Miami, el torneo sin semifinales

No era descabellado pensar que Rafael Nadal y Novak Djokovic iban a encontrarse en la final del Masters 1000 de Miami. Lo llamativo resultó el camino por el que ambos llegaron al partido decisivo del certamen: ninguno de los dos debió disputar su encuentro de semifinales, ya que los rivales, el checo Tomas Berdych y el japonés Kei Nishikori, tuvieron que retirarse por problemas físicos.

Una lesión en el aductor de la pierna izquierda impidió que Nishikori se presentara a disputar su duelo frente a Djokovic, campeón vigente del torneo, e intentara extender su gran presente. Para llegar a esta instancia, el japonés había eliminado a Marinko Matosevic, Grigor Dimitrov, David Ferrer, cuarto preclaseificado del certamen, y Roger Federer, quinto cabeza de serie.

"Es una pena. Estaba jugando realmente bien y me entusiasmaba poder jugar aquí en semifinales, pero no me podía desplazar de lado a lado. Calenté hoy y no me podía mover", explicó el nipón, que tras esta buena semana regresará el lunes al top 20. "Nunca es agradable pasar a una final sin pelear. Es una pena para el torneo", lamentó Djokovic, que también había accedido a tercera ronda por el retiro de su rival (el alemán Florian Mayer) y que el domingo intentará quedarse con su tercer título en Miami.

Nadal tampoco necesitó transpirar para acceder a la final, ya que Berdych no pudo presentarse por padecer una gastroenteritis. "Anoche fue básicamente la mismo que en cualquier otra noche. Terminé en el mismo restaurante, todo estaba bien. Me desperté temprano con dolor de estómago. Estoy decepcionado por no poder jugar", explicó el checo.

Favorecido por esta situación, el español, número uno del mundo, llegará descansado al encuentro decisivo, en el que intentará cortar una serie de tres finales perdidas en Miami (2005, 2008 y 2011) y alzar su primer trofeo en uno de los tres Masters 1000 que nunca pudo ganar (los otros son París y Shanghai).