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      Escándalo en Francia: un candidato al Premio Goncourt es pareja de una jurado que criticó duramente la novela rival

      El galardón más importante de ese país es cuestionado por un conflicto de intereses.

      Escándalo en Francia: un candidato al Premio Goncourt es pareja de una jurado que criticó duramente la novela rivalMiembros de la Academia Goncourt.

      Las veredas de París ya estaban sembradas de castañas caídas cuando estalló el primer escándalo de la temporada literaria.

      Casi todos los septiembres, cuando las editoriales francesas publican sus libros más prometedores y empiezan a competir por los premios, el mundo de las letras se ve envuelto en la versión Rive Gauche del Campeonato de Artes Marciales.

      Esta temporada se desarrollaba sin problemas –de forma antinatural, bromean algunos observadores del mundo literario– hasta que los problemas se abatieron sobre el único gran premio literario francés famoso por su probidad: el Goncourt, abanderado de la novela francesa desde hace 118 años, entre cuyos galardonados se encuentran Marcel Proust, Simone de Beauvoir y Marguerite Duras.

      Pierre Assouline, Philippe Claudel, Patrick Rambaud, Pascal Bruckner, Didier Decoin, Camille Laurens, Francoise Chandernagor, Eric-Emmanuel Schmitt y Tahar Ben Jelloun antes de una reunión de jueces de Goncourt el año pasado en el restaurante Drouant de París. Foto Lionel Bonaventure / AFPPierre Assouline, Philippe Claudel, Patrick Rambaud, Pascal Bruckner, Didier Decoin, Camille Laurens, Francoise Chandernagor, Eric-Emmanuel Schmitt y Tahar Ben Jelloun antes de una reunión de jueces de Goncourt el año pasado en el restaurante Drouant de París. Foto Lionel Bonaventure / AFP

      La cosa empezó cuando los diez miembros del jurado del Goncourt se reunieron este mes, durante un almuerzo de pato asado con cerezas y botellas de Château Maucaillou 2015, para elaborar la lista de candidatos. El autor de uno de los libros propuestos resultó ser la pareja sentimental de uno de los miembros del jurado, Camille Laurens, novelista y crítica de libros de Le Monde. De hecho, el libro estaba dedicado a una tal "C.L.".

      No obstante, el jurado, por una votación de 7 a 3, decidió incluir el libro en su lista. Laurens estaba entre la mayoría.

      Votaciones similares de los jurados que deciden otros grandes premios del libro en Francia –que han rechazado firmemente reformas que los harían más justos y transparentes– no habrían llamado la atención. Pero el Goncourt era distinto; los cambios realizados desde 2008 lo habían hecho indiscutiblemente más honesto y creíble.

      Pero la persona que encabezó la reforma –Bernard Pivot, una figura legendaria en el mundo de los libros de Francia, conocida por su rectitud– se retiró como presidente del Goncourt a fines de 2019. En los cafés de Saint- Germain-des-Prés, reducto de la clase literaria francesa en la Rive Gauche, un tema de conversación recurrente es si los cambios sobrevivirían a la salida de Pivot.

      Pascal Bruckner, izquierda, y la Sra. Laurens del jurado de Goncourt. Su pareja es el autor de un libro que se considerará para el premio. Foto Lionel Bonaventure / AFPPascal Bruckner, izquierda, y la Sra. Laurens del jurado de Goncourt. Su pareja es el autor de un libro que se considerará para el premio. Foto Lionel Bonaventure / AFP

      Por primera vez, Pivot se ha declarado "sorprendido" y "conmocionado" por la decisión del Goncourt de incluir el libro en cuestión en su lista.

      "Es obvio que, como presidente de la Academia Goncourt, no habría aceptado incluir en una lista el libro de un marido, una mujer o un amante", dijo Pivot en una entrevista, alzando la voz por la ira.

      Añadió que "lo que hace que uno se niegue a incluir en una lista un libro cuyo autor es allegado a un miembro de la Goncourt es el sentido común".

      Hay mucho en juego. Anunciada cada noviembre, la novela ganadora del Goncourt se convierte automáticamente en el regalo de Navidad por defecto. El ganador del año pasado, La anomalía, de Hervé Le Tellier, vendió más de un millón de ejemplares, una cifra astronómica en Francia.

      Philippe Claudel, que es el secretario general del jurado e integraba la mayoría de siete, dijo que ninguna norma interna impedía a Laurens votar. Foto Andrés D'ElíaPhilippe Claudel, que es el secretario general del jurado e integraba la mayoría de siete, dijo que ninguna norma interna impedía a Laurens votar. Foto Andrés D'Elía

      La connivencia entre los grandes jurados literarios franceses salió a la luz el año pasado, cuando algunos miembros del jurado del Renaudot, el segundo premio más prestigioso, reconocieron haber coronado a un escritor pedófilo, Gabriel Matzneff, en 2013 porque eran amigos suyos y querían animarlo mientras atravesaba una mala racha.

      En el Renaudot y en otros grandes premios, los jurados hacen lobby abiertamente por libros en los que tienen un interés personal o profesional. Algunos jueces son también editores de grandes editoriales y defienden los títulos de sus empleadores o libros que ellos mismos han editado.

      Antes de los cambios en el Goncourt, algunos críticos hablaban de "la mafia del Goncourt", recuerda el actual presidente del jurado, Didier Decoin, que lo integra desde 1995.

      Pero con Pivot, el Goncourt implementó cambios de gran calado: los jurados ya no pueden trabajar en editoriales y ya no son vitalicios. Ahora tienen que jubilarse a los 80 años y deben leer realmente los libros que se evalúan.

      El efecto fue inmediato. Un análisis de The New York Times mostró que, en la década anterior a las reformas de 2008, casi dos de los diez jueces del Goncourt en un año dado tenían vínculos con la editorial del ganador. Pero desde 2008, el número de jueces con esos vínculos se redujo a uno.

      El presentador Bernard Pivot se ha declarado "sorprendido" y "conmocionado" por la decisión del Goncourt de incluir el libro en cuestión en su lista. Foto AFPEl presentador Bernard Pivot se ha declarado "sorprendido" y "conmocionado" por la decisión del Goncourt de incluir el libro en cuestión en su lista. Foto AFP

      Gracias a esos cambios, editoriales antes pequeñas como Actes Sud –que casi se había quedado fuera del Goncourt porque se había negado a hacer lobby para obtener premios– fueron galardonadas con mucha más frecuencia. Desde 2008, Actes Sud ha ganado cuatro premios Goncourt.

      "Creo que tuve suerte porque llegué en un momento de cambios en la práctica", declaró en una entrevista el año pasado Jérôme Ferrari, que ganó el Goncourt en 2012 por su novela El sermón sobre la caída de Roma.

      A comienzos de este mes, los miembros del jurado del Goncourt se reunieron para almorzar en Drouant, restaurante de París donde se celebran las reuniones del jurado desde hace un siglo, y elaboraron una lista de 16 novelas.

      Pero un título requería una votación especial: Les enfants de Cadillac, cuyo autor, François Noudelmann, es pareja de Laurens. A mano alzada, el jurado decidió que no había conflicto de intereses, en parte porque Laurens y Noudelmann no estaban casados ni en unión civil.

      En el ojo de la tormenta. "Les enfants de Cadillac", de François Noudelmann.En el ojo de la tormenta. "Les enfants de Cadillac", de François Noudelmann.

      En una entrevista por correo electrónico, Laurens, que se convirtió en miembro del jurado el año pasado, dijo que había sido transparente respecto de su relación y que "nunca había alentado a los otros miembros del jurado" a leer el libro.

      Sin embargo, algunos miembros, incluido el presidente Decoin, se sorprendieron de que votara.

      "Pensé que no iba a votar", dijo Decoin, que formaba parte de la minoría de tres. "Así que votó. Es extraño, pero es asunto suyo".

      Philippe Claudel, que es el secretario general del jurado e integraba la mayoría de siete, dijo que ninguna norma interna impedía a Laurens votar.

      "En mi opinión, no se puede culpar a Camille Laurens de violar una regla que no existe", dijo Claudel.

      Tampoco existía una norma, añadió, que le impidiera hacer lo que hizo a continuación.

      Una crítica inesperada

      Nueve días después de que el Goncourt publicara su lista, Laurens, en su columna de Le Monde, criticó otro libro que figuraba en ella: La carte postale, de Anne Berest.

      Las alarmas sonaron en los círculos literarios porque La carte postale se consideraba rival directo del libro de su pareja, Les enfants de Cadillac. Ambas novelas trataban temas similares –los exiliados judíos en Francia y el Holocausto–, pero La carte postale había obtenido muchos elogios de la crítica y ventas, mientras que Les enfants de Cadillac había despertado poco interés.

      La novela "La carte postale", de Anne Berest, fue duramente criticada por Camille Laurens: " Es la Shoah para idiotas", señaló.La novela "La carte postale", de Anne Berest, fue duramente criticada por Camille Laurens: " Es la Shoah para idiotas", señaló.

      La crítica de Laurens también llamó la atención por su "brutalidad inaudita", según la emisora de radio pública France Inter, que fue la primera en revelar el conflicto de intereses.

      El semanario L'Obs dijo que la reseña viró hacia los ataques personales contra Berest al calificarla de "experta en el chic parisino" y compararla con alguien que entrara en una cámara de gas con "sus grandes zuecos de suela roja". El libro, escribió Laurens, era "La Shoah para idiotas".

      En su correo electrónico, Laurens dijo haber escrito la reseña antes de que el Goncourt decidiera quiénes eran los candidatos. Ella era una "crítica independiente" y estaba siendo señalada por ser mujer, declaró.

      "No es la primera vez que escribo una crítica virulenta de un libro", dijo. "Y una vez más, observo que mis argumentos nunca se analizan y que la gente prefiere decir que soy 'brutal' y 'perversa'".

      Sin embargo, Jean-Yves Mollier, experto en la historia de la edición francesa, dijo que la reseña formaba parte de una larga tradición de competencia por los premios literarios.

      "Asesinó directamente a uno de los candidatos", dijo Mollier.

      Decoin anunció que impulsaría una nueva norma que obligara a los miembros del jurado que tuvieran un conflicto de intereses a abstenerse de votar. Claudel aclaró que estaba de acuerdo, pero subrayó que los actuales jurados estaban tan comprometidos con la ética como Pivot.

      "Bernard Pivot es una excelente figura moral, y creo que todos los que están alrededor de la mesa también lo son", dijo. "Sería sumamente inapropiado decir que la moral radica en una sola persona".

      The New York Times. Desde París

      Traducción: Elisa Carnelli

      PC​


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      Norimitsu Onishi y Constant Méheut

      The New York Times

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