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      Vargas Llosa por mil

      Redacción Clarín

      La presidenta Cristina Fernández de Kirchner es la principal responsable y puede ser la principal perjudicada de la mayor violación a la libertad de prensa ocurrida desde 1983.

      Es responsable porque no quiso o no pudo evitar el brutal atropello de que, por primera vez, hayan bloqueado la salida de Clarín y estuvieran a punto de lograr lo mismo con La Nación . Puede ser la principal perjudicada porque todo indica que la única oposición que en estos momentos puede cerrar su camino hacia una casi segura reelección es la que ejercen las torpezas de sus talibanes.

      Es responsable porque durante larguísimas horas no dijo una palabra y ni siquiera algún funcionario salió a repudiar el acontecimiento que ya estaba dando vueltas al mundo con títulos catástrofe. Puede ser la principal perjudicada porque encabeza la intención de voto y parte de su crecimiento se debe a cierta moderación en su discurso agresivo. Es responsable porque así como evitó el despropósito del intento de censurar a Mario Vargas Llosa en la Ferial del Libro podría haber frenado el ataque a los diarios.

      En aquella ocasión tuvo inteligencia para comprender la dimensión del daño que se hubiera autoinflingido. Lo que ocurrió ayer tiene una gravedad republicana infinitamente mayor y la repercusión internacional será multiplicada por mil de lo que hubiera sido el papelón por Vargas Llosa. Ni a los más autoritarios les causa gracia que se impida la salida de un diario. No importa las discrepancias que uno tenga con el matutino o con la empresa que lo edita o con el Gobierno.

      Todos, absolutamente todos, tienen el derecho a expresarse . Y garantizar ese derecho es responsabilidad de las máximas autoridades. Suena descalificador que la ministra Nilda Garré no le ordenara a la Policía Federal que cumpla con la orden judicial para que se evite la violación de la ley.

      Suena patético que la ley sea interpretada según la conveniencia del poder político.

      Es una mutilación de un pilar democrático: la división de poderes. Cristina debe darnos certezas de que es la presidenta de todos y no sólo del ala más salvaje y autoritaria de su partido.


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