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      Alex de la Estatua

      Ferguson construyó el ciclo más exitoso de la historia del fútbol. Fueron 27 años, 38 títulos, 1.500 partidos en ese Manchester United que ya nunca olvidará a este hijo de chapista que era sindicalista a los 16 años.

      Alex de la EstatuaCLAIMA20130514_0121 La estatua. Sir Alex, en Old Trafford.
      Redacción Clarín

      Sir Alex está en desventaja, pero se las ingenia como ningún otro para resultar el centro de la escena. No jugó con esa camiseta roja del Manchester United que -ahora- en los pubs cercanos a Old Trafford se luce en los cuerpos de tantos simpatizantes embriagados. En las espaldas de los hinchas que esperan por el partido inminente, no dice Ferguson. Es domingo en la ciudad y faltan casi tres horas para que comience el encuentro del United por la Premier League. Los ritos de la previa se desarrollan con la naturalidad de siempre. Los bares cercanos a la Sir Matt Busby Way se exhiben como en cada presentación de los Red Devils: llenos de entusiasmo, cerveza y esas camisetas que parecen olvidarlo al técnico más exitoso de la historia del club. Sucede un asombro para desprevenidos: muchos llevan modelos de otro tiempo y/o que evocan a viejas figuras. Están las que dicen "Best" y las que dicen "Charlton" y las que dicen "Law". Eric Cantona, otro superhéroe de la historia de la institución, también compite en el rubro de los homenajes hechos vestimenta. De todos modos, Alex está ahí. Con mil caras distintas, con infinitas risas o gritos, con festejos o con quejas. Los televisores en los locales muestran programas especiales sobe el ciclo enorme que él condujo y que tanta gloria atrajo hacia El Teatro de los Sueños. Hay un gol de Teddy Sheringham en la final de la Champions League y algunos se abrazan. También están los que lo gritan hasta la disfonía. Vuela el Gran Danés Peter Schmeichel y otros brindan en nombre del emblemático arquero. El recorrido de imágenes culmina con un salto de Sir Alex Fergurson, con un sobretodo enorme y con diez años menos en la cara. Se escucha una ovación.

      El 2012 se terminaba sin saber que le abría la puerta al último semestre en el ciclo de Ferguson en el United. En noviembre, se habían cumplido 27 años de su estreno. Y para la ocasión, el club le rindió un tributo que durará para siempre. Le encargó al escultor Philip Jackson una estatua de bronce, que luce imponente en los accesos a Old Trafford. Ahí está el escocés de Glasgow, el de los 38 títulos (entre ellos dos Champions League y 13 Premier League) y de los 1.500 partidos, el técnico implacable, el personaje irrepetible. El está ahí, solo, aunque cerquita de otras tres glorias queridas: los integrantes de The Holy Trinity: Law, Best, Charlton, los mismos de las camisetas retro. Todos ellos sonríen en el bronce y en la historia.

      El periodista Cayetano Ros, en el diario El País de Madrid, contó sobre la despedida de este señor nacido en el último día de 1941: "Sobre todo se marcha una personalidad fascinante. A los 16 años fue un destacado sindicalista de los astilleros de Clyde mientras ejercía de delantero centro en el Queen's Park, un equipo aficionado de Glasgow. De ahí le quedó su simpatía por el socialismo y por el partido laborista británico, del que es uno de sus mayores donantes. El joven Alex jugó en el Dunfermline y llegó al Rangers, el club de su infancia, la primera gran decepción: falló en el marcaje de Billy McNeill, delantero del Celtic, y perdió la final de la Copa escocesa de 1968 por 1-0. Se marchó del Rangers y tiró aquella maldita medalla de perdedor". No le gustaba perder y actuó en consecuencia. Fue bravo ante la adversidad y severo con las deslealtades, incluso las más pequeñas.

      Quería ser entrenador. Y se hizo camino también entre tropiezos, incluso en contextos de éxito. Sus primeras experiencias las tuvo en dos equipos menores de Escocia: el East Stirlingshire y el St. Mirren, al que trasladó de la Second Division (la tercera categoría del fútbol de su país) a la Premier League, entre 1975 y 1978. El equipo que ganó el segundo ascenso tenía un promedio de edad de 19 años. Igual lo despidieron a Ferguson. Dijeron entonces que había incumplido el contrato y que les había concedido a sus jugadores primas no autorizadas por la dirigencia. El presidente del St. Mirren, Willie Todd, llegó a decir que Alex "no tenía habilidades como entrenador". El tiempo transformó aquella impresión en el testimonio de una ridiculez.

      Se fue construyendo a sí mismo. Y fue muchos en uno solo: irreverente y respetuoso, ameno y hostil, quejoso y manso, autocrítico y soberbio. Se adaptaba a las circunstancias y a las necesidades en nombre del éxito. Una suerte de perfecto camaleón de los bancos y de los vestuarios. Lo retrató el periodista Raúl Fain Binda, de BBC Mundo: "Guante de seda... si le hacen caso, por supuesto. Porque si se rebelan les tirará un zapatazo por la cabeza, como a David Beckham, o les mostrará la puerta de salida, como a Paul Pogba, el brillante chico francés ahora en el Juventus. El truco más útil de los patriarcas, en todas las épocas, consiste en hacer pasar el acatamiento a sus caprichos y manías como una obligación debida, algo necesario para el éxito del grupo. Alex Ferguson fue particularmente exitoso como conductor porque su fórmula de garrote y zanahoria coincidió con el ritmo de la disciplina que podía acatar un vestuario de jóvenes atletas". En el Aberdeen, su paso previo al United, ya había mostrado su capacidad como conductor. Allí realizó el ciclo más exitoso de la institución y el más sorprendente del fútbol escocés: obtuvo diez títulos en ocho años, incluidas una Recopa y una Supercopa de Europa.

      Esta semana dirigió su último partido en Old Trafford. Un estadio repleto le gritó que era inmortal. Una bandera colgada por alguno de los 76.000 espectadores contaba lo mismo. Ese momento y su significado lo describió el periodista Víctor Pérez, en el diario ABC: "Old Trafford es un océano rojo. El público entregado como siempre. O quizás más que nunca porque la ocasión lo merece: es la última vez que Fergie se sienta en el banquillo de la que ha sido su casa durante 26 años. La celebración de la vigésima Premier League queda como una nota al margen, minúscula porque el Manchester United despide al técnico que ha logrado el 62 por ciento de los títulos del club. Cuando Ferguson llegó el United sumaba 7 Ligas, las mismas que Aston Villa, dos menos que el Everton y solo una más que el Sunderland. Hoy el Manchester United es el primer equipo de Inglaterra, por delante del Liverpool, lleva lustros entre los mejores del continente y ha sido pionero fuera del campo, durante años como el club más rico del planeta". Su paso por el club de Manchester quedará como una huella en los tiempos. Habrá un antes y un después del paso del hijo del chapista.

      Ferguson también ofreció mensajes que excedieron el campo de juego, incluso sin pretenderlo. Lo dijo en días no tan lejanos: "Los jugadores de hoy no se parecen a los de hace 25 años. Mentalmente, no son igual de fuertes que antes porque se han criado en un entorno más fácil. Les encanta pensar que vienen de la clase obrera, pero no es la clase obrera que yo conocí". Sucede también que más allá del camino dorado y del bronce que lo contará por los días de los días, siempre lo supo: él era y es un arduo laburante impulsado por esa pasión que lo llevó a convertirse en Alex de la Estatua.