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      Cuando el autor de “Los viajes de Gulliver” propuso comerse a los chicos

       Jonathan Swift escribió un texto irónico y filoso a partir de la miseria, en el siglo XVIII. Hasta dice cómo adobarlos y cuántos platos rinden. Cómo resuena hoy. 

      Cuando el autor de "Los viajes de Gulliver" propuso comerse a los chicos"Una modesta proposición". La crueldad para hacer crítica social.

      "Es un asunto melancólico para quienes pasean por esta gran ciudad o viajan por el campo, ver las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestados de mendigos del sexo femenino, seguidos de tres, cuatro o seis niños, todos en harapos e importunando a cada viajero por una limosna", empieza el texto. Y esto les va a sonar: "Esas madres, en vez de hallarse en condiciones de trabajar por su honesto sustento, se ven obligadas a perder todo su tiempo en la vagancia, mendigando para sus infantes desvalidos que, apenas crecen, se hacen ladrones por falta de trabajo" ¿De cuándo es esta observación? ¿En qué lugar del mundo? 


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      Prepárenese: se trata de Irlanda y del siglo XVIII. Al autor de estas líneas también lo conocen: Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver, un libro que. bien leído, es una sátira política.

      Swift tenía un cargo eclesiástico y era un nacionalista irlandés. En 1729, cuando se publicó Una modesta proposición, uno de cada cuatro chicos no llegaba a adulto y los alquileres ahogaban a los campesinos inquilinos. Entonces Swift afila su pluma y escribe "para prevenir que los hijos de la gente pobre en Irlanda, sean una carga para su patria o sus padres, y para hacerlos beneficiosos a la sociedad".


      "Un tierno niño saludable y bien criado constituye, al año de edad, el alimento más delicioso, nutritivo y comerciable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido" Jonathan Swift

      No esperen bondades. Swift va a fondo contra quienes se incomodan con la pobreza. Entonces, en el tono que saben usar quienes trabajan con la ironía, dice que él tiene una solución. Y que su idea, además, "evitará esos abortos voluntarios y esa práctica horrenda, ¡cielos!, demasiado frecuente entre nosotros, de las mujeres que asesinan a sus hijos bastardos".

      Los chicos, explica, no son problema hasta el año, porque se alimentan casi gratis, de la teta de la mamá. Es justamente a partir de ese momento en que hay que hacer algo. 

      Una mirada aguda.  Jonathan Swift 		+Una mirada aguda. Jonathan Swift  +

      Calcula unos 120.000 chicos muy pobres en el Reino. ¿Cómo se los va a educar, cómo se los va a mantener?, se pregunta, "porque no podemos emplearlos ni en la artesanía ni en la agricultura: ni construimos casas ni cultivamos la tierra. Y ellos raramente pueden ganarse la vida mediante el robo antes de los seis años, excepto cuando están precozmente dotados; aunque confieso que aprenden los rudimentos mucho antes".

      ¿Alguno otra solución? "Nuestros comerciantes -dice Swift- me han asegurado que un muchacho o muchacha no es mercadería vendible antes de los doce y que aun cuando lleguen a esta edad no producirán más de tres libras o tres libras y media corona como máximo en la transacción, lo que ni siquiera puede compensar a los padres o al Reino el gasto de alimento y harapos, que ha alcanzado por lo menos cuatro veces ese valor".

      Los viajes de Gulliver. Una recreación con RastiLos viajes de Gulliver. Una recreación con Rasti

      Descartado todo esto, ahora, sí, la idea: "Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres, que un tierno niño saludable y bien criado constituye, al año de edad, el alimento más delicioso, nutritivo y comerciable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y yo no dudo de que servirá igualmente en un fricasé o un guisado", dice Swift.

      ¿Escandalizados? "Esos niños raramente son fruto del matrimonio", abunda. Entonces una buena parte de ellos podría "ser ofrecidos en venta a las personas de calidad y fortuna del Reino, aconsejando siempre a las madres que los amamanten copiosamente durante el último mes, a fin de ponerlos regordetes y mantecosos para una buena mesa".

      Calcula que alcanza para dos buenas fuentes en cenas con amigos y, si la familia cena sola, un cuarto delantero o trasero alcanzará. Y hasta da la receta: "Hervido y sazonado con un poco de pimienta o de sal, resultará muy bueno hasta el cuarto día, especialmente en invierno".


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      Es costoso, admite, será para los terratenientes. Se pueden armar mataderos aunque aconseja tenerlos vivos hasta último momento y "adobarlos mientras estén tibios".

      Las ventajas, dice, están a la vista: los pobres tendrán algo embargable, por ejemplo y si paren mucho, podrán ganar dinero. Además, "disminuirá el número de papistas, que son los que más procrean". El país, mientras tanto, podrá exportar más reses.

      A quienes no les guste el plan les pregunta "cómo se las arreglarán, tal como están las cosas, para encontrar ropas y alimentos para cien mil bocas y lomos inútiles". Y para convencerse propone que "pregunten primero a los padres de estos mortales si hoy no creen que habría sido una gran felicidad para ellos haber sido vendidos como alimento al año de edad (...) y de ese modo haberse evitado una completa escena de infortunios como la que han atravesado desde entonces por la opresión de los terratenientes, la imposibilidad de pagar la renta sin dinero, la falta de alimentación y de casa y vestido para protegerse de las inclemencias del clima, y la más inevitable probabilidad de legar parecidas o mayores miserias a sus descendientes para siempre."

      Siglo XVIII, Irlanda. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.


      Sobre la firma

      Patricia Kolesnicov
      Patricia Kolesnicov

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