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      El restaurante armenio que alumnos y padres armaron en el patio de un colegio y es un éxito

      Cada viernes, el Shish del San Gregorio se llena con más de cien cubiertos. El objetivo detrás y la unión de una comunidad para mantener viva la memoria.

      El restaurante armenio que alumnos y padres armaron en el patio de un colegio y es un éxitoChefs aficionados. Los papás y mamás del San Gregorio, que cada viernes se ponen el delantal de cocineros. Foto Shish de San Gregorio

      En la vereda impar de la cuadra de Armenia al 1300 conviven un conocido salón de fiestas, una iglesia y un colegio, uno al lado del otro. Un viernes a la noche, por la puerta de rejas que conecta a los tres no para de entrar gente. Pero lo llamativo es al lugar al que van: no a un cumpleaños o un casamiento en alguno de los dos primeros, sino al patio del tercero.

      Son poco más de las 21 y el patio cubierto del Instituto San Gregorio está repleto. La razón: cada viernes a la noche se transforma en un restaurante que sirve en promedio cien cubiertos y otros tantos platos despachados por take away. La historia del éxito de este restaurante semanal y oculto es aun más curiosa: detrás están un grupo de padres y alumnos del colegio, que con este proyecto buscan fondos para solventar el viaje de fin de curso de los chicos.

      El San Gregorio es una institución tradicional en la comunidad armenia de Buenos Aires. Pero también es un colegio de puertas abiertas a alumnos que no son de la colectividad. "Es una escuela muy inclusiva", cuenta a Clarín la mamá de uno de los alumnos, que no es de familia armenia y que ya se está preparando ansiosa para la misión que le toca a partir de julio: durante 40 semanas, todos los viernes a la noche de la familia estarán dedicados al Shish.

      Colmado. Cuando el tiempo lo permite, arman mesas también en el patio descubierto. Foto Shish de San GregorioColmado. Cuando el tiempo lo permite, arman mesas también en el patio descubierto. Foto Shish de San Gregorio

      El shish es el palito de metal sobre el que se arman y cocinan muchos platos típicos de la cocina de Medio Oriente, como el kebab. Pero acá, en esta cuadra de Palermo, es el nombre de un proyecto institucional que el colegio comenzó hace 10 años, se frenó por la pandemia y el año pasado, con la camada de egresados 2023, volvió con todo: un restaurante de cocina armenia tradicional donde quienes cocinan y atienden son los padres y estudiantes.

      El Shish del San Gregorio todavía no puntúa en TripAdvisor, pero probablemente pronto empiece a hacerlo. El boca a boca crece y ya tienen 4,7 estrellitas en los comentarios de Google. Empezó como un espacio de encuentro de los armenios porteños, pero ya el 40% de sus clientes son “de afuera”. Y cumple con tres consignas que demandan hoy, más en este contexto económico, los comensales: rico, abundante y barato.

      El medzé, la entrada armenia que consta de un montón de platitos para compartir y que sirven en el Shish. Foto Shish de San GregorioEl medzé, la entrada armenia que consta de un montón de platitos para compartir y que sirven en el Shish. Foto Shish de San Gregorio

      “Hay otros colegios que tienen este mismo sistema, pero nosotros somos más como un 'bodegón'. Los días lindos ponemos además mesas en el patio descubierto y ahí también se llena”, cuenta Carolina Panossian, mamá de Agostina, una de las 24 alumnas y alumnos de 5° año que el 25 de julio emprenderán su viaje de egresados a Armenia.

      El único objetivo del Shish es recaudar fondos para ese viaje. Pero como si fuera un buffet de un club elevado a un nivel profesional, aquí están todos organizados. Todos es literal: todos los padres y alumnos están comprometidos el segundo semestre de 4° año y el primer semestre de 5° a trabajar en el Shish.

      El hummus, un clásico que no falta. Foto Shish de San GregorioEl hummus, un clásico que no falta. Foto Shish de San Gregorio

      Las funciones están divididas: algunos de los chicos atienden las mesas, otros fajinan la vajilla, hay padres que se ocupan de cocinar, otros de la gestión administrativa, otros de atender la mesa de take away de la entrada y otros de manejar la barra y servir los vinos a las mesas (porque los chicos no tocan el alcohol).

      El menú es fijo y hay que estar muy hambriento para poder terminarse todo (tienen doggy bag para lo que sobra). Por 4.800 pesos por persona (2.400 los menores de 12 años), empieza con el medzé, la entrada armenia que consta de un montón de platitos para compartir: hummus de garbanzo, hummus de zanahoria, tabule, bastermá (el jamón armenio, que se hace con bola de lomo), dolmas (hojas rellenas de arroz y carne) y más.

      Shish de carne picada con pilav, uno de los platos armenios que se pueden probar en el restaurante. Foto Shish de San GregorioShish de carne picada con pilav, uno de los platos armenios que se pueden probar en el restaurante. Foto Shish de San Gregorio

      Sigue con un principal a elección entre dos platos típicos de la cocina armenia: el shish de carne picada con pilav (un arroz con cabellos de ángel crocantes) o el pashá borek (un pastel de masa filo con mix de quesos) y ensalada, más una copa de vino o bebida sin alcohol. Los dulces armenios y el café son adicionales pero con un valor accesible, y también a pedido hay lectura de la borra.

      “Para los armenios la comida es muy importante. Es una tradición que se transmite de generación en generación. A mí me enseñó a cocinar mi mamá y a ella su mamá. Y yo les enseño a mis hijos. Esta es la comida que comemos en mi casa”, cuenta Mónica, una de las mamás del equipo de cocina, que arranca a trabajar bien temprano cada viernes.

      Los dulces y el café armenios. Foto Shish de San GregorioLos dulces y el café armenios. Foto Shish de San Gregorio

      “Nos organizamos con las actividades que cada uno tiene. Es un sacrificio en pos de un objetivo importante y para los padres termina siendo divertido”, dice Carolina. Desde este año, además de las madres y padres que cocinan, para garantizar que con el cambio de cada camada no varíen los sabores, contrataron a una cocinera que oficia como jefa de cocina dirigiendo a todos los demás.

      Un viaje a las raíces

      El cierre de la noche es con los chicos bailando una danza también típica. Y en la charla con ellos mientras atienden las mesas, se entiende, en definitiva, qué es lo que está detrás de este proyecto. Es un viaje de egresados, pero es mucho más que eso.

      “Son nuestras raíces”, dicen a coro Agostina y Máximo, que van juntos al San Gregorio desde el jardín de infantes. “La mayoría de nosotros no pudo conocer Armenia. Es muy fuerte ir al lugar del que nuestros padres siempre nos hablan”, cuenta él, hijo de un armenio.

      Mientras algunos padres están en la cocina, otros se encargan del salón. Foto Shish de San GregorioMientras algunos padres están en la cocina, otros se encargan del salón. Foto Shish de San Gregorio

      Ella, nieta de armenios, suma que “los chicos que fueron el año pasado me contaron que cuando iban al monumento al genocidio, estaban todos en el bus cantando y riéndose. Y que apenas bajaron, cambió todo. Mientras caminaban hacia la llama eterna, ya estaban todos llorando”, suma ella, nieta de armenios, y señala la foto colgada en una pared del Memorial Tsitsernakaber de la ciudad de Ereván, que recuerda al 1,5 millón de armenios asesinados en 1915 durante el Imperio Otomano.

      Al mencionar el genocidio, los dos adolescentes se explayan con vehemencia y anticipan que este lunes, como cada 24 de abril, van a marchar por su reconocimiento y por el reclamo de los crímenes que quedaron impunes. “La gente no sabe lo que pasó porque no se conoce. La Shoá sí se enseña”, puntualiza Agostina. Máximo viene al presente y trae el actual conflicto bélico entre Armenia y Azerbaiyán. “Me da mucha bronca no poder hacer nada”, expresa.

      Por eso, para ellos es tan importante cumplir el sueño de conocer la tierra de sus ancestros, la tierra de la que ellos vienen. Y el que empuja el sentimiento de comunidad que los une y que se plasma, también cada viernes, en el restaurante en el que hacen disfrutar, a propios y ajenos, de los sabores de su cultura.

      AS


      Sobre la firma

      Adriana Santagati
      Adriana Santagati

      Editora de la sección Sociedad. Egresada del Instituto Grafotécnico, trabaja desde hace más de 25 años en el Grupo Clarín. Periodista especializada en temas de salud, gastronomía y tendencias, realizó cursos y seminarios de formación en la Fundación Carolina de España, la Universidad de Georgetown, el Instituto de las Américas y el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. asantagati@clarin.com

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