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      La lectura de las medallas tiene que ser inteligente para no caer en el exitismo

      Argentina consiguió 11 oros en Buenos Aires 2018. Pero no todos los metales "pesan" lo mismo.

      La lectura de las medallas tiene que ser inteligente para no caer en el exitismoMaría Sol Ordás fue la abanderada argentina en el cierre en Soldati. Emanuel Fernández
      Redacción Clarín

      Ya está. Se acabó. Punto final. La Buenos Aires olímpica forma parte del pasado. Aunque está claro que deberá permanecer viva en el presente para sacarle el mayor rédito posible en el futuro del deporte argentino. Los Juegos de la Juventud fueron un éxito en el aspecto más vital de una competencia de estas características. Es que los Juegos no son exitosos por sus estadios deslumbrantes, sus atletas famosos y carismáticos o sus marcas y records para el asombro. Los Juegos permanecen en la memoria para siempre por su gente. Y el público argentino -porque los Parques se poblaron de porteños pero también de decenas de miles de visitantes del interior del país- le dio ese plus esencial que llevó al propio Thomas Bach a decir que Buenos Aires es una “candidata extremadamente fuerte” para organizar los Juegos Olímpicos absolutos. El alemán presidente del COI endulzó los oídos de muchos funcionarios y dirigentes deportivos argentinos con sus palabras pero alguien debería alertar a todos ellos que ese tipo de Juego Olímpico es otra cosa, totalmente diferente, diametralmente distinta. Y que, para empezar, por más dinero que haya, se necesitaría un gran acuerdo de todo el arco político para hacerlo. En la Argentina modelo siglo XXI eso es lo más parecido a una utopía...

      Cierre de los juegos Olímpicos la Juventud. 
(Foto: Emmanuel Fernández)Cierre de los juegos Olímpicos la Juventud. (Foto: Emmanuel Fernández)

      Utópico es pensar también que Argentina se convirtió en apenas 13 días en una potencia deportiva mundial sólo por haber terminado en el top ten del medallero con 11 oros, por haber aumentado en más de un 85 por ciento los podios imaginados (se preveían entre 14 y 16 y fueron 26) o por haber más que triplicado el número de Nanjing 2014, cuando se obtuvieron siete medallas y sólo un oro. Por ello a ese medallero hay que leerlo con inteligencia, con un análisis profundo. Así, por ejemplo, si bien cuantitativamente todos esos triunfos valen lo mismo, en lo cualitativo hay una distancia grande entre muchos de ellos. Y aquí hay que destacar sobre todo el éxito de Nazareno Sasia, el entrerriano que aplastó a sus adversarios en el lanzamiento de bala. En las disciplinas que se miden por marca, la suya fue técnicamente la mejor de todas. Tirar lo que tira el pibe a su edad es sólo para los elegidos. Un dato: el estadounidense Ryan Crouser es el campeón olímpico y el neocelandés Tomas Walsh es el campeón del mundo y actual número 1 del ranking; a la edad de Sasia (17 años) y con el mismo implemento de cinco kilos ellos lanzaron 21,56 metros y 20,21 metros respectivamente, mientras el argentino acaba de clavar su record en ¡21,94 metros!

      Por debajo del atleta argentino con mayor proyección internacional hay que destacar el oro de la remera María Sol Ordás, quien se impuso con mucha autoridad en las seis regatas que corrió. Dueña de un muy buen físico para su edad (mide más de 1,80 metros), en agosto fue subcampeona mundial junior y su futuro también es más que interesante. Lo mismo que los de Dante Cittadini y Teresa Romairone, los velistas que llegaron al Náutico San Isidro con la presión de ser campeones del mundo de la clase Nacra 15 y cumplieron el objetivo con creces. Similar es el caso del boxeador Brian Arregui, quien en la pelea decisiva entre los welters salió dispuesto a pegar y pegar para subir a lo más alto del podio. También, y pese a no haber ganado, valen las dos medallas de plata conseguidas por el único nombre de los 142 que fueron parte de la misión de Buenos Aires y que tiene chances concretas de volver a ser olímpica, pero en Tokio 2020: Delfina Pignatiello. La nadadora, que no corrió su especialidad de 1.500 metros libre porque la prueba no formó parte del programa, fue segunda en 400 y 800. Y el crédito para lo que se le viene lo tiene tan abierto como antes de los Juegos.

      María Sol Ordas , medalla de oro. (Foto: Guillermo Rodriguez Adami)María Sol Ordas , medalla de oro. (Foto: Guillermo Rodriguez Adami)

      La lectura de los resultados (no sólo del medallero) argentinos implica que los deportes de equipo crecieron y se mantuvieron según los diferentes casos, que el yachting sigue fuerte, que el atletismo y la natación se activaron, que los deportes de combate mejoraron -el boxeo incluido, aún con la amenaza del profesionalismo- y que a disciplinas como el tenis de mesa, el badminton y el tiro con arco les cuesta mucho arrancar.

      También hay un párrafo aparte para deportes no olímpicos como el beach handball, una de las sensaciones de los Juegos. Se habla de que el Comité Olímpico Internacional quiere que esa modalidad participe de los Juegos de verano mientras el handball tradicional pase a formar parte del programa de los Juegos de invierno, pero mientras tanto la mitad de las chicas campeonas en el Parque Sarmiento pasarían al seleccionado indoor y por lo menos tres de los pibes que lograron el bronce fueron seguidos con atención por Manuel Cadenas, el entrenador del equipo masculino que buscará llegar a su tercer Juegos Olímpico consecutivo en Tokio.

      Hay otros tres temas interesantes que surgen en el balance. El primero aparece cuando se repasa de en cuántos deportes salieron las medallas argentinas: en 15 de los 32 del programa. En cambio,países como Cuba sumaron tres de sus cuatro oros en atletismo, Etiopía y Kenia lograron todas sus medallas en ese mismo deporte, Rusia subió a 31 de sus 57 podios en cuatro deportes, Hungría ganó siete de sus 12 oros en natación y Turquía festejó sus diez medallas en cuatro deportes y, entre ellos, en dos de combate (lucha y judo). También resulta para destacar que desde su inicio, en 2010, es la primera vez que el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo no sólo condujo sino que modeló un proceso en un trabajo conjunto de unas 600 personas incluidos 20 directores técnicos nacionales y unos 100 entrenadores. Con ese programa que empezó en enero de 2014 y se había diseñado en noviembre de 2013, el ENARD, de la mano del gerente técnico deportivo Carlos Siffredi y del coordinador operativo del Programa 2018 Carlos Getzelevich, ratificó que saber lo que se debe hacer no es lo mismo que ser capaz de hacerlo. Con planificación y talento más el trabajo conjunto con la Secretaría de Deporte y el Comité Olímpico Argentino, nadie podrá decir que todo fue fruto de la casualidad o de esfuerzos personales. Al menos, no esta vez. Por último, un aspecto vital: la generación 2018 no es la de los 142 atletas olímpicos sino la de los 704 que habían pasado el último filtro. Sólo por cuestiones de cupo 562 deportistas aptos no pudieron participar de los Juegos.

      El punto fundamental ahora es que no se corte esta corriente positiva. El deporte depende del financiamiento, es cierto. Como también es verdad que el presupuesto en 2019 en el área será de 919 millones de pesos, menor al de los últimos tres años con el plus del arrastre de una inflación que parece no tener techo. Pero también está claro que el deporte necesita ideas y voluntad política para llevarlas adelante. “Si lo que hicimos para Buenos Aires 2018 se hace en tres ciclos olímpicos, cambiaremos el deporte argentino”, se escuchó decir el miércoles en el Parque Olímpico, durante las competencias de atletismo.


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      Está clara la necesidad de continuar con la planificación, entonces. Pero en ese contexto, al mensaje de la alta dedicación empleada por muchos deportistas, como razón fundamental para el logro, va en desmedro de la educación que esos atletas deben tener como parte de su formación. Marcelo Garraffo, una de las figuras históricas del hockey sobre césped argentino, abanderado olímpico en Barcelona 1992 y hoy entrenador, dice que “el mensaje fue ‘si querés ganar una medalla olímpica tenés que hacer triple turno de entrenamiento e ir al colegio cuando puedas y no cuando tengas que ir’”.

      Muchos fueron los deportistas y técnicos que hicieron alarde ante los micrófonos y los grabadores del esfuerzo realizado en los últimos años, con los viajes permanentes en los que la escolaridad quedó absolutamente al margen. “Precisamente, en unos Juegos donde se habla de cultura y educación y se relativizan los resultados, nosotros hicimos una preparación como si los chicos fueran atletas de alto rendimiento que ya se dedican al deporte como medio de vida”, sostiene Garraffo.

      Las autoridades del deporte argentino están de acuerdo con volver a conectar al deporte con la educación, un pase que había decidido Mauricio Macri cuando llegó a la Presidencia. Sin embargo, esa medida sólo se mantuvo hasta agosto de 2017, cuando el Gobierno decretó el paso de la Secretaría que todavía conduce Mac Allister (hasta fin de mes)a la Secretaría General de la Presidencia a cargo de Fernando de Andreis. Lo preocupante para muchos es que Deporte pasará a ser una Agencia con la llegada de Diógenes de Urquiza al área.

      El deporte argentino necesita seguir con la refundación que significó la creación del ENARD. Y si hubo un antes y un después con el nacimiento del Ente que pasó a regular la organización y la financiación del alto rendimiento, también lo deberá haber con los Juegos Olímpicos de la Juventud. Si el tren se deja pasar todo habrá sido en vano. Hasta la pasión de la gente que hizo de Buenos Aires 2018 una verdadera fiesta. Igual a ninguna. Diferente a todas.

      Cierre de los juegos Olímpicos la Juventud. 
(Foto: Guillermo Rodríguez Adami)Cierre de los juegos Olímpicos la Juventud. (Foto: Guillermo Rodríguez Adami)