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      El año que tuvo 445 días y el febrero que llegó a 30: conocé las curiosidades del calendario

      No siempre los años tuvieron 365 jornadas. Hubo veces en que no se contaron meses bisiestos y a un año le robaron 10 días. De dónde vienen los nombres "julio" y "agosto", y por qué ambos tienen 31 días.

      El año que tuvo 445 días y el febrero que llegó a 30: conocé las curiosidades del calendarioCalendario. Foto/Pixbay

      Si se toma un grupo de personas al azar y se les pregunta qué es lo más importante que tienen, probablemente mencionen a su familia, la salud, el amor; quizás alguien nombre su casa o sus libros, sus conocimientos, pero… ¿cuántos elegirían el tiempo, ese tictac constante del universo? Hoy en día, podemos medirlo en segundos, minutos, horas y días, semanas y meses, pero hubo varios intentos fallidos de calendarios hasta alcanzar al correcto.

      El primer calendario romano, aparentemente, fue creado por Rómulo, el legendario fundador de Roma. Este primer intento comprendía 304 días con diez meses de 31 y 30 días. Era similar a otros existentes, todos basados en los ciclos lunares.

      Los nombres de los meses se inspiraron en los dioses. Por ejemplo, marzo o Martius, en honor al dios de la guerra (Marte), porque en esta época comenzaban los enfrentamientos bélicos y el mes estaba cargado de ceremonias religiosas para que los ejércitos recibieran ayuda divina.

      El primera calendario romano tuvo 304 días.El primera calendario romano tuvo 304 días.

      Aprilis tiene dos significados: uno de ellos hace referencia a Venus, la diosa del amor, que en etrusco es Apru; el otro viene de aprire ("abrir" en italiano), por ser el mes en que abren las flores.

      Maia (Maius) es una de las diosas de la montaña y Iunius hace honor a Juno, diosa del matrimonio y reina de los dioses. Aquí la inspiración parece que llegó a su fin, porque los meses siguientes fueron bautizados en orden: Quintilis, Sextilis, September, October, November y December.

      Un tiempo que "no existía"

      Este calendario tenía un único pero fundamental problema: su inexactitud. El tiempo que existía entre December y Martius no se contaba. Era invierno, no había guerra, no había fiestas: era un tiempo que no existía.

      Este inconveniente de la incertidumbre respecto de cuándo arrancar el año nuevo se mantuvo hasta el siglo VII antes de nuestra era. Cuando asumió el segundo rey de Roma, Numa Pompilio, se estableció que el año tuviera una duración de 355 días y, para resolver el asunto del tiempo muerto que quedaba entre un año y otro, se anexaron dos meses: Ianuarius (enero) y Februarius (febrero), en honor a Jano y Februus, respectivamente. Los meses se intercalaban: algunos tenían 29 días y otros, 31.

      Una curiosidad: no existían meses pares por una creencia de la época. Según los romanos, este tipo de números era de mala suerte.

      Calendario 2020. Los feriados y días no laborables de octubre.Calendario 2020. Los feriados y días no laborables de octubre.

      El problema apareció en la organización del año por cuestiones de pura matemática: tenía 355 días y no existía ninguna posibilidad de llegar a esa cantidad, por cómo estaban armados los meses, evitando los números pares.

      Para solucionar este asunto, el calendario quedó con siete meses de 29 días, 5 meses de 31 y uno de 28 (febrero).

      En teoría, esta propuesta era mejor, pero aún no coincidían el calendario lunar y el estacional. En consecuencia, se diseñó una nueva estrategia y se resolvió agregar un mes de 27 días cada cuatro años.

      Esta forma de contar los días se mantuvo casi durante 600 años, hasta el 46 a. C., cuando asumió Julio César. Este consultó al astrónomo Sosígenes de Alejandría, quien le sugirió usar el calendario egipcio.

      Otoño, cambio de estación. Foto APOtoño, cambio de estación. Foto AP

      Un año de 445 días

      Los antiguos egipcios se guiaban, desde hacía 3000 años, por el calendario sótico, en el que un año duraba un poco más de 365 días. Sosígenes volvió a hacer cálculos sobre cuánto duraba un año y obtuvo un resultado casi perfecto de 365 días y seis horas.

      Para solucionar el problema de desfasaje de días que se arrastraban desde años anteriores, se dispuso que el año 46 a. C. tuviera 445 días, y Julio César llamó a este período "el último año de la confusión".

      Los meses empezaron a estructurarse en períodos de 30 y 31 días (obviando la creencia de la mala suerte), y a Februarius se le agregaron los días que faltaban, por lo que quedó con 29.

      En el decreto de este calendario, también se estableció que cada cuatro años existiera un año bisiesto, en el cual se debía agregar un día al último mes. Para sorpresa de muchos, este día no se agregaba al final del año, sino que se repetía el 24 de febrero.

      Relojes de arena. Foto Andrés D'ElíaRelojes de arena. Foto Andrés D'Elía

      El término "bisiesto" deriva de bis sextus dies ante calendas martii (sexto día antes del mes de marzo). Poco pudo disfrutar su calendario Julio César, ya que al año siguiente fue asesinado.

      Al asumir en su reemplazo, Marcos Antonio decidió cambiar el nombre del mes Quintilis a Iulius, en honor al exemperador.

      Veintiún años después, en el 23 a. C., Octavio Augusto quiso tener un mes con su nombre para perpetuarse en la historia.

      Es así como Sextilis pasó a llamarse Augustus, por ser el mes en el que había derrotado a Julio César y Cleopatra. Su ego no permitió que el mes Iulius tuviera 31 días y el propio, menos. Entonces, ordenó quitar días a otro mes para que él pudiera tener la misma cantidad que Julio.

      En esta reorganización, se le sacó un día a Februs, el cual quedó con 28. Asimismo, para evitar que Iulius, Augustus y Septembrer tuvieran todos 31 días, se intercambió la duración a partir de septiembre, por lo que este pasó a tener 30 días; octubre, 31; noviembre, 30; y diciembre, 31.

      Un febrero de 30 días

      El calendario juliano era casi perfecto. Contaba con 365 días y seis horas, pero el cálculo estaba errado por 11 minutos. Si bien en términos de un año no sería demasiado problema, la Iglesia Católica expresó su preocupación para la fijación de las fiestas móviles, como la Pascua, que se irían moviendo de estación con el correr de los siglos.

      Por eso, el Papa Gregorio XIII, basándose en estudios de científicos de la Universidad de Salamanca, sugirió implementar el calendario que actualmente conocemos como "gregoriano". Lo curioso es que, durante el traspaso del calendario juliano al gregoriano, se borraron diez días: al 4 de octubre de 1582 le sucedió el 14 de octubre de 1582.

      El calendario actual se llama gregoriano porque nació en 1582 por obra del papa Gregorio XIII.El calendario actual se llama gregoriano porque nació en 1582 por obra del papa Gregorio XIII.

      Esta decisión no fue adoptada por todos los países al mismo tiempo. Al ser una teoría propuesta por la Iglesia Católica, algunos países, como Portugal, Italia y España, adaptaron el calendario ese mismo 14 de octubre de 1582, pero el Reino Unido se sumó recién en 1752, y Grecia, en 1923.

      Suecia adecuó en 1699 su calendario, pero, a medida que el tiempo fue avanzando, no tuvieron en cuenta que los años 1704 y 1708 eran bisiestos. Lejos de ser un mito, en 1710 el emperador Carlos XII se dio cuenta de que no se regían ni por el calendario juliano ni por el gregoriano. Tenían el propio. Por lo tanto, decidió que el año 1712 fuera doble bisiesto y le dio a febrero 30 días.

      Primavera. Foto Shutterstock.Primavera. Foto Shutterstock.

      No fue la única vez en la historia que febrero tuvo un día de más. Entre 1930 y 1931, la Unión Soviética introdujo una organización del año en 12 meses de 30 días, dejando cinco días festivos sin pertenecer a ningún mes.

      El plan original era una semana laboral de cuatro días y uno de descanso, lo que reemplazaría la rutina de ese momento, que tenía seis días de trabajo.

      Con el fin de eliminar el domingo, que era un día ocioso para todos, se buscaba alternar los días de descanso para que siempre el país estuviera produciendo. Este plan no prosperó y, en el año 1932, volvieron al calendario gregoriano. A pesar de eso, durante 1930 y 1931, febrero tuvo 30 días.

      ¿Hay desfasaje?

      De momento, no hay necesidad de cambiar el calendario vigente. Si bien el gregoriano no es exacto, tiene un margen de error muy pequeño. Según cálculos matemáticos, el resultado es que se desfasa un día cada 3323 años; pero si se tienen en cuenta los movimientos de la Tierra, que no son constantes, el desfasaje es de un día cada 7700 años.

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      Juan Pedro Tamburelli

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