Exploradores del lado oscuro

Un festival en una isla noruega, al filo del Círculo polar ártico, o  en una fiesta en una quinta en General Rodríguez. Así empieza el 2016 para Dark Prisma, el sello de pyschedelic trance que cumplió 11 años y se quedó con ganas de festejarlo en Buenos Aires. “En julio fue la fecha exacta, coincidimos todos los artistas del sello en Berlín e hicimos una fiesta, pero acá nos decían que teníamos que hacer algo. Hacía diez años que no hacía una fiesta y ahora me acordé por qué...”, dice Nicolás Zigurat, alias Megalopsy. La tragedia de Time Warp y la instantánea caza de brujas contra la música electrónica, terminó por dejar en suspenso el asunto. A estas horas, Megalopsy ya estará tocando en Madrid y de ahí seguirá su ruta.

El psy trance (que empezó a delinearse como tal en Goa, India, hasta convertirse en un movimiento) es uno de los géneros que mantiene su pureza en la electrónica: no frena su evolución estilística pero se resiste a ser digerido por el mainstream. Corría el año 2000, y empezaba a manifestarse en Buenos Aires, en las primeras flash partys, encuentros de nerds con computadoras y, a veces, algunos ácidos. “Ahí vimos a Mind probe, que eran unos freaks como nosotros. Veníamos del nü metal, el grunge, pero ya habíamos logrado componer con computadoras. Ahí nos enteramos que se hacían las fiestas al aire libre, y era lo que buscábamos. Hacer música sin tener que hablar con nadie”.

–¿Cómo explicarías la diferencia con el trance, que sí tiene un lado más mainstream? 
​–El trance es música de boliche, con bpm alto y bajo poderoso, pero sin cultura alrededor. El trance normal es una plataforma comercial para algo insípido. No sorprende a nadie, no intenta evolucionar. En el psychedelic trance se propone también otro estilo de vida. El psy sigue siendo el género electrónico en el que más se trabaja desde lo tecnológico, en el sound design.

Cuando las producciones de Dark Prisma logran repercusión internacional, empiezan a girar afuera. “Fuimos los primeros en explorar el lado más dark. “En 2008 nos invitan a Boom, en Portugal. Si existe la cultura psicodélica se manifiesta ahí. En 2009 estuve en Ozora, Hungría, que es el más grande. Fue la primera vez que toqué para 30 mil personas”.

Glosolalia, Frantic Noise, Quantum Mechina, Pandora Box, Will o Wisp son otros proyectos del sello, que exploran el psy. “En Argentina la escena creció. Yo creía que iba a desaparecer, pero estuve en Neuquén o Misiones y la gente lo hace por amor a la movida. Así que mi vida será girar por Asia, Europa, Argentina, espero que por los próximos 20 años”.

​Aliens con carpa: escena global
“En un evento de psy trance nunca hubiese pasado lo de Time Warp, porque todos están preparados para atender a gente que ha tomado drogas. Saben como tratarlos. Se contempla la reducción de daños desde el vamos”, explica Megalopsy. El espíritu nómade del género coincide con ahondar en la experimentación. “El trance es una plataforma para hacer terapia. Vale sacarte toda la ropa, llamar a los dioses y demonios, y la gente que está ahí, te va a entender y a ayudar”.

Decoración enteógena, imaginería alien. Aunque se hacen fiestas en clubes, una característica son sus fiestas al aire libre: “Eso requiere preparar un lugar, y hay mucha gente que se acerca porque le gusta acampar, construir cosas. Es otra forma de participar. De afuera, por ahí se ve incómodo o difícil. Pero se basa en un sentido de cooperación. Esto es más tribal, no es como ir solo al cine”.

La idea de voluntarios para montar el festival,cambia el rol del público. “En su punto más alto, más refinado, esta música es una contribución a la humanidad en su totalidad. Siempre se trata de llegar a algo muy primitivo, estar en comunidad y disfrutar”.