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      El IVA, un impuesto regresivo que en la Argentina perjudica a los más pobres

      El IVA, un impuesto regresivo que en la Argentina perjudica a los más pobresLa AFIP en el Mercado Central fiscalizando el pago del IVA, uno de los impuestos más regresivos de la Argentina.
      Redacción Clarín

      ¨Por

      Matias Olivero Vila y Santiago Saenz Valiente

      Presidente y Miembro de Lógica

      En un reciente informe de los tributaristas de la UIA, comparativo de 30 países (G20 y Sudamérica, 86% del PBI mundial), se concluyó que de los siete impuestos más relevantes, en seis tenemos el impuesto más gravoso y en uno de ellos, el impuesto al valor agregado (IVA), figuramos cuartos, ponderando especialmente la alícuota aplicable. Pero si se realiza un análisis más profundo, podemos concluir que también tenemos el IVA más gravoso, especialmente para los 18 millones de argentinos bajo la línea de la pobreza.

      El IVA fue creado en Argentina en 1975. Se aplica a bienes y, desde 1990, también a servicios sobre el efectivo valor agregado en cada etapa. Pero, al final de la cadena, recae sobre los consumidores finales. Es decir, cuando compramos alimentos, vestimenta, bienes del hogar y otros, los argentinos pagamos el 21% adicional, calculado sobre el precio neto, sin distinguir las diferentes capacidades económicas de los consumidores, siendo por eso regresivo. Quienes intervienen en la cadena económica (comercios, industrias, profesionales, etc.) teóricamente no deberían tener perjuicio, sino que debería ser neutro por tratarse de simples eslabones para ingresar el impuesto a la AFIP. Pero en la práctica veremos que esto no es así.

      Tomemos 4 de los aspectos más relevantes:

      1) Alícuota. La alícuota originaria en 1975 fue del 13%, años más tarde subió al 16%, luego al 18%, hasta trepar al actual 21%. Nunca bajó. Existen alícuotas reducidas del 10,5% para unos pocos alimentos y agravada del 27% para servicios.De aquellos 30 países, sólo 5 superan la alícuota del 20%: Italia y Uruguay con el 22% y España, Países Bajos y Argentina con el 21%. La mayoría de esos países no superan el 16%. Es decir, que Argentina tiene una de las alícuotas más altas.

      2) Costos financieros. En cada eslabón de la cadena se paga el excedente del IVA sobre ventas respecto del IVA sobre compras. Si, por el contrario, hubiera excedente de IVA compras sobre el IVA ventas, en casi todos los países ese excedente automáticamente se devuelve o compensa con otros impuestos. Pero no en Argentina. Sólo puede computarse contra el IVA de ventas futuras. Y mientras tanto el crédito de IVA no se actualiza por inflación. Los exportadores tienen un régimen especial de devolución del IVA, pero es tan engorroso el trámite que también termina licuándose por la inflación. Aparte, la AFIP ha decidido aplicar ciertas percepciones en medio de la cadena que tornan al IVA aún más gravoso. Todos estos costos ocultos naturalmente deben cubrirse por las respectivas empresas, por lo que tarde o temprano terminan siendo afrontados por el consumidor.

      3) Alimentos. Es llamativa la diferencia entre la Argentina y la gran mayoría de los países. Casi todos se dividen entre los que eximen los alimentos (o al menos los de la canasta básica) y los que aplican una alícuota reducida que, en general, ronda entre el 5% y 10%. Ecuador, Australia, Canadá, Reino Unido y otros desgravan totalmente los alimentos. Los otros 4 países que tienen alícuotas mayores al 20% aplican tasas reducidas entre el 4% y el 10%. No es el caso de Argentina que, salvo para ciertos pocos productos sujetos al 10,5% (pan, leche, frutas, verduras, hortalizas, pescados, ciertos cortes de carnes),la alícuota general del 21% se aplica para todo el resto de los alimentos.

      4) Falta de transparencia. En Argentina, a las empresas se les discrimina o expone el IVA por separado en la factura. Por el contrario, a los ciudadanos de a pie, no (salvo en facturas de servicios públicos, financieros, de internet y alguno más). En el resto de los países la regla casi unánime es que el IVA se expone en el ticket para todos, incluidos los consumidores. Este ocultamiento del IVA en Argentina provoca una falta de conciencia fiscal en el ciudadano que, por no saber los impuestos que paga, tampoco se preocupa por saber cómo se utilizan sus impuestos por parte del Estado. Esta falta de involucramiento y supervisión del ciudadano es lo que ha posibilitado el desmadre del gasto público en las últimas dos décadas.

      Conclusiones: Argentina tiene uno de los IVAs más gravosos del mundo.

      * El IVA argentino es, en nuestra opinión, el más gravoso para aquellos que se encuentran bajo la línea de pobreza y que destinan una parte sustancial de sus ingresos para sus necesidades básicas, tales como alimentación.

      * En Argentina se aplican hasta 5 impuestos sobre el mismo importe del ticket, a saber IVA, débitos y créditos, ingresos brutos, tasa de seguridad e higiene (o similar) y, para ciertos productos, internos. Si bien los otros 4 impuestos se aplican técnicamente en cabeza del vendedor por su naturaleza son trasladados directamente al consumidor. En otros países, en general, se aplica sólo el IVA o un impuesto a las ventas, y pocos países algún impuesto más. Pero nunca los hasta 5 impuestos de Argentina.

      * Esto lleva a que, según los cálculos del IARAF, cada vez que los argentinos consumimos alimentos o bebidas terminamos pagando, respectivamente, el 42% o 48% de impuestos sobre el precio final. Es decir que los impuestos a lo largo de la cadena representan casi tanto como la suma del costo y la rentabilidad del producto.

      * Lo que nos lleva a la reflexión que planteamos desde Lógica de en qué se ha convertido nuestro sistema tributario que cada vez que los argentinos consumimos, especialmente aquellos 18 millones bajo la línea de pobreza, compramos un producto para nosotros y casi otro igual para el Estado.