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      Poesía en la contradicción

      Santiago Barrionuevo, compositor, cantante y bajista, habla del buen momento de la banda platense.

      Poesía en la contradicciónCLAIMA20130627_0075 Mucho por hacer El sábado tocan en Vorterix y tienen gira internacional.
      Redacción Clarín

      Hace diez años, mientras buscaban un nombre para su recién formado grupo, una línea azarosa del subtitulado de una película les dio su inesperado bautismo. Desde entonces, lo que pasó con El Mató a un Policía Motorizado no fue obra de la casualidad. A puro trabajo y talento, no sólo lograron que su música trascienda las fronteras de La Plata, sino también que las entradas de su reciente show en San Pablo, Brasil, se agoten por anticipado y que su último disco, La Dinastía Scorpio se edite en CD y vinilo en España.

      Inyectadas de una épica suburbana y una imaginería de cine clase B, sus canciones ya dejaron un tatuaje en el corazón del rock argento. “Siento que los diez años pasaron rápido y, a la vez, recuerdo todo lo que hicimos y parece que fue más tiempo”, dice el compositor, cantante y bajista Santiago Barrionuevo. “Un montón de cosas con las que nunca soñamos, como tocar en España, México, Estados Unidos y Brasil, se nos dieron. Y está bueno que nuestra esencia, el deseo y el amor por la música, no hayan cambiado”.

      ¿Cómo definirías a esa esencia?

      A veces trato de analizar qué tiene El Mató, por qué gusta. Y nunca llegué a una conclusión certera. Tampoco lo pienso mucho, porque es algo que se tiene que dar naturalmente. Sobre todo en los shows, donde se genera una cosa muy festiva con las canciones. Tienen algo espiritual: la gente cierra los ojos, las canta y se emociona.

      Cuando ustedes aparecieron, la escena “indie” respondía a otros patrones estéticos.

      Sí, a full. Cuando empezamos a tocar en Buenos Aires, vinimos con otra cultura. Quizás en La Plata era más común, pero el indie de Buenos Aires tenía otra onda. Hasta que se empezó a generar un ida y vuelta entre las dos ciudades. Así se rompieron un poco los moldes. Sin renegar del indie de tal forma o de otra, siempre es bueno que el panorama se abra y no se cierre en ghettos o se transforme en una especie de cliché.

      Fuera de las bandas platenses (Peligrosos Gorriones, Embajada Boliviana) y extranjeras (Pixies, The Jesus and Mary Chain) que suelen mencionar, ¿qué otras influencias destacarías?

      Muchas, porque uno puede estar buscando en lo alternativo, pero también hay una influencia total de la música y la cultura en general. Me acuerdo que, de rebote, escuchaba a Los Fabulosos Cadillacs, por mi hermano. Y, con el tiempo, me fui dando cuenta de que había cosas muy buenas en discos que supuestamente fueron “fracasos”, como Volumen 5: los Cadillacs trataron de buscar algo diferente en cada disco. También me gustan mucho Los Auténticos Decadentes: me parecen geniales, en mucho niveles. Y hace poco volví a escuchar a los Abuelos de la Nada y descubrí su originalidad.

      ¿Se sienten parte del rock argentino?

      Sí, claro. Nosotros y todas las bandas nuevas, que por ahí no suenan en la radio ni ocupan un lugar central. Lo que me da un poco de lástima es que hay ideas, hay canciones buenísimas. Pero llega un punto que, si escuchás una FM de rock, suena todo igual: pareciera que los temas fueron grabados por el mismo productor.

      Los temas de El Mató manejan una energía especial, entre los rituales celebratorios y las escenas postapocalípticas. ¿De dónde viene esa mezcla?

      Quizás ese universo surge de lo que vi en diferentes películas e historietas. Me gusta mucho cuando se mezclan cosas que, a priori, son antagónicas, y eso genera una especie de armonía, de equilibrio. La combinación de chatarra, de pop bizarro, con la belleza y el lenguaje romántico: una historia de amor en medio de una invasión zombie. Trato de aprovechar las contradicciones como un recurso para la poesía.