Más allá de la grieta: Pepe Mujica y Julio Sanguinetti y un libro para pensar la adversidad política

¿Alguien puede imaginar que Cristina Fernández y Mauricio Macri se junten seis martes seguidos a conversar sobre democracia y otras yerbas durante dos horas? Ni las ensoñaciones más distópicas de Ray Bradbury o Margaret Atwood podrían fantasearlo, si se tiene en cuenta como antecedente no sólo las chicanas políticas diarias (que, hay que admitir, algo de ciencia ficción tienen) sino que el 10 de diciembre de 2015 no hubo ni siquiera traspaso de mando, todo un desdichado hito en la historia de esta democracia argentina que está celebrando sus 40 años.

Por fortuna, eso en Uruguay no pasa y los expresidentes José "Pepe" Mujica y Julio María Sanguinetti, adversarios políticos pero no por eso enemigos, se juntaron, ellos sí, sin problema alguno y sanguchitos y facturas mediante en las oficinas de Penguin Random House en Montevideo, durante dos horas (de 16 a 18 específicamente) a lo largo de seis martes entre junio y agosto del año pasado a conversar e intercambiar posturas sobre todos los temas que dos viejos zorros de la política pueden querer dialogar ya pasados sus 80 años estén o no de acuerdo: democracia, religión, política, amor, economía, narcotráfico, Estado, consumo, fútbol y, a grandes rasgos, sobre la vida y la muerte.

Quienes tuvieron la iniciativa de juntarlos fueron los periodistas uruguayos Alejandro Ferreiro y Gabriel Pereyra, que oficiaron de ideólogos de estos encuentros y de guías en las charlas entre ambos mandatarios. La condición, señalaron, “fue no sumergirse en el pasado, terreno ya visitado, sino hablar del país, que atraviesa un momento de peligrosa crispación; y hacerlo mirando hacia el futuro”.

El resultado es el libro El horizonte. Conversaciones sin ruido entre Sanguinetti y Mujica, de reciente aparición en el país por el sello Debate, presentado el martes por la noche en el auditorio del Malba, con la participación de los periodistas promotores y de los dos exmandatarios uruguayos.

Sanguinetti y Mujica tienen una historia común: ambos son políticos, tienen 87 años, ambos fueron presidentes de la República Oriental del Uruguay (entre 1985 y 1990 y luego entre 1995 y 2000 Sanguinetti; y entre 2010 y 2015 Mujica) y ocuparon también otros cargos en sucesivos gobiernos, ambos lideran sus respectivos partidos políticos, ambos dejaron sus cargos como senadores en 2020.

Parecen tener más similitudes que diferencias, pero mientras Sanguinetti es líder del Partido Colorado, de corte liberal, Mujica lo es del Movimiento de Participación Popular, de corte socialista (más cercano al Frente Amplio). Uno es abogado, periodista y escritor; el otro ha integrado el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.

Un llamado de atención

“El libro es un llamado de atención a tiempo, es la voluntad de sentarse en una mesa a hablar de ciertos asuntos. En Argentina no se puede por la grieta. Los hombres públicos tienen que dar el ejemplo. Solamente hay un Sanguinetti y un Mujica en Uruguay”, dice el periodista Gabriel Pereyra a modo de introducción y en la línea de lo que un instante antes planteó su colega Alejandro Ferreiro: “Estar atentos hacia donde no queremos ir”, en referencia a ciertas situaciones que se observan de Argentina desde Uruguay.

“Queremos mostrar la convivencia republicana –arranca Sanguinetti, traje gris, cejas tupidas, por algo lo apodan El Cejas– y dar un mensaje a los jóvenes. La democracia es la administración del disenso, el sentido de la República es la convivencia. Sobre todo en momentos con democracias tan complicadas, ya vimos lo que pasó en Brasil, en Estados Unidos durante los cambios de gobierno, incluso en Argentina. Son procesos riesgosos, vemos lo que se vive en Chile, Perú, Colombia. Hay que fortalecer la democracia. Esto es lo hacemos y lo que nos motiva”.

De saco azul, Pepe Mujica, que viene de la Quinta de Olivos donde se juntó con el presidente Alberto Fernández, enumera tres cuestiones fundamentales. Uno: “No me considero hermano de los argentinos, porque directamente venimos de la misma placenta, es mucho más complejo nuestro vínculo en la historia de ambos países. La vida me enseñó que cuando a Argentina le va bien a Uruguay también; y que cuando a Argentina le va mal, se resiente Uruguay”. Dos: “Sanguinetti es un periodista de estirpe de los que ya no quedan, siempre se torea con el poder y nos recuerda las deudas que tenemos”.

Tres: “La democracia no es perfecta, porque a los seres humanos nos está vedada la perfección. Pero por ahora es lo mejor que pudimos hacer. Tiene fallas por todas partes, son fallas humanas no de la institución”. Sigue: “La democracia está en riesgo en todas partes. Se plantea que triunfar es ser rico y que todo es poco. Hay una tendencia a votar en contra de lo que hay sin saber a favor de qué o de quién. Eso es la cultura de la ansiedad”.

Y reconoce que es un problema de nuestros tiempos, algo que también ocurre en la Francia sembradora de ideas o en Italia. “Aparece la fantasía del salvador milagroso y estropeamos la convivencia. No es utopismo es ucronismo pensar que las sociedades del futuro van a ser uniformes y a tener un solo discurso. Al contrario, van a tener múltiples discursos y más complejos”.

Afirma que la política es el arte de transformar al enemigo en adversario y al adversario en convivible, porque lo importante es la estabilidad: “Pero hay que cultivarlo, porque diferencias siempre va a haber”.

“Por eso estamos estos dos viejos acá, que pensamos distinto, pero nos podemos sentar a hablar, somos responsables. No vamos a cambiar el mundo, pero lo intentamos. Ponemos un alerta al mundo del futuro, el mundo en el que uno no va a vivir”, reflexiona Mujica.

Así es, coincide Sanguinetti luego de los aplausos a Mujica y cita a Paul Valéry, quien decía que “el futuro ya no es lo que era”: “Las utopías del siglo XX se cayeron y hay un estado de desasosiego, es no entender que la democracia es una regla de juego, que asegura ciertas necesidades y condiciones, pero no significa que el gobierno sea bueno. Hoy estamos en un cambio de civilización: de la sociedad industrial a la sociedad digital, que genera oportunidades, pero también desasosiego, ya no hay trabajo para toda la vida”.

¿Lo que no satisface la democracia lo satisface el mercado? Es la pregunta de Pereyra. Para Sanguinetti, “la democracia nunca va a satisfacer todas las necesidades. Siempre va a aparecer una nueva. Lo que importa es la lucha para superarlo. Venimos de una pandemia, hay una guerra en curso, parecen cosas de otro siglo, algo anacrónico. En Alemania se habla de 'seguridad nacional' como si fueran militares; se habla de geopolítica, ¿no era que estábamos globalizados? Son todos factores de desasosiego y la política tiene que canalizarlos”.

“Ya decía Heráclito que la guerra es la madre de todo”, continúa Mujica, “es belicoso el bicho humano, puede hacer cualquier barbaridad. Pero no es fatal, también se puede frenar al bicho humano a favor del bicho humano. Si nos dejamos vencer por el pesimismo, tenemos que renunciar a todo. Todo avance en la historia fue porque se organizó y se luchó. Es parte de la condición humana, tener una actitud comprometida”.

Los hombres, considera el ex tupamaro, se dividen en dos grandes grupos, “los que no se hacen preguntas sobre el sentido de la existencia y los pasionales que creen que pueden arreglar el mundo, tienen una causa para vivir y le dan contenido al milagro de haber nacido. En esta vida, vale la pena vivir al mango. Triunfar es levantarse después de caer, es el llamado de la vida. Somos los únicos que en parte podemos orientar nuestra existencia, eso es la libertad”.

Ambos coinciden en que los sapiens “somos animales sociales y gregarios”. “El problema es organizar la vida colectiva, ahí está el desafío”, señala Sanguinetti y también se pregunta cómo educamos hoy para el próximo mundo. “En la escuela me hacían dividir por cuatro cifras ahora no puedo ni por dos” por las facilidades de tener una calculadora en el celular. De todos modos, no le teme a la Inteligencia Artificial: “Imita pero no va a crear versos como los de Homero Manzi. El algoritmo trabaja sobre lo ocurrido, por eso triunfará el que innove”.

En defensa del libro publicado, Mujica asegura, como decía Borges, que el libro es el mayor invento del hombre: “¿A quién se le ocurre publicar un libro en Uruguay, un país con tres millones de habitantes y 12 millones de vacas? Mejor sembrar pasto. Pero acá estamos”, bromea. Y recuerda que “me hicieron pinta de presidente pobre, pobres ellos que tienen que acumular, cuando más liviano de equipaje, más libre soy. La cultura no es solo conocimiento sino también valores y en este punto estamos estancados. Tenemos una tecnología brutal, pero no estamos a la altura en valores”.

En esa dirección y como cierre de esta charla, Sanguinetti plantea que la variable política es sustancial, que no nos dejemos deslumbrar por los encantadores de serpientes (y cita como ejemplo a Fujimori en Perú), pero recuerda que “la votación es un acto de gobierno, el ciudadano es responsable”.

Entre otros invitados a la presentación, estuvieron Carlos Enciso Christiansen (Embajador de Uruguay); el ejecutivo del Grupo Clarín Jorge Rendo; Teresa Bulgheroni (presidenta del Malba); la exsenadora María Eugenia Estenssoro y la periodista del diario Clarín Silvia Naishtat (quienes les acercaron a los expresidentes su reciente libro Laboratorio Uruguay); Lucía Topolansky (esposa de Mujica, política y exvicepresidenta de Uruguay); Marta Canessa (esposa de Sanguinetti) y los editores de Penguin Random House Javier López Llovet, Juan Boido y Julián Ubiría.

PC