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      Lionel Messi y su primer año como campeón del mundo: de recuperar la tranquilidad en Miami a conquistar su octavo Balón de Oro

      • Al rosarino le quedaba por ganar una sola cosa en su descomunal carrera y lo consiguió en Qatar 2022.
      • Tanto sacrificio sudó para llegar que ahora quiere disfrutar de los laureles que supo conseguir.

      Lionel Messi y su primer año como campeón del mundo: de recuperar la tranquilidad en Miami a conquistar su octavo Balón de OroLionel Messi levanta la Copa del Mundo el 18 de diciembre de 2022 en el estadio Lusail, de Qatar. Foto: Kirill KUDRYAVTSEV / AFP

      "Ya está, ya está, ya está". Después de implorarle a Gonzalo Montiel mirando al cielo que metiera su penal y terminara el calvario de los penales ante Francia; después de arrodillarse en el mismísimo círculo central del estadio de Lusail una vez que Cachete hiciera lo suyo para abrazarse primero con Leandro Paredes y después con todo aquel que se le cruzara para felicitarlo por conquistar el mundo, Lionel Messi buscó desesperadamente con la mirada a los suyos en lo alto de los palcos. Y cuando los encontró, se paró al borde del campo de juego, mostró los dientes con una gran sonrisa de satisfacción y con sus brazos les hizo la señal que al mismo tiempo serviría de adelanto de lo que vendría después: "¡Ya está!".

      A Messi le quedaba una sola cosa por ganar en su descomunal carrera y lo logró en Qatar 2022. Allí, en las puertas del desierto, Leo le puso un moño a sus días como jugador de fútbol al ser al fin campeón del mundo. El sueño de toda su vida ahora se había cumplido. Era una realidad. El capitán en andas con la Copa dorada en sus manos ofreciéndosela al plantel fue una imagen tantas veces imaginada por los futboleros que muchos debieron frotarse los ojos y pellizcarse para comprobar que lo que estaban viendo por la televisión (y algunos pocos privilegiados desde las tribunas) estaba verdaderamente ocurriendo.

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      Los jugadores pasaron rápidamente por el sector de prensa y se los vio exaltados de alegría.

      Ese 18 de diciembre de 2022 fue, sin dudas, un antes y un después para el mejor jugador de la historia. Poder completar su colección de trofeos con el más buscado y difícil de todos le permitió ver todo con otros ojos, ya sin el filtro de la presión de someterse al máximo nivel de exigencia posible para sentirse siempre a tope con el objetivo de intentarlo una y otra vez.

      El Mundial hizo cambiar algunas de sus determinaciones de cara al 2023. Primero y principal, lo hizo seguir siendo el símbolo de la Selección Argentina. Dicho por él en varias entrevistas posteriores, de no haber levantado la Copa en suelo árabe, hubiera colgado la camiseta albiceleste para siempre. Sin embargo, tanto sacrificio sudó para llegar que ahora quiere permitirse -y lo bien que hace- disfrutar de los laureles que supo conseguir continuando con los botines puestos para defender el escudo de la AFA, ahora custodiado por tres relucientes estrellas.

      Y luego, el rosarino optó por meter un volantazo drástico a nivel clubes que sorprendió a todos: no solamente no renovó su contrato con el Paris Saint-Germain sino que tampoco volvió a Barcelona y eligió firmar con el Inter Miami para ser la nueva estrella de la MLS de los Estados Unidos, una liga en crecimiento pero muy lejos de la elite europea.

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      Argentina tuvo muchos puntos altos, pero el arquero se destacó en los momentos clave. El capitán, con un doblete, volvió a hacer historia.

      Sí, aquel "Ya está" post final en Qatar fue premonitorio porque también significó que se habían terminado para él los días de batirse a duelo con los mejores futbolistas de las mejores ligas. ¿Por qué? No porque no le diera el físico ni mucho menos el nivel, claro. Sino porque, una vez arribado a la placentera zona de la gloria eterna, priorizó su vida personal y familiar.

      Tras un tsunami de rumores y versiones de su futuro, el propio Messi anunció en una extensa entrevista su decisión de salirse de la competencia de Europa, lo cual implicaba abandonar la búsqueda por una nueva Champions League, para irse a vivir con su mujer Antonela Roccuzzo y sus hijos Thiago, Mateo y Ciro a una ciudad que siempre le gustó para vacacionar en familia y en la que podría tener un día a día lo más parecido a una vida común y corriente posible.

      Foto: JUAN MABROMATA / AFPFoto: JUAN MABROMATA / AFP

      Y así fue. Leo llegó a Miami y fue a comer afuera, de compras al supermercado, a pasear a lugares públicos, a disfrutar de Disney, a ver jugar al fútbol a sus hijos como un espectador más... Obviamente que en cada lugar se topa con fanáticos que le piden fotos y lo saludan, pero no se siente atosigado y muchísimo menos señalado como en Paris.

      Del maltrato en Francia (con silbidos e insultos de los hinchas incluidos) a la calma de Florida y el amor de los argentinos en cada retorno al país para volver a jugar en la Scaloneta, primero para los festejos del título y después para el inicio de las Eliminatorias rumbo al 2026.

      En la primera competencia que disputó con la ropa rosa del club comandado por su amigo David Beckham, la Leagues Cup, Messi convirtió 10 goles y dio una asistencia para dar la vuelta olímpica tras superar por penales a Nashville. Fue una presentación demoledora del ahora campeón del mundo, que revolucionó el soccer.

      Foto: CHANDAN KHANNA / AFPFoto: CHANDAN KHANNA / AFP

      A pesar de sus asistencias en la US Open Cup, Leo y su Inter Miami no pudieron quedarse con esa otro trofeo. Y en la liga local no se cumplió el objetivo de salir del fondo de la tabla para meter al equipo del Tata Martino en los playoffs. En total en suelo norteamericano cosechó 11 gritos y tres asistencias en 13 presentaciones.

      En el medio, una vieja lesión se despertó para ser la manchita negra de este año. Hizo el golazo de tiro libre para ganarle 1-0 a Ecuador en el debut de las Eliminatorias Sudamericanas con la Selección y llamativamente pidió el cambio a falta de un par de minutos para el final de ese partido en la cancha de River.

      Desde ese momento, atravesó varias semanas de vaivenes. La cicatriz de un viejo desgarro en el isquiotibial derecho se hizo presente para molestarlo e impedirle entrenarse a full. Tuvo que regular para evitar una ruptura muscular y se perdió muchos encuentros con su club.

      No dejó de venir a la Selección, aunque también debió parar la pelota y ver desde afuera el triunfo en La Paz y desde el banco la victoria contra Paraguay. En Lima, contra Perú, se mostró recuperado y se despachó con un doblete.

      La casa volvía a estar en orden para Messi. Y el mundo volvió a estar a sus pies cuando le tocó recibir su octavo Balón de Oro. Su obra maestra en Medio Oriente le dio esta distinción, la más importante a nivel individual para un futbolista, nuevamente para definitivamente ser inalcanzable.

      Después del tropiezo en la Bombonera con la Uruguay de Bielsa, la Pulga cerró la competencia con otro festejo histórico en el Maracaná al ganarle a Brasil en su tierra por primera vez en la historia de las Eliminatorias.

      Foto: REUTERS/Stephanie LecocqFoto: REUTERS/Stephanie Lecocq

      "Ya está, ya está, ya está". Terminó el 2023 para Lionel Messi, el primer año como campeón del mundo, el año en el que le dijo adiós a las luces de Europa para empezar a vivir el fútbol desde otra óptica, aunque sin perder su instinto competitivo. Sin dudas, el mejor de todos irá por más en 2024, con la Copa América como objetivo central.


      Sobre la firma

      Nahuel Lanzillotta
      Nahuel Lanzillotta

      Redactor de la sección Deportes nlanzillotta@clarin.com

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