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      Lampedusa, la isla italiana colapsada por los que escapan de la guerra

      Tunecinos y libios llegan sin cesar a Italia y desbordan los refugios. El tema divide a los italianos.

      Lampedusa, la isla italiana colapsada por los que escapan de la guerraCLAIMA20110330_0040 RECEPCION. UN POLICIA ITALIANO VIGILA A LOS AFRICANOS RECIEN LLEGADOS AL CENTRO DE REFUGIADOS DE LAMPEDUSA
      Redacción Clarín
      30/03/2011 00:56

      Hoy llega el premier Silvio Berlusconi de visita y lo verá con sus propios ojos: son decenas de barcos y barcazas amontonadas unas sobre otras, vigiladas por soldados del ejército. Representan el símbolo de la “invasión” de miles de refugiados y clandestinos que llegan sin cesar a Italia, que no sabe qué hacer con ellos. En el fondo del puerto de Lampedusa, el cementerio de las naves de los inmigrantes del Mediterráneo –algo nunca visto– se ha formado con las “carretas del mar” que llegan aquí desde las costas africanas. La isla está repleta de visitantes no queridos, que ayer sumaban 6.200 desesperados. En Lampedusa, que vive de la pesca y el turismo, residen 5.500 italianos que no ocultan su rencor.

      Lampedusa es el último poblado europeo antes de Africa , que está mucho más cerca de Túnez y Argel que de Sicilia. Un paraíso de bellezas naturales de 50 kilómetros cuadrados que se ha convertido en un infierno. Los soldados vigilan porque muchos temen expediciones al cementerio de las carretas del mar para robarse una barcaza y partir en la madrugada rumbo al norte, a Europa, a la prosperidad del trabajo y la libertad. “Una verdadera vida señor”, dijo uno de estos jóvenes dignos de admiración al enviado, “por la que vale la pena jugarse todo aunque parezca una vana ilusión”.

      Eso sueñan los chicos árabes que han llegado aquí a montones, casi 20 mil, desde que comenzó el año . La mayoría se hacina en el muelle comercial del puerto.

      Clarín visitó ayer el centro de acogida y también el descampado agreste junto al muelle comercial donde alojan como pueden al aire libre a 4.000 seres humanos. Se los ve ocupándose sobre todo de lavarse ellos y limpiar la pobre ropa con la que llegaron. “No hay problemas”, dice Ahmed, que muestra una medalla colgada al cuello. Un colega italiano se acerca para ver seguramente el rostro de un familiar o una indicación religiosa. Pero no: para sorpresa de todos, Ahmed muestra orgulloso la legendaria pinta del Che Guevara . “Era como nosotros y quería justicia”, dice. Además cuenta que desde hace unos días existe un equipo de fútbol Che Guevara en un certamen para pasar el tiempo que juegan los refugiados. “En mi país hay un club Che Guevara. Yo soy hincha”. Y sigue lavando sus medias.

      La tensión es cada vez más grande. “Estamos plenos”, se lee en los carteles pintados por los habitantes. “Gobierno, ¿qué hacés?”, dice otro. Grupos de vecinos ocuparon el consejo municipal y hace dos días pusieron una docena de barcazas para cerrar el puerto, pero dejando pasar las carretas del mar en las que llegan más y más inmigrantes. Ayer, el mar agitado creó un compás de espera y no llegó ningún barco.

      “La situación de Lampedusa es insoportable”, dijo ayer en Estados Unidos el presidente italiano, Giorgio Napolitano. Policías, carabineros, soldados del Ejército y de la policía tributario patrullan las calles para impedir delitos, desórdenes y choques entre vecinos y forasteros. Hace dos días denunciaron que en el centro de acogida dos forasteros intentaron violar a una enfermera italiana.

      El alcalde de la isla, Dino De Rubeis, presentó a inspectores del ministerio de Salud Pública, que aseguraron que los inmigrantes no habían traído ninguna enfermedad contagiosa. Pero De Rubeis presentó un cuadro dramático “si no logramos vaciar Lampedusa de migrantes, porque las patologías pueden presentarse. La situación quedará fuera de control: el equilibrio sanitario es precario”. El alcalde dijo que no hay comida suficiente para los 6.200 clandestinos y refugiados, porque la distribución diaria alcanza sólo para 4.200 personas.

      La solución navega por el Mediterráneo . Han puesto proa hacia la isla seis naves con capacidad para evacuar hacia los 13 centros de acogida que se están formando en Italia hasta 10 mil personas. Entre los buques se encuentra la nave de guerra San Marco.

      En el Café del Puerto, repleto de locales, policías y periodistas, Massimo responde: “A los lampedusanos no les alcanzan más las promesas. Veamos qué pasa mañana con los barcos”. Detrás de Máximo hay toda una pared dedicada a Javier Zanetti, uno de los argentinos del Inter. Saluda a Clarín con entusiasmo. “Estamos esperándolo aquí desde hace tiempo. Díganle que venga.” Muestra la camiseta firmada por su amigo que preside el santuario futbolístico del Inter.

      Grupos de refugiados nordafricanos promovieron ayer una acción muy bien considerada por los locales.

      Con escobas, palas, guantes y basureros, limpiaron una parte del centro del puerto y después marcharon con carteles que decían: “Gracias Lampedusa” o “Un beso para todos los italianos”. Moaz, de 20 años, que llegó hace una semana, explicó a Clarín : “Deseamos demostrar que somos gente de trabajo, que no queremos dar fastidio a nadie”. Moaz dijo que todos quieren ir a Francia, Bélgica y otros países donde se habla francés y donde ya habitan muchos parientes y amigos.

      Pero los franceses no quieren saber nada y controlan rígidamente las fronteras para que no entre ningún desesperado al país de la Declaración de los Derechos del Hombre. En la estación ferroviara de Ventimiglia, última de Italia antes de entrar en Francia, se han acumulado 1.500 inmigrantes. “Seiscientos que intentaron pasar fueron devueltos”, explicó un funcionario.

      Se quieren ir de Italia pero Francia no los acepta . El ministro Umberto Bossi, hoy el principal aliado del premier Berlusconi, explicó ayer en Roma, con su vulgaridad habitual, dicha en dialecto lombardo, cuál es el camino a seguir. “¿Qué hacer con los refugiados? Fuera de los cojones!”, respondió a los periodistas. Alguna vez Bossi propuso cañonear las carretas del mar cargadas de migrantes con los barcos de la Armada. Pero las regiones del norte están comprendidas en los 13 centros que deben acoger a los inmigrantes que llegan a través de Lampedusa.

      “Que se queden en el sur” , respondió Bossi. “Así es más fácil repatriarlos”. La Liga Norte, fuerte en las ricas y conservadoras regiones septentrionales, tiene una bien ganada fama de racista y xenófoba. La crisis de los migrantes está produciendo nuevas laceraciones en la conciencia de los italianos y en la de los europeos, totalmente indispuestos a hacerse cargo de un mínimo de solidaridad. Tanta ceguera alimenta aún más el incendio social que se expande en el mundo árabe.


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