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      Precio real al productor real

      Una modalidad de venta ligada a la equidad, el mejor reparto de las ganancias y el acceso directo de pueblos originarios al mercado.

      Precio real al productor realCLAIMA20130510_0194 El Mercado de la Estepa Quimey Piuké vende artesanías, alimentos y lanas provenientes de lugares de difícil acceso.
      Redacción Clarín

      El 11 de mayo es el Día mundial del Comercio Justo (CJ), una modalidad de producción y venta que promueve el pago de un precio real a cultivadores, artesanos, productores de alimentos y otros productos, monto que les permita vivir con dignidad, acceder a educación, salud y calidad de vida.

      Es una propuesta contra la explotación abrazada por celebridades como Brad Pitt, Angelina Jolie, Stella McCartney, Antonio Banderas, Alanis Morissette, Chris Martin, Gael García Bernal, Jack Johnson y muchos otros personajes de la escena y de la cultura global, e incluso gobiernos como el de Bélgica que compra para el consumo de su personal, café y demás alimentos certificado por organizaciones que avalan el comercio justo y la agricultura orgánica.

      Una de las maneras de impulsar la expansión de este tipo de herramienta de la economía ligada a la equidad, a un mejor reparto de las ganancias, es adquiriendo este tipo de productos porque con la compra de un alimento, una pieza artesanal, se amplía la posibilidad de ampliar la red. En suma se trata de consumo responsable y solidario, para el bien común.
       
      Entre los principales productos que se comercializan en escala en el mundo se destacan café, té, miel, bananas, azúcar, cacao y, en menor proporción artesanías y textiles. Los grupos que defienden el sistema pregonan el interés colaborar en el descenso de la pobreza al mejorar las posibilidades de venta y el acceso a los mercados de quienes no pueden hacerlo, generar mecanismos de participación entre los productores, mermar los intermediarios y establecer canales de venta directa (cooperativas, asociaciones, ferias y grupos diversos) para reducir costos y permitir mejores ganancias a los proveedores.
       
      Una de las entidades nacionales con prestigio es Fundación Silataj, que significa “lo mejor” en wichi. En 1986 abrieron una tienda en Belgrano, ciudad de Buenos Aires, donde hoy venden productos bellísimos de 26 comunidades de las etnias Chorote, Toba, Kolla, Chané, Wichi y Pilagá. Tienen máscaras de animales, pulseras, aros, collares y prendedores de metal con un toque étnico de alta sofisticación, también de hilos y semillas, bandejas de madera rústica, polleras y bolsos multicolores de chaguar, teñidos con tintes naturales, cestería, collares de semillas y mantas de suavidad extrema y diseño que atrapa por la simpleza y las líneas puras.

      Los precios de los productos son variables surgen de acuerdo a lo conversado con los artesanas. Del valor final, entre el 40 y el 50% es para el artesano, el resto se emplea para gastos de transporte y del empleado del negocio. Parte de la ganancia obtenida se usa para reinvertir en materia prima y en proyectos comunitarios (huertas escolares, compra de herramientas para talleres de carpintería, adquisición de una radio para un puesto de salud, construcción del aula de un maestro o para reforestar con palo borracho).

      A pocos kilómetros de Bariloche está el corazón del mercado justo de la Patagonia. En Dina Huapi aparece el Mercado de la Estepa Quimey Piuké (en lengua mapuche, "buen corazón") con artesanías, alimentos y lanas. Rondan los 300 socios, un conjunto de personas de bajos recursos que en muchos casos viven en pueblos sumamente aislados.
       
      Interesante es la tarea que lleva adelante, a partir de 1985, es Arte y Esperanza que aparece en escena cuando padres voluntarios del Colegio Pedro Poveda de la provincia de Buenos Aires, conectados con el Equipo Nacional de Pastoral Aborigen, comienzan a visitar a los pueblos indígenas del Gran Chaco. Integran un equipo de voluntarios que apoya a numerosas comunidades y crean proyectos  logrando generar proyectos para mejorar su calidad de vida.
       
      Una década después, inauguran un local de venta de artesanías en San Telmo (Balcarce 234, CABA), después, con la colaboración  de la cooperativa Chico Mendes un local en San Isidro (Pedro de Mendoza 589), provincia de Buenos Aires y en Retiro (Suipacha 892, CABA).

      Sebastián Homps, un apasionado del comercio justo en la Argentina, y encargado de la comunicación del grupo, comenta que Arte y Esperanza acompaña a 36 comunidades de ocho etnias y a grupos de artesanos criollos con problemas para efectuar las ventas. Apoya a más de 500 familias de las comunidades Kolla, Wichí, Qom-Toba, Mbya-Guaraní, Pilagá, Chané, Diaguita y Mapuche. En la actualidad están efectuando obras de infraestructura en zonas donde vive la gente con quienes trabajan.
       
      Silataj, Surcos Patagónicos y Fundación Niwok, llevan adelante un local conjunto en la calle Libertad 948, frente a la Plaza Libertad, CABA. En este espacio venden artesanías de las comunidades mapuche, toba, wichí, chané, chorote y kolla. 

      En el país hay varias asociaciones y grupos que se están ocupando del tema. Dentro de las ventas de hortalizas y demás productos, es posible visitar el mercado solidario Bonpland (Bonpland 1660, Palermo, CABA), El Galpón de Chacarita (Av. Lacroze 4171, CABA) y Sabe la tierra (estación San Fernando del Tren de la Costa). En todos, varios son los puestos que ofrecen productos que se elaboran o proceden de lugares que aplican los principios del comercio justo, una tendencia en gran crecimiento, también en la Argentina.


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