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      Fiesta mozartiana

      Crítica Elena Bashkirova La pianista tocó para el Mozarteum con la Orquesta de Salzburgo.

      Fiesta mozartianaCLAIMA20120511_0019 Elena Bashkirova La pianista rusa se lució en el “Concierto N° 21” de Mozart.
      Redacción Clarín

      Previsiblemente, el Mozarteum Argentino celebró su 60° aniversario con un programa de la más pura cepa mozartiana, a cargo de la pianista Elena Bashkirova y la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo dirigida por Matthew Halls.

      Elena Baskirova es conocida entre el público argentino no sólo por un maravilloso concierto a dos pianos con su marido Daniel Barenboim, en el Colón en 2010, sino también por otra gran actuación solista de dos años antes con el Jerusalem Chamber Music Festival Ensemble, en un programa que incluyó las Intermitencias del venerable anciano Elliott Carter.

      En esta ocasión no hubo curiosidades de ese tipo, sino que la pianista se limitó a una de las piezas más conocidas de Mozart, el Concierto N° 21 en Do mayor . En medio de esos transitados surcos mozartianos, muchos intérpretes se impacientan y no pueden evitar una adicional cuota de énfasis. Bashkirova toma el camino contrario y ofrece una ejecución de desarmante desnudez, sin sobreimpresiones de ningún tipo, con gran reserva expresiva y un bellísimo sonido.

      La orquesta cumplió su parte con exquisita precisión. Matthews Halls es un director, clavecinista y organista inglés con una vasta experiencia en la música antigua. Muestra además un particular talento coreográfico para delinear los arcos mozartianos. Es prolijo y ampuloso al mismo tiempo. Su manera de integrar todo en un gran continuo revela un gran dominio técnico, aunque todo eso se concreta de manera un poco fría. Los contrastes se muestran demasiado asimilados; las aristas, limadas.

      Esta especie de “alisamiento” expresivo, que se había anticipado muy tibiamente en la primera obra de la noche, la obertura de La clemenza di Tito , se volvió particularmente evidente en la pieza de “resistencia”, muestra incomparable del claroscuro mozartiano: la Sinfonía N° 40 en Sol menor .

      Fuera de la gran actuación de la pianista Elena Bashkirova, tal vez lo mejor de la noche haya llegado a la hora de los bises, con una vibrante y bellísima obertura de otra ópera de Mozart, Las bodas de Fígaro . Antes de eso, la orquesta había ofrecido un galante movimiento de una Casación de juventud.

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