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      Fringe El programa se anima con Christopher Lloyd como invitado y una campaña de marketing viral.

      Serie de cultoCLAIMA20110215_0005 UNA SERIE DISTINTA UN EQUIPO QUE INVESTIGA FENÓMENOS PARANORMALES.
      Redacción Clarín

      Una noticia buena y una mala sobre Fringe , la serie de J.J. Abrams (el “Señor Lost”) que aquí emite Warner Channel los martes a las 22 y que va por su tercera temporada: Es extraordinaria.

      La van a levantar.

      No es nuevo en la TV de los Estados Unidos lo de la falta de paciencia de las cadenas con series que, levantadas prematuramente del aire, obtienen una sobrevida con forma de mito (chequéense sino la Firefly de Joss Whedon o Studio 60 on the Sunset Strip de Aaron Sorkin). El destino de Fringe parece ser ése, el mitológico, por la combinación de sus creadores (Abrams, más el team Alex Kurtzman / Roberto Orci, juntos en Alias , y guionistas de las reencarnaciones de Transformers y Star Trek ), la participación de invitados de alto octanaje cult (Leonard “Spock” Nimoy) y por su capacidad de ir construyendo “en vida” su propio mito.

      Recapitulemos: Fringe cuenta las aventuras de un escuadrón del FBI formado por una agente bonita y sufrida (Anna Torv), un científico loco rescatado de una institución mental (John Noble como Walter Bishop) y el hijo del genio, un estafador con cara de ángel (Joshua Jackson, el recordado Pacey de Dawson’s Creek ). Este team inaudito se dedica a investigar fenómenos paranormales, y tras un comienzo titubeante, de episodios autoconcluyentes que aburrían pareciéndose demasiado a sí mismos, Abrams & Cía. comenzaron a edificar un mundo propio para la serie. Lo de “un mundo” es literal, porque Fringe es hoy el campo de batalla en el que el Planeta Tierra tal como lo conocemos se enfrenta a un Planeta Tierra Alternativo , en un Titanes en el ring de universos paralelos en pugna por sobrevivir.

      Esta noche, a las 22, Warner pondrá en el aire el epidodio 10 de la tercera temporada, ese que le hizo un “oooole” a los pronósticos agoreros, subiendo el rating en los Estados Unidos (espejismo que duró poco: dos capítulos después, esta semana, se vuelve a hablar de levantamiento). El capítulo es una maravilla por varias razones: sin abandonar el motivo de la lucha entre universos, la serie se permite llevar el potencial cult al máximo, colocando a Christopher Lloyd ( Volver al futuro ) como un rocker internado en un asilo, de cuyo grupo, Violet Sedan Chair, largamente separado, Walter Bishop supo ser ultrafan. Tener al protagonista de Volver al futuro ya era algo, pero Abrams no se quedó ahí: a horas de emitido el episodio, fans de la serie empezaron a reportar que habían encontrado vinilos usados de Violet Sedan Chair en disquerías de Seattle, San Francisco y Los Angeles.

      Buscando en archivos, alguien descubrió que en un número de la revista Wired editado por Abrams ya se había mencionado a Violet Sedan Chair en el medio de una lista de grupos y solistas que habían traficado mensajes oscurantistas en sus discos (de Sus majestades satánicas a Purple Rain , pasando por Kid A de Radiohead). Se sembraba allí la semilla de un grupo oscuro y desconocido (¡y falso!... aunque más verdadero que varios de los que asolan hoy los rankings) que florecería dos años más tarde en un programa de TV y, vuelta atrás en el tiempo (o en viaje a un universo paralelo), en disquerías de usados, con el consecuente rebote en eBay, donde se llegaron a pagar 500 dólares por un vinilo. Disco, aclaremos, que fue grabado, fabricado y filtrado en contrabando hormiga a las bateas de disquerías de varias ciudades de los Estados Unidos, donde durmió durante varios meses. Hasta que en el capítulo 10 de la tercera temporada, despertó. Broma retro-viral, marketing con sustancia y alma pop: nadie se anima a tanto, anímesele a Fringe .


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