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      Una “vieja” coqueta


      La ciudad más antigua de Sudáfrica se prepara para recibir a los argentinos que se acercarán para alentar el sábado al seleccionado, en el partido ante Alemania por los cuartos de final. De estilo europeo, con animada vida nocturna y multicultural, se ofrece seductora para que la recorran.

      Una “vieja” coquetaCLAIMA20150325_2487 AFP. Ciudad del Cabo Ciudad del Cabo
      Redacción Clarín


      A la Argentina le toca enfrentar a Alemania en uno de los escenarios más lindos de Sudáfrica. No sólo porque jugará en el imponente estadio Green Point, sino porque Ciudad del Cabo, la sede, es una de las ciudades más hermosas y cosmopolitas del país.


      Lo primero que sorprende al llegar es su espléndido emplazamiento entre el imponente muro natural de la Montaña de la Mesa y el océano Atlántico. En lo alto de esa meseta de 1000 metros de altura, a la que se asciende en un funicular con piso giratorio, se abre un bellísimo paisaje de bahías que ondulan la costa, montañas con cumbres de nubes y un horizonte brumoso donde el océano se funde con el cielo como si realmente fuera el límite del mundo que creían ver los navegantes de la antigüedad.


      Es la ciudad más antigua del país. La fundaron los holandeses en 1652 y fue el puerto más importante de la ruta de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Pequeña, de estilo europeo, tiene pocos edificios altos y una costanera con restaurantes y negocios (el Waterfront) y una animada vida nocturna en Green Point, el barrio donde está la cancha.


      Esa rica historia se ve reflejada en el paisaje urbano y sus construcciones, en un contraste de edificios históricos restaurados con rascacielos. Así, uno de los lugares ineludibles es el Alojamiento del Esclavo, el segundo edificio más viejo de la ciudad, que tiene tres siglos en pie y hoy es el Museo Cultural de Historia.


      Otro atractivo ineludible para los turistas es el barrio malayo, habitado principalmente por descendientes de los esclavos que trajo la compañía Oriental durante el siglo XVII. La mayor parte de las familias que habitan sus filas coloradas de casas son musulmanes devotas, y la llamada a la oración se puede oír entre las estrechas calles a través del día.


      La Montaña de la Mesa es un monumento natural, y junto con el Jardín Botánico de Kisternbosch y el resto de la península forman el Reino Floral del Cabo, donde habitan 8.500 especies de plantas. Más allá se extiende una zona de viñedos que enlazan con la ruta del vino, y que remarca la amplia oferta de gastronomía y actividades culturales y artísticas. Histórica, multicultural, siempre viva, Ciudad del Cabo vale la pena.