El tarot de Salvador Dalí: las cartas que ideó el artista y su reelaboración de los arcanos

Los símbolos del tarot han cautivado a artistas y poetas con su historia milenaria y no han sido pocos los que se interesan en el arte de las barajas. Quizá el principal exponente de este intercambio donde se cruzan las artes y el misticismo es el célebre Salvador Dalí.

El pintor nacido en Figueras, conocido por ser uno de los últimos surrealistas de fama mundial, dibujó entre las décadas de los setenta y ochenta su propia versión del tarot con las representaciones de los 78 arcanos.

Según cuentan algunos, la idea habría surgido inicialmente en 1970 a partir de un proyecto que el productor hollywoodense Albert Broccoli le propuso a Dalí para la película de la saga de James Bond Vive y deja morir (1973). En la trama, el villano al que se enfrenta el famoso agente 007 tiene el apoyo de una lectora de cartas del tarot llamada Solitaire, interpretada por la actriz británica Jane Seymour.

Lo cierto es que las barajas que el surrealista comenzó a crear no fueron utilizadas en el filme y la propuesta no se concretó en esa década. Sería la influencia de su esposa, Gala, la que lo motivaría a continuar con la idea años más tarde hasta completar todos los arcanos. 

El origen de la palabra arcano proviene del latín arcānus, que significaba "misterio, secreto". Así, el sistema del tarot se erige con esos 78 símbolos de las lecciones de vida y los temas arquetípicos. 

La reinterpretación de los arcanos por Dalí

Una de las curiosidades de estas barajas, reimpresas junto con un cuaderno de instrucciones escrito por el reconocido especialista en Tarot Johannes Fiebig, fue la manera en que Salvador Dalí ilustró al arcano de El Mago.

Al ser el número 1 de los 22 arcanos mayores, esta figura representa la sabiduría, la conexión entre los reinos del mundo material y el espiritual, la inventiva y el poder. Generalmente, El Mago se retrata usando una túnica y frente a una mesa donde están los cuatro símbolos de los palos del Tarot: una copa, un pentáculo, una espada y una varita en alusión a los cuatro elementos.

Sin embargo, con este naipe, el pintor español se tomó varias licencias. Optó, por ejemplo, por hacer un autorretrato vestido con una camisa. En la imagen, Dalí se pintó a sí mismo bajo una cúpula abovedada, con la mirada fija al frente en uno de sus gestos característicos y con los brazos entrecruzados. Sobre la mesa añadió el dibujo de un reloj derritiéndose, una clara alusión a una de sus obras más famosas: La persistencia de la memoria (1931).

Otro de los arcanos mayores a los que Dalí les dio su toque personal desafiando las convenciones fue al de La Emperatriz.

La carta que simboliza la feminidad, la belleza, el poder de la naturaleza y la conexión con nuestros sentidos sólo podía ser personificada, a ojos del catalán, por su musa y esposa, Gala Éluard Dalí. Ataviada con una túnica blanca, irradia la energía de la abundancia y alude a la Madre Tierra.

Las resignificaciones del pintor no solo alcanzaron a los arcanos mayores. El figuerense le dio una nueva figuración a otros arcanos menores. Dibujó el Tres de Copas con un motivo revisitado en el arte: Las Tres Gracias (1545), de Giorgio da Gubbio, en su eterna danza.

La carta del trío que señala la creatividad, la amistad y las celebraciones enmarca a las figuras con dos cantos que derraman agua y una fina línea roja que podría interpretarse como el vino.

Otro de los guiños de Dalí quedó plasmado en el Diez de Espadas, que tomó como referencia al cuadro del italiano Vincenzo Camuccini, La muerte de Julio César (1806). El naipe caracteriza las crisis, la traición y los finales aciagos.

El tarot en el arte, una alquimia potente

Otros artistas que cuentan entre sus influencias creativas con el lenguaje de las barajas han sido el escritor Alejandro Jodorowsky y el artista plástico argentino Xul Solar, quien recreó, al igual que Dalí, su propio mazo.

En cuanto al escritor chileno, desde hace más de tres décadas que se ha dedicado al estudio del tarot y se presenta como uno de sus mayores defensores al considerarla una práctica que apunta al autoconocimiento.

En el libro La vía del Tarot (2004), que Jodorowsky publicó en coautoría con la especialista francesa Marianne Costa, se dice que “el tarot es un ser”. En la obra, el autor admite que arribó a la conclusión de que “las cartas no habían sido concebidas una por una, como símbolos separados, sino como partes de una unidad”.

Costa, por su parte, también realizó el Tarot del Tango junto a la historiadora de arte Ana Groch y varios artistas visuales argentinos y uruguayos. En este mazo, el arcano de El Mago está representado, nada más y nada menos, que por Carlos Gardel.