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      Hay muchas reservas en la cuerda floja

      El Gobierno enfrenta el riesgo de perder una montaña de reservas en un mercado cambiario inestable.

      Todavía falta tiempo, pero cada vez menos para que Axel Kicillof deba enfrentar un test clave con muchísimos dólares en juego. Ocurrirá un par de semanas antes de las elecciones y, encima, no se presenta como un paseo.


      El 3 de octubre habrá que pagar US$ 6.000 millones por el Boden 2015. Esa plata existe y existe, también, un riesgo grande si el Gobierno se la saca toda al Banco Central: el riesgo de perder una montaña de reservas en un mercado cambiario inestable.


      Aun cuando los especialistas ignoran si el ministro ha comenzado a explorar el terreno, incluidos aquellos con sólidos contactos en el exterior, la alternativa menos costosa sería que los inversores aceptaran canjear Boden 2015 por Bonar 2024 y patear la pelota hacia adelante.


      Dice uno de esos especialistas: “Sería lo mejor, evidentemente. Pero dudo que haya muchos entre quienes han apostado al Boden, que es un bono corto y tentador, dispuestos a dejar pasar la oportunidad de hacerse ya de sus dólares”.
      ¿Y entonces ...?, le preguntó Clarín.


      Respuesta: “Para que acepten canjear lo que ahora mismo tienen en el bolsillo por un título largo deben ofrecerles un filón muy rentable. Aún así, según mis cálculos el Gobierno podría colocar entre 1.000 y 1.500 millones de dólares. El resto debería cubrirlo con reservas”. El resto serían, en el mejor de sus supuestos, 4.500 millones de dólares.


      Está descontado que a Cristina Kirchner no le temblará el pulso y pondrá esa plata: ha demostrado plenamente su compromiso con el pago de las deudas y no cargaría con semejante antecedente justo cuando termina su mandato.
      Pero perder reservas por US$ 4.500 millones de un día para el otro y a dos semanas de las presidenciales no parece una decisión libre de trastornos. Sobre todo si el Gobierno sigue sin acertar con medidas que calmen la turbulencia cambiaria, o sea, si no logra salir del laberinto en que hoy está metido.


      ¿Hay bancos grandes interesados en entrar en la operación?, le preguntó Clarín al mismo especialista.


      Respuesta: “Siempre pueden aparecer uno o varios si les aseguran una ganancia importante. No los veo a los norteamericanos, al Morgan y al Bank of America por ejemplo, embarcándose en esto, porque andan muy jaqueados por los fallos de Griesa. Tal vez haya europeos inclinados a entrar, pero habría que ver”.


      Algo así sucedió en abril con la colocación de Bonar por US$ 1.415 millones. Claro que en ese momento el ministro y la Presidenta convalidaron una tasa de interés de casi el 9%, altísima para los estándares internacionales, el doble de la que pagan países vecinos. Y en realidad hubo más que eso.


      Todavía retumba en el mercado, y ha vuelto sonar, un detalle de aquella operación. El banco europeo que entró de lleno en la movida ganó la tasa más un diferencial en el precio de la colocación que, sumados, le dejaron un rédito de 10 millones de dólares.


      Otro especialista pone esa jugada blanco sobre negro: “Kicillof se jactó de no haber contratado los servicios de una entidad internacional y de haberse ahorrado la comisión. Lo que se ahorró fue una comisión de 3,5 millones de dólares, pero precio contra precio eso dio un resultado que es lo menos parecido a un gran logro”.


      La semana pasada, un fallo del juez Thomas Griesa abrió paso a la vía de que los fondos buitre intenten bloquear el canje de los Boden por nuevos Bonar 24 y traben el pago de la deuda. “Si se confirma este escenario, se reducen significativamente las posibilidades de nuevas emisiones de deuda en los mercados internacionales, complicando así la posibilidad de canje del Boden 2015”, comentó en un reporte la consultora ACM.


      Según ACM, la decisión de Griesa no sólo podría afectar el canje sino, también, obstaculizar otras colocaciones de deuda que lo complementen para preservar las reservas.


      Cerca de Kicillof afirman que el proceso llevará tiempo antes de que haya una sentencia definitiva, aunque uno de los fondos que pleitean contra la Argentina ya se apresuró a presentar un escrito ante el juez para impedir cualquier pago en moneda extranjera. Griesa y la Justicia de EE.UU. han demostrado ser poco sensibles a las necesidades del kirchnerismo. Y al kirchnerismo le cuesta mucho probar que acierta con sus movimientos.


      Para mayor abundancia, en octubre también cae el vencimiento de un bono de provincia de Buenos Aires: son 500 millones de dólares que se agregan a los 6.000 millones del Boden 2015.


      “Antes decían que no nos prestaban, ahora dicen que nos prestan caro. Deben estar cansados de correr el arco y bastante calentitos”. Así festejó el Gobierno la colocación de US$ 1.415 millones: con esa frase de Kicillof y una de Alejandro Vanoli, el jefe del Central, en el sentido de que tampoco era cierto que la Argentina tuviese cerrado el acceso a los mercados. Claro está, todo se facilita cuando media una tasa de interés de casi el 9%.


      Ya sonaba a contrasentido enorme que fuese motivo de orgullo algo que siempre le fue enrostrado al neoliberalismo de los 90: la gravosa salida de endeudar al país. El punto es que exactamente lo mismo ocurre en el final del ciclo kirchnerista y ocurre con un par de datos agregados.


      Uno es que según cifras del INDEC la Argentina tuvo y aún tiene precios de exportación como pocas veces hubo: pese a la baja, las cotizaciones de la soja todavía duplican a las de 2003. El otro, que existen serias dificultades para conseguir financiamiento: emisarios de dos candidatos fuertes han advertido, en Nueva York, que ni para sus jefes está allanado el camino al crédito internacional y que de entrada será mejor manejarse sin ese activo.


      Nada menor por cierto, un problema que corre a la par de los vencimientos de octubre son las reservas escasas. Y sobran precedentes de que, cuando faltan, las divisas del Central resultan lo más parecido a un objeto del deseo; mejor dicho, de la avidez de los operadores experimentados en no dejar pasar el tiempo.


      Kicillof debiera estar pensando, ya, en cosas distintas a las palabras para que las presiones cambiarias desaparezcan pronto, aunque la solución no pinte sencilla o salga inevitablemente cara. Se sabe: es imposible resolver problemas acumulados durante años en apenas tres meses.


      Sobre la firma

      Alcadio Oña

      aoña@clarin.com

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