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      Bienal de Venecia: Eduardo Costantini compró las obras del argentino Gabriel Chaile

      Son cinco piezas de un conjunto escultórico. El coleccionista habló con Clarín desde Italia.

      Bienal de Venecia: Eduardo Costantini compró las obras del argentino Gabriel ChaileEn la Biennale. Gabriel Chaile y Teresa Bulgheroni (izq.) y Eduardo Costantini y Elina Fernández. Gentileza

      No hay mejor momento que éste, para el joven artista tucumano Gabriel Chaile (1985): no sólo sus cinco esculturas monumentales –hechas a puro barro, mano y fuerza, siguiendo las líneas estéticas de la cultura La Candelaria de Tucumán– se exponen en uno de los espacios más privilegiados de la muestra general en la Bienal de Arte de Venecia (prácticamente a la entrada), sino que el coleccionista argentino Eduardo Costantini acaba de comprarle las cinco piezas, el conjunto entero que actualmente se encuentra en exhibición en esa ciudad italiana.

      El mismo Costantini declaró desde Italia, en exclusiva para Clarín: “Estamos muy emocionados con esta compra, que pronto va a ser exhibida en el Malba. Aunque todavía tenemos que estudiar cómo van a ser expuestas las piezas, ya que algunas de las obras del conjunto son muy altas”, declaró el coleccionista.

      Las esculturas –que miden entre tres y seis metros de altura y pesa cada una más de trescientos kilos–, no pasaron ni pasan desapercibidas para los curadores e instituciones internacionales, así como tampoco se les escaparon a Costantini: si bien había otros posibles compradores para las piezas, sin embargo, Chaile y sus galeristas vendieron el conjunto al coleccionista argentino.

      El artista tucumano Gabriel Chaile, su obra y el coleccionista Eduardo Costantini. GentilezaEl artista tucumano Gabriel Chaile, su obra y el coleccionista Eduardo Costantini. Gentileza

      “De esta maneras las piezas serán expuestas en Argentina, y estamos muy felices con esto”, detalla Costantini. ¿Cuánto pago por las obras? “No lo queremos decir, pero es un número de seis cifras y en dólares”, señaló el fundador de Malba.

      Más allá de representar sus raíces tucumanas, Chaile representó también a su familia, a través de estas esculturas inmensas expuestas ahora en un sitio privilegiado, como parte del evento de arte más importante del mundo (el de Venecia).

      Las piezas hablan por sí solas: expresan la enorme energía, la tremenda fuerza que puso el artista al crearlas in situ, dentro del espacio de la Bienal, trabajando hasta cualquier hora del día y de la noche. Estas piezas hacen que todos detengan la respiración ante ellas.

      Las piezas de Chaile hablan por sí solas: expresan la enorme energía. GentilezaLas piezas de Chaile hablan por sí solas: expresan la enorme energía. Gentileza

      Chaile lo sabe, lo intuye: es un artista sumamente inteligente. Ni bien llegó de Tucumán a Buenos Aires hace algunos años, cuando todavía no imaginaba que podía llegar a ser seleccionado por la curadora general de la Bienal de Venecia, Cecilia Alemani (quien lo conoció mientras estuvo trabajando en Art Basel Buenos Aires en 2018) como una de las figuras principales de la exposición general de la Bienal, Chaile siempre fue adelante con su creatividad y su enorme carisma: con todo en contra, Chaile nunca dejó de creer en él y en su fuerza.

      Proveniente de una familia humilde de Tucumán, durante los últimos años, mientras otros criticaban sus obras, Chaile siguió trabajando y creando sin parar. Su trabajo y su historia no pasaron desapercibidos para Alemani.

      Gabriel Chaile, artista selecto del circuito internacional. GentilezaGabriel Chaile, artista selecto del circuito internacional. Gentileza

      Ahora Chaile está en un viaje de ida dentro de lo más selecto del circuito internacional del arte: está en un punto en el que no hay retorno, desde ahí sólo le puede ir mejor. Sólo puede ir para arriba en su carrera profesional. ¡Bravo, Chaile, merecidísimo! A pura fuerza de fe, trabajo y energía es como las puertas se abren: sin flaquear.

      Obras que son sus familiares

      Dentro de la actual edición de la Bienal de Arte de Venecia, llamada “La leche de los sueños” (La latte dei sogni, nombre tomado de un trabajo de la artista anglo-mexicana Leonora Carrington, 1917-2011), las obras del tucumano Gabriel Chaile se lucen: la curadora general Cecilia Alemani, le otorgó un espacio privilegiado para que expusiera sus producciones.

      Chaile viene trabajando con piezas hechas en barro, a través de una “ingeniería de la necesidad”, y en investigaciones vinculadas a la antropología y arqueología de su Tucumán natal.

      De esta manera Chaile visibiliza por medio de su obra voces y culturas que habían quedado fuera de los discursos imperantes en los centros de poder: se trata de descolonizar los sentidos, los pensamientos y la mirada.

      Gabriel Chaile y el lema de la Bienal: "La leche de los sueños".Gabriel Chaile y el lema de la Bienal: "La leche de los sueños".

      Sus figuras-horno representan a sus familiares: llevan los nombres de su abuela materna, Rosario Liendro (la escultura más grande); su madre, Irene Rosario Durán; su padre José Pascual Chaile; su abuela paterna, afrodescendiente, Sebastiana Martínez; y su abuelo paterno Pedro Chaile. “Cada pieza es una persona que existe en mi familia, es mi genealogía”, comentó el artista.

      Las obras representan también la posibilidad de abrigo y de comida: el fuego de un horno cocina, reúne, calienta y alimenta. Así, sus enormes esculturas de barro gritan que deben ser alimentadas, que los hornos deben estar activos: que la reunión alrededor de un fuego no es, ni más ni menos, que el derecho y la posibilidad de afecto y de comida.

      Por esto Chaile habla de una “ingeniería de la necesidad”: sus trabajos hacen presente las necesidades humanas básicas, que deben ser satisfechas. Y lo hace con barro. Esto no es nada menor: en medio de una bienal gigantesca, en la que pueden verse pabellones con obras de inversiones millonarias y técnica, materialmente muy complejas, las figuras de barro de Chaile, tucumanas, irguiéndose en medio de Venecia, les guiñan un ojo a todos desde sus seis metros de altura.

      PC


      Sobre la firma

      Mercedes Pérez Bergliaffa
      Mercedes Pérez Bergliaffa

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