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      La noche en que Martha Argerich y Nelson Goerner llevaron la magia a su punto más alto

      Hicieron un concierto excelso a dos pianos, con obras de Debussy, Mozart y Rachmaninov, ante un Teatro Colón maravillado.

      La noche en que Martha Argerich y Nelson Goerner llevaron la magia a su punto más altoMartha Argerich y Nelson Goerner reciben la ovación de un Colón colmado, en su concierto a dos pianos. Foto Martín Bonetto

      Martha Argerich y Nelson Goerner brindaron un recital a dos pianos apoteótico en la segunda fecha del Festival. Y en el Teatro Colón se volvió a vivir una fiesta.

      Cuando se tiene en cuenta la naturaleza del piano y su limitado mecanismo prosaico -finalmente es un martillo que golpea la cuerda a través de una tecla-, resulta todavía más deslumbrante el grado de ilusionismo al que Argerich-Goerner y Goerner-Argerich llevaron las fantasías sonoras de Debussy, Mozart y Rachmaninov. Convirtieron al piano en un instrumento de un ilusionismo musicalmente ilimitado.

      La naturaleza percusiva del piano requiere que los dos pianistas tengan la aproximación más exacta sobre la interpretación de las obras porque, con la mínima diferencia, el sonido podría enturbiarse y se quebraría todo ilusionismo. Nada de eso sucedió.

      Martha Argerich y Nelson Goerner brindaron un concierto magistral dentro del Festival que lleva el nombre de la pianista. Foto Martín BonettoMartha Argerich y Nelson Goerner brindaron un concierto magistral dentro del Festival que lleva el nombre de la pianista. Foto Martín Bonetto

      Postales de una noche inolvidable

      Con los pianos dispuestos uno enfrente de otro (Martha Argerich en el primer piano) ambos sonaron magníficamente equilibrados, y por momentos se creó un precioso efecto estéreo, de principio a fin.

      El despliegue de una fantasía sonora expansiva se inició con En blanc et noir de Debussy. Las líneas arremolinadas que pasan vertiginosamente en el primer número se escucharon con una claridad y cualidad sonora pasmosa. El ilusionismo creativo del dúo continuó en el inquietante segundo movimiento con las sonoridades suspendidas de las progresiones armónicas y un maravilloso efecto envolvente.

      Martha Argerich logró una increíble conexión con Nelson Goerner, en el concierto a dos pianos. Foto Martín BonettoMartha Argerich logró una increíble conexión con Nelson Goerner, en el concierto a dos pianos. Foto Martín Bonetto

      Con un grado de conexión profundo, Argerich y Goerner construyeron una unidad de fraseo que sacó a relucir los mínimos detalles en Debussy.

      El dúo cambió lugares para el siguiente acto de magia (Argerich pasó al segundo piano), esta vez, sobre el ilusionismo discursivo de Mozart en su Sonata para dos pianos K488.

      A través del fraseo, el modo de marcar los acentos y las pausas, el dúo creó la ilusión de una música que “habla”, tanto en la elocuencia del primer y último movimiento como en las delicadas inflexiones del segundo. Alcanzó apenas con un cruce de miradas o movimiento de cabeza para una sincronicidad impecable en los ataques.

      Difícil imaginar una textura más cristalina en el Andante, donde el acompañamiento de Argerich fue prodigioso. Similar a un movimiento lento de un concierto de Mozart, el segundo piano actúa como una orquesta, y en el acompañamiento del primer tema, que Goerner presentó de manera exquisita, se recreó la ilusión. El movimiento final fue pura alegría.

      Cierre para una noche fascinante

      Nelson Goerner, un pianista exquisito, que deslumbró en el Colón junto a Martha Argerich. Foto Martín BonettoNelson Goerner, un pianista exquisito, que deslumbró en el Colón junto a Martha Argerich. Foto Martín Bonetto

      Las Danzas Sinfónicas, que cerraron una noche fascinante, desplazaron el espectro emocional. En el título de la obra de Rachmaninov se cifra otro de los ilusionismos de la noche: sonoridades orquestales evocadas por el piano.

      El rango dinámico se amplió a una escala exponencial y la sonoridad se volvió más robusta. Una energía burbujeante recorrió el primer movimiento. El ritmo pulsante con el que comenzó Goerner le dio un tono crepuscular a la apertura.

      Aunque el ritmo típico de vals nunca está presente en el segundo movimiento, se trata de un vals expandido, y nada como el modo en que Argerich trata los acentos para darle a ese vals un swing particular.

      Entre los ritmos punzantes del movimiento final, se cuela un interludio lúgubre que sonó con cualidad etérea única. Con la vuelta a la apertura frenética, el cierre tuvo un brillo tal que sobre el escenario parecieron asomar fuegos de artificio.

      Después de salir repetidas veces a saludar, Martha Argerich y Nelson Goerner se despidieron con dos bises, Bailecito de Guastavino y Scaramouche: Basileira de Milhaud. La sonrisa de Argerich, antes de retirarse del escenario de la mano de Goerner, era tan intensa como la felicidad que sobrevolaba la sala colmada.

      Tarea cumplida. Martha Argerich y Nelson Goerner se saludan luego del inolvidable concierto que dieron en el Colón. Foto Martín BonettoTarea cumplida. Martha Argerich y Nelson Goerner se saludan luego del inolvidable concierto que dieron en el Colón. Foto Martín Bonetto

      Ficha

      Recital a dos pianos: Martha Argerich-Nelson Goerner

      Calificación: Excelente

      Programa: En blanc et noir, Claude Debussy; Sonata para dos pianos en Re mayor, K488, W.A. Mozart; Danzas Sinfónicas para dos piano, OP.45b, Sergei Rachmaninov Teatro: Colón, 19 de marzo.

      WD


      Sobre la firma

      Laura Novoa

      Especial para Clarín

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