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      Dos protagonistas de excepción

      Julio Bocca y Alessandra Ferri, con el Ballet Argentino, ofrecen un programa de cuatro obras en el Luna Park. A Bocca hacía tiempo que no se lo veía bailar como lo hizo en la función de estreno.

      Redacción Clarín

      El Ballet Argentino que encabeza Julio Bocca y Alessandra Ferri como bailarina invitada iniciaron este fin de semana un ciclo de funciones en el Luna Park. El programa único que se verá a lo largo del ciclo podría describirse, en principio, como una oferta de marcados contrastes.Las cuatro obras que desfilaron por el escenario fueron -en este orden-: el segundo acto de Giselle, ese ejemplo depurado del ballet romántico francés; Espe rando el mañana, una pieza pop de Marcela Criquet sobre temas de Pink Floyd; la escena del balcón de la neoclásica Romeo y Julieta, de Kenneth MacMillan; y finalmente una segunda propuesta pop, esta vez tropical, en forma de un Mambo Suite, de Ana María Stekelman.Pero el contraste, por decirlo así, estilístico, tuvo menos incidencia que el relacionado con el peso y la entidad de las obras presentadas y con las modalidades de la interpretación -incluso dentro de la misma obra, como ocurrió con el segundo acto de Giselle-.Veamos: el Luna Park parece un ámbito inadecuado para una obra de este tipo; las wilis -esos seres fantasmales a los que se suma la protagonista cuando ingresa al mundo de ultratumba- estaban en esta versión por debajo de la cantidad habitual y poco definidas en su rol de espíritus; el importante papel de Myrtha, la reina de las wilis, estuvo superficialmente interpretado por Luciana Paris...Sin embargo, y a pesar de todo, no es aventurado afirmar que esta Giselle resultó definitivamente excepcional. La actuación de Alessandra Ferri fue sobrecogedora: su serena distancia atravesada por la pena y el amor y que se expresa con los más decantados y sutiles recursos de la danza, hicieron de su Giselle una interpretación superlativa. Julio Bocca, por su parte, fue un sensible compañero en el rol del arrepentido Albrecht (recordemos que en la época del ballet romántico los papeles masculinos estaban muy subordinados a los femeninos) y un perfecto partenaire.Ambos volvieron a encontrarse en la llamada escena del balcón de Romeo y Julieta, que comienza precisamente en el balcón de la muchacha pero que lógicamente se desarrolla en el supuesto jardín de los Capuleto. La pasión que va creciendo a partir del tímido acercamiento inicial tuvo en Ferri y en Bocca una ejecución fantástica, mucho más allá, y casi no tiene sentido mencionarlo, de los respectivos virtuosismos. Un lirismo que carecía de toda afectación -más aún, fue notable la frescura que supieron imprimirle- envolvió a estos verosímiles amantes.En lo que concierne específicamente a Julio Bocca, vale la pena señalar el hecho de que hacía tiempo que no se lo veía baila en Buenos Aires como bailó en esta función de estreno. Sus habilidades técnicas hay que descontarlas, sin duda desde siempre fue un bailarín físicamente sobredotado. Lo que reapareció ahora es el compromiso interpretativo que pudo volcar en su Albrecht y en su Romeo. Y si cabe un elogio más, hay que mencionar su solo -muy gracioso y bien en estilo- de Mambo Suite que, junto con Esperando el mañana, son comentados aparte.BALLET ARGENTINO CON ALESSANDRA FERRI Y JULIO BOCCAPrograma: Giselle, coreografía de J. Perrot y música de A. Adam; Esperando el mañana, coreografía de M. Criquet y música de Pink Floyd; Romeo y Julieta, coreografía de K. MacMillan, música de S. Prokofiev; Mambo Suite, coreografía de A. Stekelman, música de A. Pérez PradoLugar: Luna Park. Hasta el 12/11Muy bueno


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