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      Hacen asado para sus compañeros de obra, salieron campeones y los recibieron como héroes

      El festejo siguió en la obra del viaducto San Martín. Los eligieron parrilleros expertos. 

      Hacen asado para sus compañeros de obra, salieron campeones y los recibieron como héroesEn acción. Los campeones del Asado de Obra en la final. Ganaron en la Villa Olímpica de Soldati y se fueron a festejar a la obra en La Paternal. Foto: David Fernández

      Todo es a las corridas: las fotos con los organizadores, las felicitaciones de los finalistas, la nota que les hacen en la radio que transmite en vivo, el subir y bajar a recibir el diploma. Son las dos de la tarde del viernes en la Villa Olímpica (en Villa Soldati), y Luis Paz, Cristian Ayala y Miguel Ángel Díaz Canelo acaban de ganar el primer certamen de “Asado de obra”, organizado por el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte de la Ciudad. Los acompaña uno de sus delegados, que está igual de apurado. Representan a la obra “Viaducto San Martín”, que tiene tres sedes: La Paternal, Warnes y Palermo. “Es que los compañeros nos están esperando en la obra”, es la respuesta a cada pedido en la ceremonia.


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      Cuarenta minutos después, ya en un playón cerrado de la estación La Paternal, los obreros ganadores y sus compañeros festejan por partida doble: el campeonato y el cierre del año. Los recibieron a los abrazos, como héroes. Suena cumbia, petardos y chispazos de un fuego que aun no murió. Habrá más de doscientas personas. Se leen banderas y grafitis de UOCRA. Pero después de invitar con chorizos, morcillas, vacío y gaseosa en una botella de plástico cortada, sí. Llega la hora de escuchar la historia del mejor asado de obra de la Ciudad, elegido por vecinos porteños y representantes de las parrillas más exclusivas de Buenos Aires.

      En acción. Los campeones del Asado de Obra en la final. Ganaron en la Villa Olímpica de Soldati y se fueron a festejar a la obra en La Paternal. 
Foto: David FernándezEn acción. Los campeones del Asado de Obra en la final. Ganaron en la Villa Olímpica de Soldati y se fueron a festejar a la obra en La Paternal. Foto: David Fernández

      “El asado es un premio al esfuerzo de toda la semana; es una caricia. Cada día volvemos a casa paspados, quemados por el sol, cansados; nos duele todo. El asado del viernes es algo que el obrero se merece”, explica y resume Miguel Ángel Díaz Canelo, que asegura haber sido “asador” en las ocho obras de las que formó parte. Es de Claypole y su formación parrillera fue en un restaurante de campo de la zona. Comenzó de asistente, y junto al parrillero jura que le tocó hacer asados para 300 o 400 personas. También fue asistente de cocina de un restaurante de Misiones.


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      Por eso recuerda que en su primera obra (una planta de bloqueo cloacal de Lomas de Zamora) le fue fácil hacer un asado para cien compañeros. “Es como todo, uno se acostumbra. Para mí es algo normal prender el fuego para más de cien personas. Con un ayudante solo me arreglo. Hoy fue difícil: teníamos que estar muy encima. En la obra se te puede quemar un poquito y no pasa nada. Hoy había un jurado y no nos podíamos descuidar”.

      Luis “El Tola” Paz (36) es el capitán del equipo. Vive en Florencio Varela. Llegar a la obra le implica cerca de tres horas de viaje. Le cuenta a Clarín que lleva cuatro o cinco años ininterrumpidos de hacer asado todos los viernes para más de cien compañeros. Su primera obra fue en Puerto Madero, a sus 20. “Fue la constancia; desde que entré empecé a mirar cómo asaban en la obra y todo el folclore que representa para el laburante. Hasta ese momento solo hacía asados para mi familia y mis amigos de cancha, antes de ver a Defensa y Justicia. Pero esto es herencia: mi papá es ‘asador viejo’: siempre me contaba que prendía el fuego para todos sus compañeros”.


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      En la obra del viaducto San Martín, los obreros reciben viandas de lunes a jueves. El viernes, en cambio, las cosas cambian; mucho. El personal del catering descansa, y se limita a entregarles carne cruda, carbón y todo lo que necesitan para hacerse un asadazo. En la mayoría de las obras, el sistema es el mismo: “el asador” designado, con uno, dos o tres asistentes, comienza con el fuego a media mañana, para servir a las 13. Según datos del Gobierno porteño, en la Ciudad trabajan cerca de 7.500 personas obreros.

      Campeonato del asado de obra. El parrillero de La Cabrera, entre otros notables del jurado. 
Foto David FernandezCampeonato del asado de obra. El parrillero de La Cabrera, entre otros notables del jurado. Foto David Fernandez

      La carta no tiene muchas opciones: vacío, tira de asado o falda. De achuras, solo chorizos o morcillas. El asado de obra no es más, ni menos, que un mundo de cinco platos. “Pero hacerlo en la obra es muy distinto”, se mete un veterano, que recuerda las épocas gloriosas de los setenta y ochenta, cuando a cada obrero se le permitía consumir medio litro de vino por jornada laboral. “En tu casa prendés el fuego para tu familia y te tomás el tiempo necesario. Acá hay que sacarlo en dos horas, y para más de cien personas”. Miguel Ángel Díaz Canelo dice que, en esa situación el secreto es tajear la carne, aunque pierda algo de su jugo. Como cada vez que habla, alguien lo interrumpe. O para felicitarlo, o para agradecerle la buena representación de la obra, o para desearle una feliz navidad. Como cada viernes, cuando se manda uno de sus asadazos.


      Sobre la firma

      Nahuel Gallotta

      Especial para Clarín

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