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      “Me gustaría estar presa para leer todo lo que deseo”: Mariana Bersten, escritura sin cadenas

      La fotógrafa y artista plástica incursiona en la literatura con su libro "Presa puta y puta presa".

      "Me gustaría estar presa para leer todo lo que deseo": Mariana Bersten, escritura sin cadenasMariana Bersten. Captura de video de su IG

      “A veces pienso que me gustaría estar presa para leer todos los libros que deseo y no tengo tiempo”. Así arranca Presa puta y puta presa (Mansalva, 2022), la primera novela de Mariana Bersten, como un adelanto de lo que podrá encontrarse a lo largo de las siguientes páginas: el deseo, el absurdo, la búsqueda incesante, el encuentro con la felicidad aún en circunstancias trágicas, la posibilidad de adaptarse a casi todo aún en la adversidad. O, más sencillo: la vida.

      La narradora cuenta su historia desde un presente porteño plagado de vínculos y anécdotas que vive a partir de distintas apps de citas, la galería de arte y el programa de artistas que dirige y el embarazo de las mellizas Helena y Olimpia, con el que cumplirá su sueño de formar una familia monoparental.

      Emplea un registro distinto para regresar al pasado: en un tiempo más cercano, a algunas de sus vivencias durante los 11 años que pasó en Nueva York –donde la recibió un tío abuelo de intenciones turbias que la llevaron literalmente a la cárcel; se formó en fotografía y arte en prestigiosos centros de estudio; se casó y hasta vivió el ataque a las Torres Gemelas de primera mano– y a sus aventuras en la capital española, donde también vivió durante un tiempo: “Camino por Madrid, esquivando heroinómanos y saludando amigos, tomando cafés y chupitos en cada esquina”.

      "Presa puta y puta presa", de Mariana Bersten (Mansalva, $3.500)."Presa puta y puta presa", de Mariana Bersten (Mansalva, $3.500).

      Reflexiones

      Entre las marcas generacionales de una mujer de cuarenta y tantos nacida en Argentina –una madre vinculada a la militancia durante los 70 que tiene una relación particular con el dinero; un festejo entre amigos y desconocidos cercano al bunker partidario después del triunfo esperado en unas elecciones presidenciales recientes– también abundan las reflexiones acerca de su identidad judía: “Pensaba que no podía disfrutar de nada; era como si sintiera que no lo merecía y, como buena judía, sufría por todo lo que me faltaba y vivía nerviosa”.

      Entre sus recuerdos más lejanos están los de su lugar como integrante de una familia numerosa y, ya adolescente, algunas de sus primeras incursiones en el mundo del arte, así como en el de las experiencias sexuales.

      En ningún momento, ni en los relatos de entonces ni en los de ahora, deja de reflexionar sobre su vida y las circunstancias que la rodean: “La idea de la casa es algo que me persigue. Quizás porque viví en más de treinta casas, soy una experta en armar cajas y me debería dedicar a hacer mudanzas. Las casas son como los novios: te enamorás perdidamente, te proyectás y después te olvidás como si nada hubiera pasado”.

      PC


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      Dalia Ber

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