Boca: de Romero a Cavani, cuáles son las claves de un equipo que va por la “Séptima” Libertadores

Sergio Romero es un oxímoron. Le dicen Chiquito, pero es gigante. Cuando se para sobre la línea y extiende sus brazos, su 1.92 metro parecen ocupar todo el arco. Cuando llegó a Boca algunos lo miraron de reojo: ¿para qué un arquero cuando Agustín Rossi era figura? Encima el misionero tenía una lesión en la rodilla derecha que arrastraba desde hacía años.

La primera vez que Edinson Cavani y Juan Román Riquelme hablaron por teléfono llegaron a un acuerdo. El uruguayo iba a jugar en Boca, pero sentía que todavía le quedaba algo más para dar en Europa. Primero renovó con Manchester United, al siguiente mercado pasó a Valencia y finalmente en este 2023 tomó la decisión de volver a Sudamérica y cumplir el sueño que tenía de niño: colgarse del "tejido" de la Bombonera para festejar un gol como hacía el Manteca Martínez.

Desde Romero hasta Cavani es que se explica este presente de Boca, finalista de la Copa Libertadores, el trofeo-obsesión que intentará conquistar el 4 de noviembre ante Fluminense en el Maracaná.

Chiquito tuvo una actuación notable en el Allianz Parque. Le tapó un cabezazo a Rony, después una chilena espectacular y también una doble contra Mayke y Zé Rafael. Pero lo mejor de su noche -otra vez- estuvo en los penales. Cavani había fallado el suyo, y Romero atajó de manera consecutiva los de Raphael Veiga y Gustavo Gómez. Romero lleva 12 penales evitados sobre 23 que le ejecutaron desde que llegó a Boca.

"Hoy, hoy te convertís en héroe", le dijo Javier Mascherano y selló la frase para la historia. Aquella vez, en las semifinales del Mundial 2014 ante Holanda, también había sido en San Pablo, en el Neo Química Arena. Ahora, fue en el Allianz Parque. Pero es cierto: Romero se convirtió en héroe y no dejó de serlo. "Ahora con 36 años, cuando llegan los penales, trato de disfrutarlos y de divertirme", dice con una sonrisa tras poner a Boca en la final.

De los 439 goles que tiene en toda su carrera, Cavani apenas marcó dos con la camiseta de Boca (también acertó en la definición ante Racing, pero no cuenta para la estadística). El primero se lo hizo a Platense, y el segundo a Palmeiras, un gol clave. Lleva tan solo 10 partidos en el club, pero rápidamente se convirtió en referente. Por su trayectoria y por su experiencia (también tiene 36 años), pero además por su humildad y solidaridad con el equipo.

El uruguayo corrió como ninguno en el Allianz Parque, dejó todo y por momentos sostuvo al equipo en partido cuando todo se prendía fuego. En el primer tiempo bajó para marcar en cada jugada: se metió entre Pol y Equi Fernández para cubrir el medio. Y en el segundo tiempo luchó solo contra toda la defensa. Fue injusto que fallara el penal. ¿Ya es ídolo? Puede serlo, lo que ya no necesita es demostrar que es crack.

Desde Romero hasta Cavani hay que pasar por Marcos Rojo, el capitán del equipo y expulsado en San Pablo -se perderá la final- que admitió su "irresponsabilidad", pero además hay que destacar a tres grupos de jugadores que dieron la cara por Boca: los "experimentados", los de "segunda línea" y los pibes.

Cristian Medina (21), Equi Fernández (21) y Valentín Barco (19) son titulares indiscutidos en este Boca. Los dos primeros llevan la responsabilidad de conducir al equipo y el Colo es el distinto, el irreverente, el disruptivo. Allí también asoma como alternativa el Changuito Zeballos (21).

El otro grupo está integrado por los jugadores de experiencia que no tienen tanto cartel, pero que se hicieron cargo de la situación cuando Palmeiras amenazaba con arrebatarle el boleto: allí se encuentran Pol Fernández, Nicolás Figal, Frank Fabra, Luis Advíncula, Miguel Merentiel y hasta Darío Benedetto, desde el banco, siendo un líder positivo a pesar de ser relegado por Cavani.

Para el final, están los de "segunda línea": Nicolás Valentini, Marcelo Saracchi, Lucas Janson, Jorman Campuzano y hasta Bruno Valdez, el paraguayo entró en un momento caliente después del error en el Superclásico y en una situación crucial no falló: clavó su penal contra todo pronóstico y dio un paso importante para empezar a cambiar su imagen con la camiseta de Boca.

Hasta ahora, el conjunto que dirige Jorge Almirón depende mucho de sus individualidades. Pero hay un equipo que si consigue rodaje puede lograr quedar en la historia.