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      Una atmósfera de alto vuelo

      Crítica. Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Dirigida por Dudamel, se lució en el Teatro Colón.

      Una atmósfera de alto vueloCLAIMA20110628_0059 MAGNETISMO LA ORQUESTA ALCANZÓ MOMENTOS DE MUCHA INTENSIDAD.
      Redacción Clarín

      En el centenario de su muerte, no suena del todo aventurado diagnosticar que la popularidad de Mahler ha ascendido durante la última década, al menos si ésta se juzga a partir de las veces que su obra se programa. Sin embargo, su Séptima Sinfonía no se ha beneficiado con ese crecimiento estadístico.

      Dentro de su inmensidad –dura alrededor de una hora y media-, Schönberg encontró diferentes momentos, subtítulos formales. Los cinco movimientos que la integran se disponen de manera concéntrica: dos grandes Allegros de carácter contrastante ubicados en los extremos contienen dos Nachtmusik (músicas nocturnas) que a su vez rodean al Scherzo central. De cualquier modo, su magnitud formal no impide seguir la línea principal que se oyó como un arco impecable en la versión que hizo la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, dirigida por Gustavo Dudamel, en el Colón.

      Dudamel transmite confianza y un grado de magnetismo que resulta ineludible tanto para los músicos de la orquesta como para el público. Además, dirige de memoria, lo que da cuenta del grado de internalización que tiene de la obra. Su cuerpo es tan plástico como el sonido que obtiene de la orquesta. Sin embargo, su actitud elude cualquier ampulosidad gestual.

      Apenas sonaron los primeros compases fue inmediata la atracción hacia la música. La melodía irregular de la trompa tenor superpuesta a una marcha fúnebre en la introducción que antecede al Allegro instaló una atmósfera inquietante con una intensidad extrañamente serena. El carácter militar y fantástico de la marcha lenta en la primera Nachtmusik no podía estar mejor logrado. Lo mismo puede decirse de la atmósfera espectral del Scherzo.

      Desde el aire pastoril pasando por la ternura lírica hasta llegar finalmente al reconocido estallido mahleriano y a un final absolutamente visceral, la orquesta respondió con exactitud y plasticidad a los cambios de ánimo que atraviesa la obra.Los solistas tuvieron una actuación destacada, especialmente los metales en el primer movimiento y el violín solista, en el cuarto.

      Hasta en el momento de los saludos se pudo comprobar la fidelidad de Dudamel a su idea de trabajo compartido con la orquesta: en cada regreso al escenario, pidió a los músicos que se pusieran de pie para recibir junto con ellos la gloria de una ovación que se prolongó por más de veinte minutos.

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      Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela
      director Gustavo Dudamel repertorio Sinfonía N° 7 en Mi menor de Malher lugar Teatro Colón, Ciclo Mozarteum.
      Excelente.