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      El teatro de Quinquela recobra su antiguo esplendor

      El viejo teatro de la Ribera fue remodelado a pleno. El ministro Lopérfido habló de hacer de La Boca un "Soho porteño".

      El teatro de Quinquela recobra su antiguo esplendorColores. La sala del Teatro de la Ribera. /Gerardo Dell'Oro

      El Teatro de la Ribera debe en buena parte su existencia al sentimiento de gratitud: el edificio, como otros de la zona -la escuela Pedro de Mendoza y el Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín- fue donado, en 1871, por el pintor al Consejo Nacional de Educación, con la intención de devolverle a La Boca parte de los favores que creía haber recibido.

      Quinquela, abandonado en su niñez, y hallado en 1890 por un grupo de monjas en la puerta de la Casa de los Expósitos, creció en el seno de una familia adoptiva en ese puerto bullicioso que recibía a los miles de inmigrantes europeos que llegaban a estas tierras y se asentaban en los conventillos.

      No es casual que su obra pictórica, pese a reflejar escenas características de la vida portuaria, se defina, en buena parte, por un sesgo celebratorio y vital: después de todo, él era un sobreviviente.

      9-6-2016
Ciudad
Teatro de la Ribera
Reformas
foto Geardo Dell'Oro9-6-2016 Ciudad Teatro de la Ribera Reformas foto Geardo Dell'Oro

      Ese es el espíritu que se respira ahora en este edificio, tras una restauración edilicia que insumió diez meses y le devolvió su antiguo esplendor. O que quizás haya fundado, incluso, su mejor versión.

      Lo primero que llama la atención al ingresar al Teatro (Pedro de Mendoza 1821), ubicado en la Vuelta de Rocha, frente al Riachuelo, es la alegre irreverencia del color, en paredes, techos puertas y las butacas (casi 700), que fueron íntegramente reemplazadas. Y las pinturas de Quinquela, claro: Procesión náutica, Día del Trabajo, Tango de la Ribera, Arrancando, Día de fiesta, Crepúsculo y Rincón de La Boca, que decoran la sala principal. Arriba, un cielo azul de estrellas amarillas, y un escenario en el que el 18 de este mes se estrenará El andador, de Norberto Aroldi, con dramaturgia de Florencia Aroldi y dirección de Andrés Bazzalo. A partir de septiembre tendrá una programación orientada al teatro musical y la danza (a cargo de la nueva directora artística del teatro, Diana Theocharidis). El ciclo Danza al borde, y las obras Tango alemán, Dublove, Sarmiento y Tres danzas argentinas integran esta propuesta.

      Hoy se anunciaron los detalles de esta recuperación edilicia, en un cóctel celebrado al mediodía, en el que estuvieron presentes, entre otros funcionarios y personalidades de la cultura, Darío Lopérfido, ministro de Cultura de la Ciudad, Jorge Telerman, Director General del Complejo Teatral de Buenos Aires y Eva Thesleff de Soldati, presidenta de la Fundación de Amigos del Teatro San Martín.

      La obra incluyó la recuperación de la fachada, con la intervención de expertos en la materia y respetando los colores originales, el recambio del sistema de iluminación, el acondicionamiento de las salas para personas con discapacidad y la construcción de aulas para la futura Escuela de Técnicos del Espectáculo en Vivo que funcionará allí.

      “Todo es alegría”, resumió Telerman a Clarín. “No sólo porque hablamos de la restauración de un teatro sino en particular de éste, que mira al río por el que llegaron nuestros mayores, con el gusto por la cultura que no era un bien de lujo sino de formación y transmisión de saberes. Esto se ha hecho con un respeto formidable por sus colores originales, que recuperan su espíritu festivo y que también se reflejarán en su programación, que se presentará en un horario muy extendido y con entradas populares. Aspiramos a que los vecinos se apropien de este lugar. Se recuperó su identidad histórica, gracias al involucramiento de la gestión pública y el aporte de la sociedad civil, y esperamos ampliar esas fronteras”, expresó.

      Lopérfido, por su parte, dijo que el eje prioritario de su gestión es extender las actividades culturales a las zonas menos favorecidas: “Tengo la certeza de que un chico que tiene acceso a la cultura es un chico al que salvamos del delito”. Y agregó: “Queremos convertir a la Boca, a partir de estas obras, en el nuevo Soho porteño, porque reúne todas las características para replicar lo que se ha hecho en Nueva York o en Berlín, donde la estética industrial de barrios en principio degradados pudo revertirse en una propuesta cultural.”


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      Verónica Abdala
      Verónica Abdala

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