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      Michel Houellebecq: El incorregible

      Horas antes de su nueva visita a la Argentina, un mano a mano en Porto Alegre con el tan admirado como discutido autor de “Las partículas elementales” y “Sumisión”, el escritor francés que es en la actualidad uno de los más célebres del mundo.

      Michel Houellebecq: El incorregibleMichel Houellebecq recibió a Clarín en Porto Alegre.

      Sus ficciones son próximas a la realidad, con un horizonte casi de crónica que describe las peores pesadillas. No tiene una prosa académica ni quiere pertenecer a las “bellas letras” sino, mejor, a una narrativa que diagnostica el presente. De modo general, su tema suele ser la decadencia, pero sin el punto de vista crítico del autor bienpensante. No cuestiona la realidad, la empuja en su rodada, la amplifica en su escala y velocidad: el turismo sexual, la apatía emocional, el hedonismo, la promiscuidad sin límite y sin consecuencias aparentes.

      Se ha señalado que prefiguró el caso de Dominique Strauss-Kahn –altas finanzas en el FMI y adicción al sexo sórdido–. Por último, Sumisión, una ficción política sobre el ascenso de un islámico al Poder Ejecutivo de Francia, cuya edición coincidió con la matanza en la revista Charlie Hebdo. En este caso puntual, Michel Houellebecq dirá: “Allí no narré la peor pesadilla, esta ocurrió en una redacción de París”. El castigo, sin embargo, no le quitó el gusto por la incorrección política: “Me resulta indiferente la suerte de los refugiados, si debo serle honesto”. Al final de nuestro diálogo, anotará en la primera página de un ejemplar: “Para X, esta novela que me causó unas molestias inauditas”, y junto a la pose indiferente va la declaración de estilo, con la ironía a la vez ácida y casi imperceptible que atraviesa sus libros.

      Solo en Francia se vendieron 700 mil ejemplares; millones, en el mundo entero. Y aquí estamos ante el fenómeno que inspira ternura. Rico y deprimido, sin ánimo para comprarse una nueva campera o enviar la puesta a una lavandería.

      El escritor llega a Buenos Aires para una entrevista pública y a dar una conferenca sobre la tradición intelectual francesa del siglo XX. Queda por decidir si hablará como historiador, como agente de provocación o como un novelista notable, quizá el más grande de Francia, en la mejor tradición de los escritores malditos.

      Además de sus dos paquetes de cigarrillos diarios (más que fumar, es un ritmo respiratorio), cuando Houellebecq prevé una sesión en un restaurant también tiene a mano cuatro cigarrillos electrónicos descartables, con los que juega como si se tratara de lápices. Lo primero que hizo al llegar a Porto Alegre fue averiguar el precio de la multa por fumar en el cuarto y se sintió aliviado. Llegó aquí el sábado para presentarse en el ciclo “Fronteras del pensamiento”, portando una cafetera italiana eléctrica con la que se prepara un litro de café por noche. No se duerme antes de las 3 de la madrugada y logra mantenerse despierto a base de cafeína. Oficialmente, miedo a dormirse y seguir de largo... Uno sospecha que es para seguir fumando.

      Afectado de depresión a lo largo de su vida, hoy luce decididamente crepuscular, con una apatía que quizá tenga un componente químico. El sociólogo Juremir Machado da Silva, el amigo altruista que lo llevó de viaje por Patagonia en 2007 y luego escribió el relato, repertorió sus 65 variaciones de la interjección “Mmmm”, empleadas para expresar duda o una concentración intensa que no siempre son coronadas por una respuesta. Houellebecq quizá odia a la humanidad, empezando por sí mismo. Es tímido y muy gentil; da la impresión de que ya hace años no se propone agradar: “Entiendo perfectamente que a los islámicos yo les resulte desagradable”.

      -Algunos críticos emparentaron “Sumisión”, con la sátira inglesa de Jonathan Swift y George Orwell. La matanza que ocurrió en Charlie Hebdo parece su libro desbordado a la realidad; es casi una progresión de la trama.

      -¿Usted cree? En mi novela lo peor era conjurado al comienzo, mediante la coalición que proyecta al musulmán Ben Abbes al poder. Yo creo que lo peor en verdad es la guerra civil religiosa. Y la creo posible, creo que Europa va hacia eso,

      -¿Un auténtico regreso de la guerra religiosa?

      -La religión regresó hace rato con el islamismo y ahora se levanta contra el resto del mundo; ya ocurrió antes en la historia. Es difícil imaginar un escenario peor que el que tenemos pero se prepara, yo lo veo... La cuestión es que hoy el islamismo es la única potencia real en términos de poblaciones. Y los católicos no están preparados para combatir en esa guerra, no hay quién los lidere.

      -La verdad es que en Francia lo que se ve no es una respuesta religiosa sino un laicismo que los islámicos creen opresivo.

      -Es cierto que en los discursos oficiales y los medios Francia adhiere al estado laico, pero esa no es la verdad íntima de las bases populares, cuyo laicismo es tenue. La población sigue siendo católica. Pero eso no quiere decir que estén atentos a las directivas del Papa ni que lo consideren un guía espiritual. Supongo que eso depende de cada país.

      -¿Pero no cree que en verdad la religión es solo el discurso de la guerra? ¿No habría que considerar razones sociales, de dominación y soberanía, por ejemplo? Usted ya tuvo una querella por apología racista en 2002; finalmente fue absuelto.

      -No hay islamofobia en lo que digo; es objetivo, pura descripción. Además, puede que venga una guerra civil en algunas naciones islámicas también, en las norafricanas, como Marruecos y Túnez. Finalmente, la representación parlamentaria que imaginé en Sumisión era de lo más optimista; ese Islam estaba perfectamente integrado e imponía su conquista por medios civilizados.

      -¿Piensa que la metrópolis multicultural, esa bella utopía de convivencia, era un cuento para niños?

      -Sí, fracasó absolutamente. Nadie quería en verdad la ciudad multicultural. Quienes la deseaban tenían el poder en un momento dado pero nunca fue un deseo popular. Hay otro acontecimiento del que nadie habla pero que es una tendencia sostenida: los franceses se están yendo del país. Se van por miedo, emigran a Asia.

      -¿Le da la razón a Samuel Huntington, entonces, sobre “El choque de las civilizaciones”?

      -Sí, claro, él lo vio muy temprano. En quien yo nunca creí fue Francis Fukuyama y el fin de la historia. Eso era una tontería total. Nunca creí que se había extinguido la religión, por ejemplo. Pero debo confesar que tampoco imaginé que la guerra volvería para asaltarnos.

      -El ataque a Charlie Hebdo supuso el fin de la inocencia para Francia, ¿no? Y de modo personal para usted, fue percibido como un irresponsable que desata las peores fuerzas. La fatua contra Salman Rushdie no fue más que una condena de palabras. ¿Usted lloró?

      -Sí, claro que lloré, como todo el mundo. Y no solo por mi amigo Bernard Maris, muerto en el ataque.

      -Recordemos que el día de Charlie Hebdo, usted llevaba más de una semana subido a la creciente presión, con el trasfondo de nuevas amenazas. Su novela resultó ser la partera del ataque.

      -No, la fecha del ataque fue largamente planeada. Finalmente coincidió por azar con la edición.

      -¿Tiene algún amigo islámico?

      -Mmm… ¿Por qué habría de tenerlo? Sospecho que ni se me acercan. El islam es la religión más política y es muy estructurante de la vida de sus fieles. Puedo comprender perfectamente que yo les resulte desagradable.

      -¿Cuál es su posición sobre la tragedia de los desplazados de Oriente Medio? Hace apenas dos semanas se desalojó el campamento de refugiados de Calais.

      -No me conmueve de manera particular el tema pero admito que cambio de opinión pues me lo preguntan tres veces por día. Me resulta indiferente la suerte de los refugiados, si debo ser honesto. Le confieso que casi nunca pienso en el mundo islámico.

      -Si hubiera que generalizar, el tema de todos sus libros es la falta de amor, con personajes discapacitados emocionales.

      -No es del todo cierto. Mis primeros poemas y novelas no hablan de amor, fue un tema al que me fui acercando en la madurez y que hoy me interesa. Fíjese que es muy difícil hablar, reflexionar sobre el amor. Dentro de la homosexualidad es mucho más sencillo. Me gustó mucho un libro de Aude Lancelin, Los filósofos y el amor, donde demuestra claramente lo poco que se ha dedicado la filosofía a un tema tan central. De Sócrates a Simone de Beauvoir es poco lo que uno encuentra sobre el estudio del amor. La filosofía ha sido seca en ese tema. No logramos articular un pensamiento inteligible; solo tenemos personajes de ficción que lo despliegan. El amor sigue siendo un discurso inaccesible.

      -En Argentina dará una conferencia sobre los intelectuales del siglo XX. Parece paradójico: usted es un novelista y suele reivindicar su derecho de no ser responsable ni coherente.

      -Pero creo que esa tradición está viva, y es cierto que en toda mi obra habré destinado a lo sumo 20 páginas a los intelectuales. Pero no creo que hayan desaparecido, al contrario. Los filósofos venden más libros que nunca. Tampoco coincido en la historia oficial de que la palabra misma, intelectual, fue acuñada por Zola a propósito del caso Dreyfus. Voltaire ya se comportaba como un intelectual y habría tenido éxito en la TV. Piense en figuras como Bernard-Henri Lévy. Hoy se les exigen más requisitos: tener grado de doctor, ser catedrático en una universidad, dirigir una colección de ensayo en una editorial.

      -¿El auge de los medios no neutralizó ese modelo? ¿Ve el mismo mérito en Jean-Paul Sartre que en los pensadores hoy habituales de los programas de opinión?

      -No coincido en absoluto. Usted está pensando solo en los pensadores de izquierda. Antes de la Segunda Guerra había gran cantidad de intelectuales, todos ellos de muy diverso signo. De hecho, fue con Sartre y Camus, en la década siguiente, que se convirtieron en el modelo único, lo cual fue realmente negativo porque marcó límites y determinó el encierro de la filosofía. Para mí, la televisión le suma al perfil de un intelectual, al menos en Francia, a diferencia de lo que nos sucede con los escritores, que solo somos convocados en calidad de celebrities.

      -Su fragilidad y el impulso suicida son rasgos de su persona pública, un perfil romántico en una mundo que ha hecho un culto de la salud. En la película “Near Death Experience” se interpreta a sí mismo como deportista fallido. Vestido de ciclista, hace pruebas dignas del teatro del absurdo. En la reciente Bienal Manifesta, se hizo un chequeo en una acreditada clínica y exhibió los resultados: ¡perfecto estado de salud! ¿Alguna ironía encriptada? Siempre hay comentarios sobre su salud. Se dijo abiertamente, sobre su libro de poesía que acaba de salir en castellano, que refleja la depresión “ante el cáncer que demora”.

      - Me interesan las imágenes médicas porque son sorprendentes, exóticas. Son un objeto cotidiano pero no las comprendemos. Necesitamos de los médicos para interpretarlas. No se parecen a ninguna otra imagen. Son lo más íntimo pero podrían ser de cualquiera.

      -Uno podría ubicarlo a usted en la tradición de los malditos. El rechazo al sistema no siempre habla por las bocas que nos gustan.

      -Mmmm… No crea que esa es una categoría más cómoda de sobrellevar. Sé que logro transmitir mi profundo malestar vital. Para empezar, soy una persona que se contradice todo el tiempo. Hago descripciones del mundo que no son agradables. Tengo antipatía por casi todo, no solo por el sistema. Recuerde que mi primera publicación fue un ensayo sobre H.P. Lovecraft, “Contra el mundo, contra la vida”. 



      Michel HouellebecqMichel Houellebecq

      Houellebeq básico: siempre al filo

      La última novela de Michel Houellebecq, “Sumisión”, publicada el día de los ataques a Charlie Hebdo en París, ficcionaliza la islamización de la sociedad europea, lo cual le ganó diversas antipatías y amenazas. Nacido en 1956 en la isla de Reunión -territorio francés de ultramar-, a este narrador, poeta y ensayista Le Nouvel Observateur lo definió como “la primera estrella literaria desde Sartre”. Su primera novela, “Ampliación del campo de batalla”, de 1994, obtuvo el Premio Flore. “Las partículas elementales” ganó el Premio Novembre y fue mejor libro del año según la revista Lire. Autor de la igualmente polémica “Plataforma”, recibió el Premio Goncourt con “El mapa y el territorio”, que se tradujo en 36 países. Publicó, asimismo, “La posibilidad de una isla”, “Lanzarote”, “El mundo como supermercado” y un encendido ensayo sobre H.P. Lovecraft.


      Michel Houellebecq en su exibición,Manifesta/ AFPMichel Houellebecq en su exibición,Manifesta/ AFP

      Su agenda en la Argentina

      Jueves 10. A las 20 hs, en la sala AB del Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Michel Houellebecq conversará con el escritor Gonzalo Garcés acerca de su obra literaria. Para 600 personas, con traducción simultánea. Las entradas se retiran en el lugar desde dos horas antes del evento.

      Sábado 12. A las 19 hs, en el Polo Científico Tecnológico (Godoy Cruz 2320). Para 500 personas, con traducción simultánea. Conferencia de MH sobre “Los intelectuales abandonan a la izquierda”. Con entrada libre y gratuita.

      Domingo 13. A las 15:30 hs Houellebecq firmará ejemplares en la librería BORGES (Borges 1975), Palermo. A las 17 hs. Conversación con MH sobre sus películas en el microcine del Centro Cultural Recoleta (Junín 1930). Se proyectarán fragmentos de los filmes “Near Death Experience” y “El secuestro de Michel Houellebecq”.


      Sobre la firma

      Matilde Sánchez
      Matilde Sánchez

      msanchez@clarin.com