Veléz encontró el alivio en Liniers y mandó a Colón al desempate

“Un amor como el nuestro no puede morir jamás”, canta el José Amalfitani en fiesta tras la victoria de Vélez 3-1 ante Colón. En frente de la popular local, los jugadores velezanos saltan y revolean lo que tienen en la mano eufóricos por la salvación. Sebastián Méndez, el entrenador que volvió por el llamado del corazón, con dificultad choca sus manos intentando seguir el ritmo de la canción. A un costado del delirio, Israel Damonte saluda a cada uno de sus dirigidos anunciando la buena noticia dentro de la tristeza: Gimnasia cayó ante Banfield y entonces habrá desempate para determinar el segundo de los ascendidos. Sí, tuvo varias emociones el inicio de la última jornada loca de la Copa de la Liga.

A veces en el fútbol se derriban algunos mitos. Suele decirse que con los chicos se hace difícil pelear por títulos y por no descender, que los experimentados son los futbolistas ideales para esos momentos de fuego. Pero ahí está regalando un ejemplo contrario el Vélez de Méndez, ese que pateó el tablero por amor, dejando casi que en banda a los de Unión. Y es que el Gallego no dudó en volver a su club amado y apostó por los juveniles, esos que le respondieron cuando más lo necesitaba: en el partido más caliente del año, Santiago Castro (19 años) y Valentín Gómez (20) fueron los que empezaron a marcar el camino de la salvación en la hermosa tarde de Liniers.

El Amalfitani jugó una final, conviene decirlo. Tal vez desde ahí Vélez le empezó a ganar el duelo a Colón. Siempre dieron un poquito más los locales, alentado por un estadio que lució como en sus mejores jornadas, con calor y calor para provocar un plus. Y vaya si lo lograron: el Fortín se impuso de principio a fin.

No fue un partido brillante ni lúcido desde lo táctico; se conocía que lo mental era lo que iba a prevalecer. Entonces, como las ganas de Velez fueron mayores que las de Colón, los dirigidos por Méndez se encontraron mejores sensaciones. Castro es el mejor futbolista del Fortín en el semestre. El único que le puede debatir el lugar es Claudio Aquino. Por algo fueron los más ovacionados cuando los presentó la voz del estadio. Fue el delantero el que produjo el desahogo con un golazo y tras una jugada preparada. Aquino entregó un córner desde la derecha hacia atrás a Jara, el ex Boca remató cruzado y Castro la metió al ángulo luego de desviarla a media altura.

La ventaja potenció al local y expuso todos los males de Colón. Israel Damonte se la pasó dando órdenes sin ser comprendido. Lo que más pedía el entrenador era que el equipo se adelante. Pero el 5-3-2 pareció estar ideado para defender. Algo anda mal cuando se tienen que dar tantas indicaciones. Estaba tan torcida la tarde para el Sabalero que el técnico intentó meter 3 cambios a los 40 minutos. Pero no tuvo suerte: Vélez salió furioso de contra, Colón retrocedió sin fuerza y Valentín Gómez coronó una gran jugada por derecha de Braian Romero. El golpe fue tan duro que el DT mandó a sentar a los 3 que se iban a meter en la cancha.

Damonte realizó cuatro modificaciones para el complemento, pero la suerte ya estaba echada. Aquino coronó otro gran partido con un lindo remate desde afuera del área. Lautaro Gianetti se hizo gigante para guapear contra las torres Wanchope Ábila y Javier Toledo, el autor del descuento a poco del final.

Ganó merecidamente Vélez y sufrió poco: en una tarde para estar con la radio en la oreja, en ningún momento se molestó en consultar por los otros resultados. Por eso seguirá en Primera División en 2024.