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      Ministerio de Cultura: crónica de un achique anunciado

      Hubo límites en los fondos del ex Ministerio que advertían el cambio. El reclamo gremial y las miradas sobre su futuro. 

      Ministerio de Cultura: crónica de un achique anunciadoAlvear 1690. El edificio donde se gestionan las políticas culturales.

      La información oficial es que no habrá muchos cambios y que la ahora Secretaría de Cultura seguirá funcionando más o menos como lo venía haciendo el Ministerio, bajo la batuta de Pablo Avelluto, tras la fusión de entidades de gobierno que se dio a conocer el lunes. Pero en los pasillos del edificio de la calle Alvear, así como en la sede de algunos museos nacionales, los comentarios se aceleran a medida que avanza la anexión a Educación, que mantiene su estatus con Alejandro Finocchiaro a la cabeza. “No hay ninguna directiva orientada a reducir personal, eso no lo vemos en el horizonte, pero igual sobrevuela una sensación de angustia”, le confiaron a Clarín en la oficina de una Dirección Nacional. La transformación avanza, pero el nuevo funcionamiento aún no está claro. 

      Una fuente del antes Ministerio de Cultura pintó su panorama: “El cambio no va a ser drástico, ya veníamos haciendo un esfuerzo grande para cuidar el mango”. Pero las lecturas cambian según la vereda en que se pronuncien. Mientras que las autoridades hablan de “austeridad” y “ordenamiento” para lograr eficiencia, en el sector gremial hablan de ajuste. 

      Un ejemplo de esa sensación podría rastrearse en la salida de Alberto Manguel, quien había llegado a dirigir la Biblioteca Nacional en el inicio de la gestión nacional con entusiasmo. En la última Feria del Libro y en una charla pública, a dos meses de renunciar, reclamó: “En la Biblioteca Nacional no tenemos ni para café”. 

      En este contexto, unos 200 trabajadores del Ministerio de Cultura ya convocaron a resistir el viaje del ministerio hacia la secretaría, en una asamblea en la que llamaron a un plan de lucha. Las medidas que prevén incluirán una caravana al edificio de la calle Alvear el miércoles. 


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      Clarín tuvo acceso a un informe de la Junta Interna de ATE del Ministerio de Cultura: allí relevaron datos que, para la organización gremial, ponen en foco el achique presupuestario. Entre otros puntos, que la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) no realizó su compra anual de libros en 2018. Que el programa BECAR -que da pasajes al extranjero para la formación artística- entregó 70 viajes menos este año para asistir a cursos, jornadas y capacitaciones en el exterior; que el Fondo Argentino de Desarrollo Cultural -orientado a estimular las industrias creativas- pasó de contar con 5 millones de pesos en 2016 a 3 millones este año. 

      En tanto, según ese documento, “la Red de Puntos de Cultura, que subsidia y capacita a organizaciones culturales de base, ya había sufrido en 2017 un recorte del 35 por ciento en relación al año anterior por lo que redujo los subsidios y las actividades dirigidas a las provincias. En 2018 aún no se abrió la nueva convocatoria”. ATE también señala que el Museo Yrurtia está cerrado por la paralización de su obra eléctrica y que en el Museo Sarmiento, en la Ciudad, movieron colecciones por temas de humedad. 

      En off, un gestor cultural que pasó por la gestión pública señala: “En términos de jerarquía política, sin dudas se trata de una disminución. Un secretario, cualquiera sea, está más alejado de las decisiones políticas de fondo, y depende de un ministro que seguramente desconoce la trama más significativa no vinculada a su especialidad”. Pero aclara: Avelluto pertenece al riñón del Pro y mantiene fuerte sintonía con la Jefatura de Gabinete. Tal vez, la mayor duda es que pasaría si el hoy secretario dejara el cargo. “Alguien muy prestigioso, pero sin juego político propio, no llegaría a la mesa de decisiones”, anticipa. 


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      Ezequiel Viéitez
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