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      Dudosa copia del Perón del 49

      Las medidas aplicadas sorpresivamente sobre automotores, electrodomésticos y libros, entre otros, remiten a las políticas industriales implementadas por Perón en los años de la segunda posguerra. Pero el método y el contexto las empeoran.

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      Redacción Clarín

      En los últimos meses, el Gobierno ha reforzado el control sobre las importaciones de manufacturas a través de instrumentos arancelarios y paraarancelarios.

      Por detrás de estas medidas, está el propósito de alentar la sustitución de productos importados por nacionales o incrementar el componente local de las manufacturas que se venden en el mercado interno.

      De esta manera, la industria automotriz, las fábricas de electrodomésticos, de computadoras y celulares, y recientemente la industria editorial, se han visto afectadas.

      Estas medidas remiten a las políticas industriales implementadas por Juan Domingo Perón en los años de la segunda posguerra . Más específicamente, recuerda el tipo de instrumentos utilizados a partir de la crisis de 1949. Entonces, en un contexto signado por la escasez de divisas, debido tanto a la caída del monto y valor de las exportaciones, el gobierno de Perón revisó sus políticas industriales y comerciales. Si bien entre 1946 y 1949 se habían aplicado algunas medidas destinadas a regular la composición de las importaciones como permisos previos de cambio y cuotas para la introducción de algunos productos cuya fabricación local se buscaba estimular, las importaciones no habían sufrido grandes recortes.

      En cambio, una vez que el déficit de la balanza comercial se hizo crónico, el gobierno peronista aplicó de manera más sistemática controles a la introducción de manufacturas que competían con la industria nacional. El Banco Central y el Ministerio de Industria exigieron un “certificado de necesidad”, que acreditaba que el artículo que el importador quería introducir no se fabricaba en calidad o cantidad suficiente. Más importante aún, fue la definición de políticas sectoriales para sustituir progresivamente importaciones.

      En general, estas políticas fueron acordadas con los sectores afectados: los industriales y en menor medida los importadores.

      Acuerdos de este tipo favorecieron a las plantas laminadoras de acero, las fábricas de maquinaria agrícola, de heladeras y cocinas. La escasez de dólares y los controles oficiales también fueron la base de las políticas que alentaron la radicación de automotrices y de fábricas de tractores. Estas políticas alentaron el crecimiento de la rama metalmecánica, que lideraría el patrón de crecimiento industrial hasta la década de 1970.

      Sin embargo, las políticas peronistas no ofrecieron estímulos suficientes para acelerar el cambio estructural, en parte por las dificultades externas – el estancamiento de las exportaciones y la escasez de dólares- pero también por su falta de continuidad.

      El contexto actual es diferente. El sector externo no muestra las urgencias de los años cincuenta.

      En los primeros nueve meses de 2011 la balanza comercial continúa registrando un superávit importante, aunque menor al de 2010. Según datos del INDEC, en los primeros nueve meses del año, el valor de las exportaciones creció un 25%, pero las importaciones ascendieron un 36%.

      Como resultado, el superávit se ha reducido.

      Ello impulsa al Gobierno a tomar medidas para prolongar el superávit comercial en un contexto internacional que continúa deteriorándose .

      Otra diferencia significativa es el carácter sorpresivo de las medidas.

      Los recientes controles impuestos sobre la importación de libros y revistas, que han recibido la atención de los editores, la industria gráfica y las librerías, son un ejemplo.

      Los editores han expresado su sorpresa ante estas medidas que, al trabar las importaciones, los ha colocado en dificultades.

      El problema tiene varias dimensiones dado que se trata de bienes culturales cuya circulación debe garantizarse.

      La experiencia de los países de industrialización tardía muestra que el éxito depende en gran medida de que se establezcan reglas de juego claras y estables , basadas en acuerdos entre el Gobierno y los empresarios.

      La sustitución completa de importaciones como meta no es posible.

      Tampoco sería deseable porque iría en contradicción con las tendencias del comercio mundial y con las relaciones comerciales del país en el Mercosur. En este plano lo mejor será estimular las exportaciones para buscar equilibrar la balanza comercial sectorial.

      Para ello será necesario atender otros problemas que afectan la competitividad del sector manufacturero como los costos, el acceso a la tecnología y al crédito , entre otros.

      Conviene también pensar en un horizonte de mediano y largo plazo .

      Para evitar los riesgos de las medidas coyunturales, es fundamental definir cuál es el perfil industrial deseable para la Argentina de las próximas décadas.


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