Apertura en Villa Pueyrredón: la panadería que sirve tapas y pizza con cerveza artesanal

Tres amigos. Tres socios. Tres años. Tres, número perfecto que en este caso se transforma en un feliz juego del destino que parecía imposible. Un sueño acunado con paciencia por Felipe González, Fabián Maero y Mariano Bonadío que se transforma en realidad. Son músicos con pasión por la gastronomía. Creativos con ganas de transformarse en villanos heroicos que buscan el rescate del auténtico valor del alimento.

Tienen ideas claras. Buscaron una ubicación alternativa que tuviera vida propia y que no dependiera de las luces rutilantes de los circuitos marquetineros. Estaban atraídos por la idea de generar una actividad que tuviera foco en el día a día del barrio y en la cual los vecinos fueran los primeros destinatarios de su trabajo y de sus productos. Un ida y vuelta estrecho, de proximidad. Un concepto cercano al de las antiguas villas medievales. Esos pequeños núcleos donde la vida de la comunidad giraba alrededor del pujante trabajo de comerciantes y artesanos.

Felipe González ya había incursionado con éxito en otros emprendimientos gastronómicos. Uno de sus puntos firmes fue, desde siempre, la convicción de utilizar materia prima sustentable procedente del trabajo de pequeños productores comprometidos con su territorio y con valores éticos. Un concepto que los socios adoptaron sin reservas.

El barrio elegido fue Villa Pueyrredón. El local es amplio. Cómodo. Esencial. Moderno. Revela colores llenos de energía que se insinúan hasta las banquetas y mesas ubicados en la vereda. Las vajillas son enlozadas. Doscientos metros cuadrados a disposición del público y de la zona de elaboración.

Horno de barro alimentado a leña. La oferta apunta con decisión a los productos de panadería y derivados. Recetas confortables, elaboradas con espíritu artesanal auténtico. Harinas orgánicas y agroecológicas. Fermentaciones gentiles y pausadas. Cocciones sabias. Los resultados son valiosos.

El pan brioche revela una esponjosidad de manual. Es una caricia suave y gentil. Textura atravesada por el inconfundible aroma y sabor de la manteca. Dulzura que se asoma sin excesos protagónicos.

El pan de ciruelas y chocolate es perfecto para desayunos y meriendas. Textura firme y golosa que se enriquece por la presencia generosa de sus protagonistas. Muy tentador. Pan de campo redondo. Corteza firme y crocante. Masa bien alveolada. Aromas muy agradables. Cinco versiones de pizza de la casa. Tapas del día y de temporada acompañadas por panes diferentes.