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      Memorias de un fin de semana dual

      Memorias de un fin de semana dualSantiago Motorizado. Todo dicho es político. Foto Lucía Merle.

      Una dualidad. El viernes pasado, en el show de Morrissey en el DirecTV Arena, el campo VIP volvió a ser esa exageración que parte al piso en dos y genera una guerra de clases espectacular: los que tienen plata, que hacen lo que quieren en la medida de lo que previamente les ofrecen, y los que tienen un poco menos de plata, y ven y escuchan como pueden. ¿Podemos volver a tener esta discusión en la agenda? Total, no va a ser la última vez que se organice un evento ahí, allá, acá y en todas partes.

      Otra dualidad.El sábado, en Tecnópolis, el cantante Santiago Motorizado le preguntó al público de Él Mató a un policía motorizado si estaban cantando en contra del presidente. Era obvio que sí, pero con la confirmación abrumadora de 5 mil fans, alentó:“Sigan, por favor”. El gesto, como se quiera interpretar, aunque no existan muchas opciones, hizo zumbar en el cada vez más polarizado cielo del rock argentino una flecha de trazado descendente hacia la figura de Rolo Sartorio, que tres sábados antes había frenado a su público en Vélez, aduciendo que ellos, La Beriso, no hacían política. Queriendo o no, asintiendo y negando, los dos metieron las patas en la fuente, y allá en el horno se fueron a desencontrar. Bonus track: consiguieron que sus respectivos dichos terminen siendo los epitafios de sus shows, el acto por el que éstos serán recordados.

      Los cruces entre músicos argentinos, aun sucediendo así, en diferido, estaban bastante discontinuados. Habría que remontarse a principios de siglo, cuando Cristian Aldana (El Otro Yo) gritaba “la cumbia es una mierda”, cada vez que empezaba a tocar el tema La música. En el primer Cosquín Rock (2001), el que salió a negarlo fue Gustavo Cordera, que entonces al frente de Bersuit alertó la disidencia con un “la cumbia es una masa”. Su disputa verbal queda hoy relativizada por la prisión efectiva de Aldana (acusado de múltiples abusos a varias fans) y la condena social a Cordera por exabruptos verbalizados durante una charla con alumnos de TEA.

      Un cuarto de siglo de dualidad. En la película La vida que te agenciaste, Mario Varela sale a buscar a la generación de poetas de los ‘90, al menos los que publicaron en los míticos dos números de la revista 18 whiskys. El punto de partida es su propio mini-documental de 1993, Rally Paris-Dakar, que registraba una competición etílica en la que quedar en pie se magnificaba tanto o más que publicar (luego escribir, como diría Roberto Arlt). Ahora, de la costa quilmeña a Japón y Filipinas, sus protagonistas (Fabian Casas, Jorge Aulicino, Laura Wittner, Juan Desiderio, Rodolfo Edwards, Daniel Durand, Darío Rojo y Teresa Arijón) dan sus testimonios, presentan sus ausencias y arremolinan recuerdos como un oleaje saturado de espuma y aura.

      Punk dual. El entrañable Pete Shelley, líder y fundador de los Buzzcocks, se fue de gira eterna. “Fue un pionero de tantas cosas que aún son relevantes, desde pronombres neutrales en las canciones de amor de rock hasta los primeros sintetizadores pop”, lo recordó el crítico Simon Reynolds. Ninguno de sus varios shows porteños no fue inolvidable, como su sonrisa tímida y orgullosa en la misma contracción. Falleció en la víspera del aniversario de otro deceso notorio, el del norteamericano Darby Crash, con el que a la distancia supo ser su colega en eso de abrir un arco iris dentro del machismo punk. Crash, un lío viviente, compuso el primer single de los Germs (Forming) diez minutos después de haber creado a la banda. Y su muerte ni siquiera lo dejó ser famoso por 15 minutos: la noche de su sobredosis el mundo se sacudía con la noticia del asesinato de John Lennon.


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      José Bellas
      José Bellas

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