebles y un aire de época imperecedero, la vida (y dramática muerte) de este multifacético pensador, teórico del arte, político y líder ruso.

      Todo parece conformar una red: de Trotsky se sabe tanto que fue alojado en la Casa Azul como que tuvo un romance –y se siente intenso, con voluntad de imaginación, caminando por las calles del barrio– con la excéntrica Kahlo.

      Por fuera de estos personajes vanguardistas, otros dos museos para sumar al circuito son el Nacional de la Acuarela, con una llamativa colección que arranca en la época prehispánica, y el Museo Nacional de las Culturas Populares, cuya exposición delinea buenos trazos a lo largo y ancho de la historia del arte centroamericano.

      Sería un error no visitar algunas iglesias de la ciudad. Una que sin dudas merece dedicación queda justamente en Coyoacán y es una de las más antiguas de México: la parroquia de San Juan Bautista, que comenzó a construirse en el siglo XVI.

      La fachada plateresca llama a las fotos tanto como el retablo dorado que la engalana en el interior, de estilo barroco churrigueresco, como es común en el arte colonial mexicano.

      Para el cierre del paseo, la plaza de Santa Catarina propone un ambiente perfecto. Es un punto en el que el sol de Coyoacán ilumina las casas coloniales, revitaliza los árboles y entrecierra, sin pedir permiso, los ojos de los paseantes.

      SAN ANGEL

      Otro puñado de casas coloniales, pintorescas calles empedradas, un ambiente amigable y tranquilo se disfruta en el barrio de San Angel, en la zona sur del DF, bastante cerca de Coyoacán y de la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México.

      Cuando se llega desde la transitada avenida Revolución (subiendo por la calle Madero) cuesta creer cómo cuadra a cuadra, en dirección a la plaza San Jacinto (el eje de San Angel), el ruido se va apagando. Y desaparece. Los colores se tornan brillantes, las caras, más sonrientes. Todos te quieren vender algo al precio que sea.

      Varios artistas –pintores especialmente– distribuyen su producción en el Jardín del Arte, asociación que los nuclea en varias partes de México. Los cuadros se vislumbran desde lejos, apenas después de pasar por la puerta del Centro Cultural San Angel. Ah... supongamos que se haga una parada ahí. Entonces se podrá aprovechar –y vale la pena hacerlo– una nutrida exposición de fotografía, pintura y escultura.

      Sábados en el bazar
      Hay quienes rechazan los sitios autorreconocidos como “turísticos”. Sin embargo, por muy frecuentada que sea la plaza San Jacinto, ninguna razón vale para no darse una vuelta por allí un sábado.

      La feria a cielo abierto que copa el lugar entero es una ramificación del mítico Bazar de los Sábados, puertas adentro, junto a la plaza. Sea adentro o afuera, la feria es increíble. No hay bolsillo que se resista a las artesanías de plata, las textiles (coloridas y ciento por ciento mexicanas, como los encantadores bordados de Tenango), los instrumentos hechos en madera, la cestería de tonos chillones.

      Habrá quienes encuentren más finas las producciones dentro del bazar. Como sea, hay que entrar y dedicarse un rato a respirar el fresco del patio central, donde suele haber músicos en vivo.

      A la salida, el barrio no tiene desperdicio. Ni las varias iglesias, ni las casonas viejas de una aristocracia que ya no se ve, ni mucho menos, la visita al Centro Cultural Isidro Fabela (www.isidrofabela.com), que cuenta con una colección documental de 1.500 fotografías, muchas de ellas, del tiempo de la revolución mexicana.

      Tampoco se puede obviar la visita al conjunto modernista “Casas gemelas”: el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. El plan es óptimo para ahondar en la vida de esta pareja de artistas, pieza clave para la vanguardia artística latina del siglo XX.

      Por fin, es hora de sentarse en algún restaurante –más popular, más turístico, da igual– que tenga mesitas frente a la plaza San Jacinto. Quizás vengan unas enchiladas con cerveza. Y mientras llegan, será posible imaginar, para después, una siesta en un zaguán. Zaguanes bajo el cielito azul.


      MINIGUIA

      Cómo llegar. Copa Airlines vuela desde Buenos Aires hasta Ciudad de México vía Panamá. El pasaje aéreo cuesta desde US$ 1.480. Desde Córdoba, US$ 1.376; desde Asunción (Paraguay), US$ 1.215; desde Santiago (Chile), US$ 1.494; desde Santa Cruz (Bolivia), US$ 1.014 (copa.com).
      Los socios de Clarín 365 Plus que compren el pasaje de Copa a Ciudad de México desde hoy y hasta el 27 de marzo, para volar desde Buenos Aires o Córdoba entre el 23 de marzo y el 30 de noviembre de 2015 (salvo junio y julio), obtendrán un 15 por ciento de descuento (0810-222-2672).

      Dónde alojarse. En el barrio de Coyoacán, el pintoresco hotel La Casita del Patio Verde ofrece habitaciones dobles desde US$ 88 por noche (www.bbmexicocity.com).En La Condesa, el hotel Condesa DF (de estilo “art déco”) cuenta con cuartos para dos personas desde US$ 230 (www.condesadf.com).

      Dónde informarse 
      www.visitmexico.com
      www.mexicocity.gob.mx