Se estrena “El hilo rojo”, el film de la polémica del motorhome entre Vicuña, la China Suárez y Pampita

Que la historia del escándalo perpetuo detrás de Benjamín Vicuña y Eugenia Suárez anule en buena parte el impacto cinematográfico que podría haber tenido El hilo rojo dice mucho de lo que vemos en pantalla. La industria del chisme, del morbo en soportes varios, supera al producto de un filme con receta industrial.

Y esto ocurre porque El hilo rojo es un cuento genérico con pretensiones de popular, que nace con un encuentro fugaz entre Abril y Manuel, los protagonistas, unidos desde entonces por un destino que los volverá a cruzar con sus vidas ya armadas, casados con Bruno (Hugo Silva) y Laura (Guillermina Valdes), familias felices con hijos y un buen pasar. Pero no es el tema, sino la levedad de tratamiento lo que le impide superar tremenda antesala, la novela real.

No es un hecho artístico el que propone Daniela Goggi, tampoco podemos reclamarle un cine de autor acá. Pero desde Abzurdah, su película anterior, a El hilo..., hay una manifiesta pérdida de personalidad. Esta historia de amor, o de infidelidad, leyenda si quieren, apuesta por un público global, el hispanoamericano (coproducción estudiada donde las nacionalidades de los actores hablan por sí solas). Y lo hace corriendo demasiados riesgos. La película no tiene trama, bien podría ser atemporal, recurre a una estructura rígida, y exagera su paisajismo escenográfico para poner en escena a sus protagonistas, ajenos a cualquier contexto que no sea el de su vínculo.

Entonces todo gira alrededor de ese vínculo. Pasión, amor, sexo y un culto a la belleza de los cuerpos integran esta fórmula que busca masividad, pero que aún así necesita inocular emociones. Hay referencias explícitas a Los puentes de Madison ya Casablanca, pero no con eso no alcanza. Aunque Suárez y Vicuña están bien, Bogart y Bergman, Eastwood y Streep tenían la profundidad que ellos no logran. Claro, en ambas películas estaba el conflicto entre seguir al corazón o hacer lo correcto. La crisis interior, el choque de pasión y razón.

Las actuaciones mantienen a flote un relato previsible, pese a que esos diálogos cuidados y superficiales se vuelven puro flirteo meloso a veces. No sabemos nada de los protagonistas, más allá de sus oficios, la conformación familiar, y que habitan el hermético mundo de la alta burguesía sin más preocupaciones que el propio conflicto del filme, muy leve en el drama que desata en sus respectivas parejas. Queda sólo la serotonina, y el supuesto hilo rojo que los une. Ellos se preguntan si se puede amar a más de una persona, pero la pregunta del filme, su única posible salvación, es si el hilo rojo se ve o no.