Noticias hoy
    En vivo

      Verónica Ravenna, la joven que lleva la bandera argentina a bordo de su trineo... a 120 km/h

      Radicada en Whistler, Canadá, desde los seis años, la olímpica en PyeongChang es una enamorada del luge y no le teme a la velocidad. "No se siente que vas tan rápido. Entrenás el cerebro y el tiempo se congela", le cuenta a Clarín.

      Verónica Ravenna, la joven que lleva la bandera argentina a bordo de su trineo... a 120 km/hVerónica Ravenna parte con su trineo en la prueba de luge de PyeongChang 2018. Foto: AP

      La historia de Verónica Ravenna con el luge estaba destinada a ser. Cuando tenía seis años, su familia dejó su Buenos Aires natal y se instaló en Whistler, una pequeña ciudad ubicada a 120 kilómetros de Vancouver. Unos años más tarde, allí se construyó una pista para albergar las competencias de los deportes de trineos de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2010. Y el destino quiso que ella fuera con sus compañeros de escuela a probar tirarse por ese tobogán gigante de hielo. Fue amor a primera vista. Hoy, con 20 años y una experiencia olímpica encima -tuvo su debut en PyeongChang 2018-, sigue construyendo su vida y su carrera desde la Columbia Británica canadiense, pero lleva la bandera argentina por el mundo a bordo de su trineo.

      "Las pistas de luge son muy caras. Construirlas sale millones de dólares. Por eso, salvo Alemania, donde éste es como un deporte nacional, generalmente se construyen sólo para algunos Juegos Olímpicos. Cuando se hicieron acá los de 2010, para que los chicos vivieran también la experiencia de los Juegos nos llevaron a probarla. Me divirtió mucho. Me gustó la velocidad con la que bajabas y el hecho de que todo dependía de mí. Y también los trajes que se usaban", recuerda Ravenna en charla con Clarín

      Verónica Ravenna llega a los 120 km/h sobre el trineo.
Foto: ReutersVerónica Ravenna llega a los 120 km/h sobre el trineo. Foto: Reuters

      -Si tu familia no se hubiera mudado a Whistler, probablemente no habrías conocido el luge. ¿Por qué eligieron esa ciudad?

      -En 2004 nos fuimos de Argentina por el trabajo de mi papá. Él tiene una compañía de pisos de madera con unos socios y eso le permitía mudarse a cualquier ciudad grande del mundo. La idea era ir a Vancouver. Pero él conoció Whistler, que es un pueblito muy chiquito de esquí, y como amaba mucho ese deporte prefirió venirse para acá.

      -¿Cómo es la vida allá?

      -Todo gira en torneo a la montaña. En invierno, con los deportes de nieve. Y en verano la parte que queda sin nieve se transforma en un "bike park" y se acomoda todo para hacer muchas actividades en bicicleta. Aunque en el glaciar tenés nieve todo el año, así que si sos muy fanático del esquí podés practicarlo siempre. Por eso generalmente hay más turistas que habitantes. Y hay más personas de otras partes del mundo que canadienses. Hay un montón de jóvenes de Australia, de Inglaterra y de toda Europa que terminan de estudiar y antes de empezar a trabajar, vienen y se quedan por dos años. Va y viene gente todo el tiempo. El noventa por ciento son hoteles y restaurantes.

      Verónica Ravenna se mudó a Canadá a los 6 años.Verónica Ravenna se mudó a Canadá a los 6 años.

      -¿Las costumbres son muy diferentes a las argentinas?

      -La gente es muy amable, pero no tan abierta como estamos acostumbrados en Buenos Aires. No comparten tanto. Hay unos lagos muy lindos y se hace mucha vida al aire libre. Algo que es muy distinto es que acá la gente te invita a ir a caminar a la montaña, a nadar o a hacer algún deporte; no a tomar un café con una medialuna como allá. La forma de comer también es muy distinta. Ellos hacen un desayuno muy grande, con huevos, jamón, tostadas... Y cenan a las seis de la tarde.

      Aunque ya hace casi 15 años que están instalados en Whistler, puertas adentro los Ravenna siguen siendo bien argentinos. "En casa hablamos sólo español. Es una regla que pusimos para que mi hermano Agustín y yo no perdiéramos el idioma y porque para mis padres es más fácil que el inglés. Cenamos más tarde, como hacíamos en Buenos Aires. Las comidas son muy argentinas, mi mamá y mi hermano son de tomar mucho mate y la siesta nunca falta, aunque acá no exista esa costumbre", relata Verónica, que vive con papá Jorge, mamá Amaya y su perro Malbec, bautizado en honor a los vinos argentinos. Su hermano hace tres años que se fue a estudiar a la universidad. 

      Tal vez por ese lazo que mantiene con sus raíces, ella no dudó en aceptar la propuesta de la Asociación Argentina de Bobsleigh, Skeleton y Luge para representar a la Argentina. La oferta le llegó poco después de sufrir una fractura de clavícula cuando estaba realizando las pruebas para ingresar al equipo canadiense en 2014. Una decisión de la que no se arrepiente.

      Verónica Ravenna saluda la bajar del trineo en  Pyeongchang 2018.
Foto: APVerónica Ravenna saluda la bajar del trineo en Pyeongchang 2018. Foto: AP

      "Después de que empecé, todo el apoyo que me llegó de los argentinos fue impresionante. Canadá es un país muy grande y tiene muchos deportes de invierno, pero en todos los años que competí en este país nunca tuve ese tipo de apoyo. Los argentinos me escribían por Facebook, me agradecían por representarlos... Amo Canadá, pero mi familia y mi lugar están en Argentina. Ahí es donde mejor me siento", reflexiona Ravenna.

      Ya con el celeste y blanco pintado en su traje, en 2016 compitió en los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud de Lillehammer, en los que finalizó séptima. Fue décima en el Mundial Sub 23 de Innsbruck 2017. Y en febrero fue la más joven de la delegación argentina y la abanderada en la ceremonia de clausura en la cita de PyeongChang 2018.

      El luge es un deporte que consiste en competir en velocidad sobre un trineo especial que se frena con los pies y en el que los atletas van tumbados boca arriba. Es el centro de su vida y, durante las épocas de competencia, su rutina gira en torno a los entrenamientos. 

      Verónica Ravenna, en el bosque canadiense.Verónica Ravenna, en el bosque canadiense.

      "Cuando estamos compitiendo, estamos dos o tres meses afuera de casa, generalmente en Europa. En el circuito de la Copa del Mundo que estamos haciendo ahora, son cinco días de entrenamiento y dos de competencia en cada lugar. Todos los días arrancamos caminando la pista para ver si cambiaron algo. Porque si hay más hielo o menos hielo en un lugar, te puede llegar a cambiar todo. Después calentamos y hacemos generalmente tres o cuatro bajadas. De ahí vamos al hotel a pulir el trineo para que no se pongan feas las cuchillas, que son de metal. Eso nos lleva una o dos horas. Y también trabajamos dos horas más o menos en el gimnasio. Durante el circuito de la Copa del Mundo, que termina en febrero, trabajo con un par de entrenadores de naciones chiquitas que tienen pocos atletas. La temporada pasada éramos un grupo de seis o siete atletas, algunos de Croacia, de Taipei y de otros países que no tienen grandes equipos. Cuando estoy en Whistler suelo entrenarse con el equipo de Canadá. Aunque ahora hasta octubre no tenemos más entrenamiento de hielo, así que es todo en el gimnasio", cuenta.

      -¿El entrenamiento físico es importante para este deporte?

      -Sí, porque tenés que tener mucha fuerza en la espalda y en los brazos. Nosotros donde más podemos agarrar ritmo es en el arranque, en el que tenés que empujarte en una rampa de unos cinco metros con unos pinchos que tenés en los dedos. Y también hay que tener fuerza en el cuello para sostenerlo. Como los alemanes, que son todos altos y grandes, son los mejores en este deporte, antes decían que los más altos, como tienen los brazos más largos, eran mejores porque podían acelerar más. Pero ahora se está empezando a ver que si sos chiquito podés ser bueno porque frenás menos el trineo, pero tenés que ser pesado y tener mucho músculo, porque ser rápido es fundamental.

      Verónica Ravenna guantea como parte de su entrenamiento físico.Verónica Ravenna guantea como parte de su entrenamiento físico.

      Arriba del trineo, Verónica puede llegar a alcanzar una velocidad de 120 kilómetros por hora, aunque ella aclara: "La verdad es que no se siente tan rápido. En PyeongChang, cuando entraba a las curvas, podía ver a todo mi equipo que estaba ahí y las banderas que estaban colgadas; veía todo. Y desde afuera, ellos sólo veían algo que se movía. Entrenás el cerebro y el tiempo se congela. Algo que pasa en un segundo se siente como que son cinco o siete segundos".

      -¿Entonces es importante el entrenamiento mental además del físico?

      -Sí, yo trabajo con un psicólogo deportivo cuando estoy en Whistler. El luge es 50 por ciento físico y 50 por ciento mental. O tal vez hasta 40-60. La cabeza hace una gran diferencia, porque como tenés que moverte tan poquito- si estás asustado o tenso te puede ir remal. Hacemos muchas “largadas de mente”, en las que te sentás en el trineo en cualquier lugar, cerrás los ojos y te imaginás la pista, te imaginás bajando y cómo va a salir todo. Y eso lo hacemos tres o cuatro veces antes de cada largada de verdad.

      Aunque está dedicada cien por ciento a su carrera deportiva, durante los meses en los que los entrenamientos son menos intensos, Verónica aprovecha para ocuparse más de los otros aspectos de su vida. 

      "Hasta los Juegos Olímpicos estuve enfocada en los entrenamientos, así que ahora toca estudiar un poco. Yo tengo una empresa chiquita de chocolates y estoy haciendo un curso de eso y de finanzas para tu propia compañía. Y también estoy ayudando en un colegio, para ver si me gusta y el año que viene pudo empezar a estudiar para ser maestra", cuenta. 

      Y explica que la producción de chocolates empezó como una actividad que compartía con su familia. "Cuando estábamos en Argentina, mi mamá también tenía una empresa parecida, que se fundió en parte porque mi hermano y yo nos comíamos todo. En Whistler se hace una feria artesanal de chicos y un año se nos ocurrió hacer chocolates. Mi mamá me enseñó un poco y así empezamos. Me gustaría algún día tener un local, pero por ahora vendemos acá por Internet a algunos hoteles y, por pedido, sobre todo en Navidad o en Pascuas. Lo hago todo yo en mi casa para ayudar a cubrir los costos del deporte", comenta. 

      No le tiene miedo a bajar con el trineo a 120 km/h la porteña Verónica Ravenna.
Foto: EFENo le tiene miedo a bajar con el trineo a 120 km/h la porteña Verónica Ravenna. Foto: EFE

      -¿Es un deporte muy costoso?

      -Necesitás equipos muy caros. La calidad del trineo influye mucho. A un atleta buenísimo en un trineo no tan bueno le iría mal. Por eso no se puede competir con los alemanes, que pueden por ejemplo gastar ocho mil euros por año para cambiar un trineo cada temporada. Mientras que nosotros tenemos que usar el mismo trineo tres o cuatro años. Yo recibo apoyo del ENARD y del Comité Olímpico Argentino, mucho de eso gracias al trabajo que hace Christian Attance desde la Asociación Argentina. Eso suma, aunque no sea mucho. También de la Federación Internacional de Luge. Tenía unos sponsors, pero este año ya no. Al final el que más me ayuda es mi papá.

      Aunque su vida esté en Canadá, Verónica es "la referente" del luge argentino. Y si bien todavía le quedan muchos años para seguir recorriendo el mundo con su trineo, ya sabe que en el futuro le gustaría ayudar al crecimiento de los deportes de invierno en nuestro país. 

      "Argentina tiene atletas muy buenos. Y con las montañas y los escenarios que tenemos, es una lástima que no estemos peleando al mismo nivel que los noruegos o los canadienses. Es importante que se arme una estructura un poco más grande para ayudar el desarrollo de los atletas, pero si se consigue eso, creo que vamos a estar en condiciones de competir con países con tanta tradición como esos", analiza Ravenna, la porteña que plantó la bandera argentina en medio de las montañas canadienses. 


      Verónica Ravenna, en PyeongChang2018.Verónica Ravenna, en PyeongChang2018.

      La experiencia olímpica

      Faltaban menos de dos semanas para el comienzo de los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang 2018 cuando Verónica Ravenna recibió la noticia de su clasificación. Una noticia que la tomó por sorpresa. Es que ella había quedado 39ª en el ranking que otorgó 30 plazas para la cita, pero otros países liberaron cupos y ella se ganó un lugar.

      "Estaba en Alemania corriendo el Mundial Junior y pensando en volver después a Canadá. Además, teníamos pensado ir a Argentina a visitar a la familia y a disfrutar del calor en Miramar unos días. Y de repente me llegó el mail con la confirmación de los atletas. Primero pensé que me lo habían mandado por error, hasta que mi papá me dijo que me tocaba ir", recuerda.

      En esa ciudad surcoreana tuvo su debut olímpico y aunque en lo deportivo no le fue tan bien como ella esperaba -terminó 24ª tras tocar una de las paredes en la tercera bajada-, la experiencia fue inolvidable.

      "Estaba muy nerviosa. Tenía el objetivo de quedar en el top 20 para poder hacer la largada final, pero es una carrera y no todo sale como vos querés. Igual después volví a la Villa y todo el equipo me felicitó. Lo que viví con el resto de la delegación argentina fue increíble. Nos llevábamos rebien, nos hicimos muy amigos y siempre nos apoyábamos. Fuimos como una familia chiquita", cuenta Ravenna.

      Y ya se ilusiona con tomarse revancha: "La próxima me irá mejor. Para los Juegos de Beijing 2022 voy a estar más preparada, con más experiencia, y voy a tener un trineo mucho mejor. Eso me puede ayudar mucho".



      Sobre la firma

      Luciana Aranguiz

      laranguiz@clarin.com