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      “Me siento joven, no sé la edad que tengo”

      Entrevista. Mariano Mores. A los 93 años, el gran músico del tango no acepta que los conciertos del Gran Rex anunciados como “despedida” sean los últimos que dé.

      “Me siento joven, no sé la edad que tengo”CLAIMA20110512_0020 CANTANDOLE AL MAESTRO. VALERIA LYNCH ENTONA “SIN PALABRAS” EN LA CASA DE RECOLETA DE MORES, UNA CASA REPLETA DE TROFEOS, DISTINCIONES, GENTE...
      Redacción Clarín

      Como esas tribus examinadas por la antropología, aquellas que honran a sus integrantes de mayor edad, el clan Mores se desvive por Su Majestad Mariano. A los 93 años, tiene un séquito de rey, un palacio como hogar y un imperio (musical) consolidado. Los carteles empapelan la ciudad con la leyenda de “despedida definitiva”, pero al monarca del piano no le hablen de retiro, porque -encantadoramente- puede enfurecerse: “Jamás voy a dejar de tocar. No es mi despedida, ¿Quién le dijo eso? Este es un hasta luego, porque si mañana me tocan el timbre para actuar, allá voy”.
      Entrevista con platea preferencial, no hay modo de buscar privacidad en casa del compositor de Cuartito azul. Como una sucursal bancaria con puerta giratoria, después de la siesta de Don Mores, entran y salen decenas de personajes: que su esposa, que su hija Silvia, que su sobrino, la asistente, el productor del show, los encargados de prensa, el fotógrafo... y... Timbre estrenduoso: si en la escena faltaba alguien, era Valeria Lynch, que cantará el domingo con él, en el Gran Rex. Todos quieren dejar su bocadillo ante el grabador. Caos. Pero basta que sus dedos rocen el teclado para que ni un mosquito se atreva al zumbido.
      Pasados los 90 años, anda con su bastoncito, pero el recoveco del cerebro que atesora su destreza musical, pareciera tener aún 20 años. Velocidad, lucidez, improvisación... Habrá que pensar que es la música una de las fórmulas de la longevidad. “Yo no sé si es la clave, porque no me doy cuenta de cuántos años tengo todavía. Simplemente lo hago porque es mi obsesión. Y porque trato de dejar mi sapienza. Quiero agradecer infinitamente la suerte que Dios me dio de estar con vida y de tener un futuro todavía vibrante”, vaticina.
      Dijo alguna vez que tenía una orquesta en la cabeza. ¿A los 93 años sigue pensando en música todo el día?
      Sin duda alguna. Me voy a dormir y hasta dormido pienso en la música.
      Silvia Mores: Muchas veces mamá lo ve y mueve los deditos. ¿Qué hace? Está componiendo mentalmente dormido o está en un tema. Capaz que estamos viendo televisión en la mesa y él está dale que dale con los deditos.
      Mariano: ¿Sí? No me doy cuenta...
      ¿Sigue tocando todos los días?
      No sé si todos los días, pero uso mucho el piano. Tengo dos, uno acá y el otro allá. Y depende del momento, necesito tocar y escuchar. Yo improviso. Casi siempre.
      Silvia Mores: Hay que ser realistas. No se puede ser eterno, y él nunca paró. No es consciente de eso. Y no es consciente de quién es, ni de la obra que deja.
      Mariano: Yo me programo para seguir dando. Siempre doy todo lo mejor de mí. Esa es la forma en que uno se debe conducir en la vida. A la música no la voy a poder dejar nunca, porque en mi vida la música es todo mi poder. Nací para ella y por ella he conquistado lugares inmerecidos. Y está pegada a mi obsesión, es cantar para mi pueblo con mi piano.
      Pausa. Música. Una melodía improvisada que eriza pieles. Besos con ruido de la vehemente Valeria Lynch al agasajado. En esta casa de Recoleta hay demasiada intensidad. Demasiado todo: una decena de testigos de la entrevista, distinciones y trofeos que se caen de las paredes, excesivo ruido, excesivo amor. Y el alto voltaje de Valeria.
      “Mi relación con él viene desde mi padre, que era admirador acérrimo y me enseñó su música. Yo en la juventud decía Tango, no. Pero mi viejo me lo inculcó tanto, que cuando yo grabé mi CD de tango, eligí Sin palabras, este tema difícil de cantar”, cuenta Lynch. “Después, lo invité a mi programa de Canal 13, Soñando con Valeria y ahí empezamos a conocernos mejor. Tiene una orquesta en esas manos. Recuerdo que el día que canté el tema en el programa, él además de tocar, me dirigía y me mostraba el camino por donde cantar un tango. Y lo canté diferente. Ese día fue magia. Nunca se lo pude decir. Se lo digo hoy”.
      Mores: Qué lindo. Quiere decir que vos sos una feliz intérprete de la música y asimilás lo que te dan.
      Nueva pausa. De la mano de Valeria, Mariano, confiesa que sin esa tribu que lo celebra, su carrera no podría haber existido. “Tengo una compañera a la que quiero y todavía pretendo seguir enamorado de ella”, dispara y su esposa no sabe cómo disimular la emoción de semejante declaración de amor.
      Mariano Martínez (Mores para todos) ese que mañana recreará su Adiós, Pampa mía, En esta tarde gris, Gricel, Taquito militar y tantos históricos más, desafía a la ciencia. Y a todos esos promotores de shows que anuncian con grandilocuencia la despedida. “Yo me siento joven”, dice, e interna los dedos en su piano, como si fuera el agua. Su fuente de la juventud.«


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