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      Rumores en la Biblioteca Nacional: ¿se va su director?

      No querría enfrentar un recorte de presupuesto y personal. El ministro de Cultura niega el ajuste y la renuncia.

      Rumores en la Biblioteca Nacional: ¿se va su director?En la Biblioteca. Manguel a principios de junio, cuando presentó la donación de los libros de Bioy, Borges y Silvina Ocampo. / Ruben Digilio

      Un fuerte rumor recorre desde hace días los pasillos de la Biblioteca Nacional y puso en alerta al personal: Alberto Manguel habría pensado en renunciar al cargo para el que fue designado por el actual gobierno, en 2016. Circuló también que el documento de renuncia estaría redactado y que el escritor habría aducido “motivos de salud”; un dato que el actual ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, negó rotundamente a este diario, al filo de las 19 de este lunes: “Estamos muy contentos y muy orgullosos de la gestión que lleva a cabo Alberto Manguel. No ha presentado ni se le ha pedido que presente la renuncia, ni hay motivos para que esto suceda”, dijo el funcionario. Otras fuentes de la Biblioteca asumieron que “hay un rumor que corre”, aunque no precisaron cómo se definirá la situación.


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      La razón de la inminente salida podría estar relacionada con una supuesta nueva ola de despidos en la Biblioteca que, de concretarse, sumaría malestar a una situación interna ya de por sí delicada. Desde la asunción de Manguel, entre 50 y 60 personas con contratos temporarios, semipermanentes o "de obra" fueron “desafectadas” de sus respectivos puestos de trabajo o renunciaron porque variaron las condiciones de trabajo –el grueso de trabajadores de la Biblioteca no es parte de la planta permanente-. Y de haber una nueva escalada de despidos, en el marco del ajuste que el gobierno asume, explican que Manguel querría “despegarse”. Fuentes oficiales negaron también que vaya a haber despidos.

      Según pudo averiguar Clarín, solo en 2018 se habrían contabilizado unos quince despidos en la Biblioteca: se trató de personas que no cumplían con los estrictos controles biométricos implementados en distintos organismos y ministerios nacionales: los empleados deben cumplir con una cantidad de horas, que en algunos casos se incrementó, y cuyo registro queda asentado mediante molinetes emplazados en las puertas de estas dependencias, entre ellas la Biblioteca-. De este último grupo de empleados, dos fueron reincorporados por vía judicial.


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      Para las organizaciones gremiales, el presente de la Biblioteca es preocupante: temen que, en este caso, los trabajadores afectados puedan llegar a medirse en decenas, después de que el 1° de agosto prescriba un acuerdo entre la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y el Gobierno, destinado a frenar los despidos de personal durante junio y julio. Según estimaciones de los delegados, de los alrededor de 900 empleados que trabajan hoy en la Biblioteca, unos 250 estarían en riesgo si se aplicara la lógica de la “Dotación óptima de personal” que Modernización está calculando para distintos ministerios y organismos descentralizados desde finales del 2016. Cuando asumió Mauricio Macri, la dotación de la Biblioteca alcanzaba las 1048 personas.

      Lo que no es materia de debate es la manifiesta incomodidad de Manguel en los últimos meses; en parte por las encendidas internas que enfrentan a la gestión con el personal; en parte por el ajuste presupuestario al que él mismo se ve sometido: no es casual que durante la Feria del Libro de Buenos Aires –el 6 de junio pasado- haya dicho públicamente que “en la Biblioteca Nacional no tenemos un mango ni para comprar café”. El comentario fue en respuesta a una pregunta sobre la adquisición de la biblioteca personal de Bioy Casares; él aclaró que no había sido comprada sino aceptada en donación, pues no tenían un peso para hacer compras. También se quejó de las trabas burocráticas que enfrenta con frecuencia.


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      Se dijo también que la subdirectora de la Biblioteca, Elsa Barber, que ya ejerció la dirección de la misma, podría ocupar el cargo durante la transición, de querer irse Manguel. Aunque hay versiones que en cambio sostienen que, de ocurrir eso, ella también se iría.

      Discreto y con un perfil muy bajo, el autor de Una historia natural de la curiosidad llegó hace exactos dos años a la Biblioteca dispuesto a modernizarla, digitalizar los archivos y mantener una relación más fluída con los referentes editoriales y literarios a nivel internacional. Que durante su gestión el premio Formentor se haya entregado por primera vez en Buenos Aires o que la Biblioteca haya recibido a figuras de renombre internacional, como la escritora -su amiga personal- Margaret Atwood o Elisabeth Roudinesco prueba esa intención. Y podría pensarse que, difícilmente, en lo que le queda de gestión pueda superar esos logros, si el presupuesto no aumenta o se reduce aún más la planta de personal. Habrá que ver qué decide hacer y qué razones pesan más a la hora de definir su continuidad.  


      Sobre la firma

      Verónica Abdala
      Verónica Abdala

      vabdala@agea.com.ar

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