No se corta

Que no se corte , piden los hinchas, que ya llevan un campeonato entero alentando sin recordar qué gusto tenía la derrota .

Que no se corte , repiten desde aquel 17 de abril, cuando en un 3-3 contra Tigre empezó esta seguidilla de 19 partidos invicto . Anoche, tras el 0-0 con Argentinos y luego de esas dos jugadas del final que por poco no convirtió Juan Ramírez, lo gritan más fuerte que nunca: que no se corte.

Ni la racha. Ni la punta. Ni la ilusión.

Y Orion, Schiavi e Insaurralde escuchan el pedido de la gente y, pese a no mostrarse con la solidez de otras veces, pintan con pintura impenetrable el arco de Boca. Un arco que, más allá de las varias llegadas de Argentinos, otra vez tiene el enorme mérito de terminar en cero . Y Somoza, más que distribuir en el medio, reparte . Y Falcioni planifica.

Y si todo Boca cumple, Riquelme dignifica.

Lo cierto es que este Boca, al menos hasta que hoy jueguen Lanús-Colón, lleva cuatro puntos de ventaja en la tabla del Apertura. Y esa diferencia sobre los demás la sostiene y la ratifica porque todos dejan todo, hasta parte de sus saludables saludes . Y Erviti y Mouche juegan igual en La Paternal pese a los golpes recibidos ante Estudiantes. Y Viatri y Clemente Rodríguez se van con contracturas que les duelen hasta el alma. Y Román juega desde el minuto 1 al 90, termina con una sinovitis en la rodilla izquierda y se sube al micro con evidentes gestos de dolor.

Todo sea por la punta , aunque ayer Argentinos no lo haya dejado cortarse solo.

Todo sea por esta seguidilla de 19 resultados no negativos (10 victorias y 9 empates), que se estira como chicle y promete sumar capítulos.

Por lo pronto, es la tercera mejor racha invicta de Boca en torneos cortos , igualando a la de 2000 (en aquella oportunidad, fueron 13 triunfos y seis empates). La mejor, claro, pertenece al Boca de Bianchi que fue récord en el fútbol argentino: 40 partidos (29 y 11) sin perder en 1998 y 1999, hazaña que destronó al legendario Racing de José . La segunda mejor racha le pertenece al Boca de Basile, en 2006, cuando llegó a 22 partidos invicto (18 y 4). Si este Boca de Falcioni no pierde con Tigre, Belgrano y Colón, habrá alcanzado al del Coco .

Pasaron 169 días desde que Boca fue derrotado por última vez: el verdugo de aquel 10 de abril fue Lanús, en el Sur. Una semana después, en ese mismo Clausura que lo tenía a Falcioni en la cuerda floja, empezó a construirse este Boca sólido de hoy. Un Boca que, aun pese a no jugar bien como ayer, es casi imposible ponerlo de rodilla.

Hasta la mitad del Clausura 2011, Boca era un equipo débil, vulnerable, enclenque. Lo dirigiera Basile (en su segunda etapa en el club), Alves, Borghi o aquel recién llegado Falcioni, Boca era propenso a que cualquier rival se le animara y le ganara. De visitante o en la propia Bombonera. Aquel Boca que perdía más de lo que ganaba, hoy parece una lejana realidad.

Aquel Boca pensaba en los promedios , tabla que hoy ya casi nadie mira porque este equipo le apunta (y con toda la fe del mundo) al campeonato. Nada de sumar para escaparle a la Promoción: con un Riquelme que incluso encuentra huequitos como para destacarse en los partidos cerrados como los de ayer, este Boca avanza a paso firme.

El avance es hacia algo impensado cuando empezó este invicto que se fue construyendo con historias mínimas . Los últimos goles de Martín Palermo y el legado de la “9” a Viatri. El gol en contra de Carrizo en el último Boca-River. Los dos goles de Cellay ante Gimnasia. Los zurdazos potentes y bien direccionados de Colazo. El resurgir en el juego y en la red de Erviti. La muralla china que se armó en el fondo con las llegadas de Orion y Schiavi. Pequeñas y mínimas historias que buscan la máxima historia: el campeonato .