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      El valor creciente de los datos en las cadenas globales de valor

      • Los avances de la economía del conocimiento se extendió a casi toda la producción competitiva.
      • El autor dice que hoy es difícil distinguir servicios de bienes, manufacturas de intangibles, lo local de lo internacional.

      El valor creciente de los datos en las cadenas globales de valorLos autos tienen computadoras y envían información en forma constante.

      Una de las mayores transformaciones que padece el mundo es la irrupción del saber como el más relevante insumo en la producción de bienes y servicios. Se trata de la llamada “economía del conocimiento” (knowledge based economy), a la que José A. Navarro Martínez define como el sector que se basa en la información y el conocimiento para generar valor y ofrecer productos y servicios.

      La definición convencional refiere a la economía del conocimiento a actividades relacionadas con las tecnologías de la información o el software, pero en los últimos años se ha extendido a casi toda la producción competitiva planetaria. Los automóviles son computadoras con ruedas; los medicamentos se apoyan en grandes investigaciones científicas; los artefactos domésticos están ultraconectados; y la agroproducción trabaja sobre ingeniería genética, drones y agricultura de precisión.

      Por ello es difícil cuantificar qué porción del total de la producción puede considerarse dentro del fenómeno, que está transformando a las cadenas de valor.

      La economía mundial atraviesa una feroz transformación en seis facetas: planificación, inversión, organización, producción, trabajo y comercialización. Sobre ello, un reciente trabajo de UNCTAD menciona las actuales 11 incrementales tecnologías disruptivas: inteligencia artificial, Internet de las Cosas, la administración de Big-Data, blockchain, 5G, la impresión 3D, robotización, el uso de drones, edición genética, nanotecnología y la generación de energías limpias.

      Todo esto afecta a numerosísimos sectores y ya es difícil distinguir servicios de bienes, manufacturas de intangibles, lo local de lo internacional.

      Vivimos una nueva etapa en la globalización, que ya no tiene en las fuerzas tradicionales (el comercio supraestatal de bienes, la inversión extranjera directa, las cadenas de manufacturación transfronterizas) su mayor motor. Ahora la nueva globalización se empuja en la mundialización de estándares (que mueven a las empresas a operar dentro de reglas globales).

      Dice John Seaman en el IFRI que mientras antes las empresas se destacaban por desarrollar productos y luego pasaron a hacerlo por exportar tecnologías, hoy son líderes si imponen estándares. Marta Bizstrai explica que la nueva globalización ya no es solo “directa” y tradicional sino especialmente “indirecta”, generada en la mundialización del saber y el know how.

      Detrás de este fenómeno está la revolución de los datos: la información administrada (para crear conocimiento) se ha convertido en la fuente de estrategia, organización, manufacturación y comercialización de los más relevantes bienes y servicios en todo el mundo. Dice Bernard Marr (el gran predicador de la nueva economía) que “data is the new oil”: los datos en la producción tienen la relevancia que antes tuvo el petróleo.

      La estadística convencional menciona que Argentina exporta unos US$8.000 millones anuales desde la economía del conocimiento. Esto dentro del marco de las exportaciones de servicios (que apenas representan 0,23% del total mundial, un ratio aún menor que el pobre 0,33% en las exportaciones de bienes físicos).

      Pero puede decirse que si se considera la influencia tecnológica en otros rubros (agro, energía, alimentos, medicamentos, automotores, servicios, aparatos), la influencia de la nueva economía es creciente.

      Explica un trabajo de la OMC que el 45% de todas las exportaciones mundiales pueden ser consideradas “exportaciones indirectas” porque el valor principal no está en quien efectúa la venta sino en quien (antes) genera ese mayor valor. Ya un documento del McKinsey Global Institute advirtió que la vieja metodología estadística nos impide descubrir que los servicios explican más de la mitad del todo el comercio mundial (mientras los números tradicionales le conceden menos de un tercio).

      Si es así, la dimensión de la economía del conocimiento en las exportaciones argentinas se multiplica varias veces. Pero lo cierto es que la Argentina exporta poco. Y para exportar más requiere no solo producir más sino lograr más calificación en la oferta. Y, para ello, el requisito es involucrar más a la economía del conocimiento.

      Para lograrlo, deben concederse condiciones a empresas innovativas. Lo que exige cumplir 5 requisitos públicos pendientes: mayor institucionalidad, orden macroeconómico, infraestructura (especialmente digital), una agilización regulativa (menos intervencionismo) y una arquitectura institucional internacional (acuerdos de apertura e integración reciproca con varios mercados en el planeta).


      Sobre la firma

      Marcelo Elizondo
      Marcelo Elizondo

      MBA (Master en Administración de Empresas) Universidad Politécnica de Madrid, especialista en negocios internacionales

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