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      Vacaciones a la vista, lecturas aptas para el mar y la montaña

      Consultamos a un seleccionado de autores sobre qué leer en los días de ocio que se avecinan. Van aquí sus favoritos. 

      Vacaciones a la vista, lecturas aptas para el mar y la montañaCANDELA LECTORES EN LA PLAYA MAR DEL PLATA FECHA 15-01-15 FOTO MARCELO GENLOTE CLARIN - FTP CLARIN - MARDEL0504.JPG - Z FTP MGenlote - Genlote mar del plata temporada verano 2015 mar del plata playas playa grande gente leyendo libros

      Ya pasó el momento del debate familiar. Será Brasil, Miami, la Costa Atlántica o Córdoba pero ¡tenemos vacaciones! ¡Ya falta poco! Todo encaminado, salvo la última (y tampoco sencilla) decisión: ¿Qué leer este verano? ¿Un best seller blando para no exagerar el sabor amargo del mojito? ¿O esa novela nutritiva y densa que alguien designó como “libro del año”? Para calmar la angustia, Clarín consultó a reconocidos escritores de varias generaciones, que ofrecerán sus recomendaciones.  

      En el país no se publicaron investigaciones que aclaren cómo cambian los hábitos de lectura en las vacaciones. Pero, aunque en la cabeza de todos aparece la promesa de llevar un libro a la arena, en una ronda de consultas que llevó adelante este diario cayeron por tierra dos mitos: en el verano ya no se lee más de lo habitual, ni crece la venta de géneros light.

      Explica el gerente de Marketing y Comunicación del Grupo Planeta, Sebastián Ansaldi: “En promedio se vende lo mismo que en otros meses del año. Lo que sí ocurre es que la venta se desplaza geográficamente de Buenos Aires y se reparte hacia la Costa Atlántica”. Lo mismo ocurre desde otras capitales provinciales a los demás destinos turísticos. Leen mucho los que leen mucho siempre.

      ¿Se notan cambios “de temporada” en los gustos? Ansaldi, otra vez: “Hay una idea errada de que en el verano la gente lee más best sellers que literatura sofisticada pero eso ocurre todo el año. No es propio del verano ni de las vacaciones. Los géneros más comerciales acompañan la venta promedio anual”. Los que leen en la playa, eligen géneros y autores que también prefieren en el frío del invierno.

      El análisis de Pedro Mairal, que este año publicó la celebrada novela La uruguaya (Emecé), surge como pesimista: “Me parece un mito eso de las lecturas de verano. Al menos la playa es de los peores lugares para leer: el sol a pique encandilando sobre las páginas blancas, la distracción de los cuerpos casi desnudos, los niños que se ahogan si no los cuidás, el heladero, el viento con arena que pega en diagonal, la charla infinita de los vecinos de sombrilla... Quizá en un jardín a la sombra esté mejor la cosa. Pero igual desde que tengo hijos no leo en vacaciones, estoy demasiado ocupado organizando el ocio, que siempre es agotador”. Después, se afloja: “De todas formas, este enero, esté donde esté, espero poder leer Acá todavía, de Romina Paula, y La maestra rural, de Luciano Lamberti. Y quizá algo de la saga del noruego Karl Ove Knausgaard. Y la última novela de Elvio Gandolfo: Mi mundo privado”. Todo un equipaje.

      En el verano pasan cosas interesantes. El escritor y periodista Jorge Fernández Díaz recuerda sus vacaciones con el poeta Oscar Conde, a los 16 años y en Mar del Plata. “Conocimos a una amiga de Bioy y Silvina, que nos introdujo en su mundo mágico”, evoca. Después, el autor de La invención de Morel les firmó dos ejemplares de sus obras, todo un tesoro. “Aquel verano fue uno de los grandes momentos de mi vida”, cuenta. La autora de literatura juvenil Liliana Bodoc aconseja no subestimar la temporada: “No creo que debamos elegir historias insulsas, de esas que pueden leerse con la cabeza explotada de sol y cerveza... ¿Quién dijo que en el verano no hay que estremecerse?”. 

      Textos recomendados por Horacio Convertini

      El periodista y escritor Horacio Convertini propone dos novelas negras que “se disfrutan palabra a palabra en la playa, en la sierra o en el balcón a la fresca”. La primera, Subsuelo, de Marcelo Luján. “Es la mejor novela negra publicada en España en 2015 y llegó hace poco, editada por Revólver”. No duda: “Es excelente más allá del género. No depende ni se nutre de los tics del policial, que evita”. La obra de Luján -nacido en Mataderos- narra un accidente automovilístico, en el que muere un adolescente. Otros dos, mellizos, sobreviven. Culpa, silencios y tensiones familiares. “Un narrador omnisciente cuenta lo que ocurre, deja pistas de lo que pasará, repone instantáneas del pasado como naipes que irán marcando la suerte del presente, y así construye un estupendo relato de sometimiento y de venganza”, entusiasma Convertini. Otro consejo: Tres veces luz, de Juan Mattio (Aquilina). La historia de dos polizones africanos en un carguero y su esfuerzo por sobrevivir. Al llegar a Rosario, sus historias se cruzan con una fiscal. “Contagia el clima opresivo de un container pestilente, que te impregna del inestable (y angustiante) equilibrio de vivir ganando minutos. Breve y letal”, destaca.

      La selección de Selva Almada

      “Yo no sé si hay libros para el verano”, le responde a este diario la escritora entrerriana Selva Almada, autora de la hipnótica novela El viento que arrasa, varias veces reeditada. “En mi caso, hay libros que leer con mayor urgencia, en general por cuestiones de trabajo, y otros que pueden esperar un poco a las etapas más ociosas, que a veces coinciden con el verano y otras no. Este año me devoré Australia (Metalucida), la primera novela de Santiago La Rosa, que me gustó muchísimo. Es una historia atrapante, vertiginosa, así que la recomendaría también para la playa”, argumenta. El libro cuenta el devenir de una pareja joven que prueba suerte en Australia, con un optimismo desbordante después de la crisis social de 2001. Aparecen conflictos vinculados con la paternidad, la pérdida de la intimidad y la vida hecha espectáculo en los medios masivos de comunicación.

      Otro recomendado:el libro de relatos El resto de los días (Nudista), que significó el debut literario de la escritora cordobesa Natalia Ferreyra. “Son relatos largos para leer con calma, destripando personajes complejos enfrentados a las situaciones tediosas y a veces increíbles de la vida diaria”, describe Almada.

      Consejos del best seller y académico Jorge Fernández Díaz

      “Hay dos libros muy importantes y verdaderamente deliciosos. Uno de narrativa y otro de ensayo” tienta al lector el miembro de de la Academia Argentina de Letras (AAL), Jorge Fernández Díaz. “El primero es Cuentos selectos, de Thomas Mann (Edhasa), seleccionados con gran ojo por Hugo Becaccece. Son relatos sencillos y, a la vez, de un gran calado. Tal vez de lo mejor de un escritor único, lo que ya es mucho decir”. Al mismo tiempo, suma un libro que define como el “más ambicioso” de Juan José Sebrelli. Se trata de Dios en el laberinto (Sudamericana), una obra que según Fernández Díaz vincula religión con política e ideología. “Es un viaje fascinante, que además nos conecta con algo íntimo: en qué creemos a esta altura de nuestras vidas”, analiza.

      ¿Hay algún texto “pendiente” en la biblioteca de este fino comentarista y autor de best sellers como Te amaré locamente (Planeta)? “Hace años que quisiera releer los Cuentos Completos de Scott Fitgerald, en una edición ya inencontrable de Alfaguara”, responde. “Son dos volúmenes muy gruesos que compré hace años y que leí con devoción en su momento. Es una asignatura pendiente”.

      La mirada de Liliana Bodoc

      La santafesina Liliana Bodoc publicó su primera novela fantástica en el año 2000. Y desde entonces fue prolífica en libros para jóvenes y chicos. Ganó premios y sus textos se tradujeron a muchos idiomas. En un verano de 1996, en El Trapiche (San Luis), leyó por primera vez El señor de los anillos. “Fue el arranque indiscutible de la Saga de Los Confines”, dice sobre su propia obra. Ahora, aconseja qué llevar para los más chicos. Su primera elección: Buenas noches, Laika, de Martha Riva Palacio Obón (Fondo de Cultura Económica). Explica: “Es la historia de un muchachito y su corazón, desplegado en dos vectores. De un lado, se proyecta al cielo, en un intento de contactar a Laika, la perra del espacio. Del otro, se debate en asuntos terrenales y en un nombre propio: Marina”. Con magníficas ilustraciones, las búsquedas conducirán, también, a los miedos cotidianos. La obra “acepta y agradece varias lecturas“, dice Bodoc. Otro elegido: Yo creo, de David Machado y Alex Gozblau (Loqueleo). Un cuento en el que sorprenden la imaginación y la poesía. La autora asistió a su lectura en un foro. Evoca: “La belleza de ese texto breve e infinito se impuso a una audiencia severa, intelectual”.


      Sobre la firma

      Ezequiel Viéitez


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