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      La juventud setentista

      Se cerró una mini-temporada de rockeros vigentes que pasaron los 70 años de edad.

      La  juventud setentistaMoris
      Redacción Clarín

      "Nos vemos en el infinito”. Mauricio Birabent (Moris) no es Buzz Lightyear, pero lleva más de medio siglo siendo uno de los centros gravitacionales del rock argentino. Fue uno de los primeros exploradores que hay sobre el espacio entre lo que se ve, lo que se percibe, lo que se escribe, lo que se canta y cómo se canta. Hay que decirlo, todo, cuando se le canta, porque no es que Don Moris haya sido prolífico y haya pensando en “una carrera” o “en un trabajo”, pero tiene al menos dos docenas de canciones grandes como la vida. Concretas y vigentes. Todavía curte ropa, porte y estampa como si fuera un rockabilly de Caño 14, un bolerista del Parakultural, un tanguero del Teatro de Flores. El hombre que compuso, cantó y grabó el esencial Ciudad de guitarras callejeras (1974) toca en el sur de una ciudad y con una banda sin guitarras, un domingo al atardecer, no tan lejos del Dock Sud y el mendigo que le hiciera recitar un glorioso mantra entre palomas y aceite, más de cuatro décadas atrás. En la previa, se repiten en loop cinco clásicos suyos versión bombo en negra, porque este es un mundo moderno y el trovador eléctrico lo supo antes que nadie.

      MorisMoris

      El show de Moris, un homenaje los 50 años del rock argentino que empezaron con él y el Rebelde que grabaran Los Beatniks, fue otra muestra de vitalidad, seguida de vigencia, que varios compañeros de generación exhibieron en escenarios locales.

      Si lo de los Rolling Stones (clase 1943 para Jagger & Richards, 1941 para Charie Watts y 1947 para el jovencito Ron Wood) parece un milagro biológico que por estos días le toca comprobar a los colombianos, lo del galés John Cale en el Opera, dos jueves atrás, también es digno de mención. Por concepto, claridad, lucidez y look (bermudas, zapatillas de lona, saco, cabello a lo Sex Pistols), el socio de Lou Reed en Velvet Underground le pegó, como dirían Los Twist, un cachetazo al vicio, retorciendo clásicos y mechándolos con novedades.

      MorisMoris

      ¿Qué hay en todo este display de abuelos rockeros en actividad? La certeza de una edad que, por lo breve de la era rock (en términos de perspectiva histórica), nunca había sido testeada en músicos sobre el escenario. Lejos de la mirada benévola o de la fascinación vintage que puede hacer ver el vaso medio lleno de nombres que ya son marcas registradas, las performances de estos nombres resultaron contundentes y significantes.

      El domingo, el trance trascendental de Muchacho del taller y la oficina, la purga de hipocresía de la fundamental Pato trabaja en una carnicería, la amarga reflexión de Ayer Nomás, la avidez adolescente de Sábado a la noche y la contundencia de Yo no pretendo (Esto va para atrás) sonaron tan actuales que tenías miedo de salir despedido.


      Sobre la firma

      José Bellas

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