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      El dólar en Brasil perforó el techo de 4 reales por primera vez en más de 21 años

      La divisa cerró a 4,05 de la moneda brasileña. Es el mayor nivel desde la creación de esta moneda en 1994. En lo que va del año el real se devaluó 36,5%. Se afirma que el billete de EE.UU. llegaría a 5 reales a fines de año.

      El dólar en Brasil perforó el techo de 4 reales por primera vez en más de 21 añosCLAIMA20150922_0308 AFP Números. Las cotizaciones de las monedas extranjeras, en una casa de cambio de Río de Janeiro. /AFP

      Hasta este martes, la cotización de un dólar a 4 reales era considerada una “barrera psicológica”. Durante 21 años, es decir desde su creación en julio de 1994, la actual moneda brasileña se mantuvo siempre por debajo de ese valor. Había alcanzado a 3,99 apenas unos días antes de la primera victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en octubre de 2002. Y luego, en sus dos gestiones, llegó a bajar de manera tal, con una equivalencia de 1,55 por divisa estadounidense, que el real pasó a ser considerado casi una moneda fuerte. Esta historia comenzó a desmoronarse a principios de este año y este martes, en cuestión de horas, fue rematada con una certeza: después de cerrar a 4,05 reales por dólar se apuesta a que antes de fin de año el precio alcance a los 5 reales. Otra barrera que no parece ni tan lejos ni infranqueable.
      Las explicaciones son de lo más variadas. Entre ellas se menciona que la ruptura de ese “techo psicológico” ocurrió en un día de depreciación de varias monedas de países emergentes. Lo cierto es que desde comienzos de año, el real se desvalorizó en 36,5 por ciento en un movimiento que sólo resultó superado por el rublo. Y con relación al peso, perdió 31 por ciento de su valor; algo que dista de ser auspicioso para la economía argentina.
      Esta vez, el Banco Central permaneció ajeno al “nerviosismo” del mercado. Dejó de ofrecer, como lo había hecho la semana pasada, protección para los tenedores de dólares a través de seguros de cambio. Es que ese instrumento terminó por ser un arma de doble filo, que al cierre de los contratos no hacen más que empujar para arriba el valor de la divisa.
      “Ofrecer mucho hedge solo aumentó la demanda del mercado por ese instrumento”, admitieron los analistas que reconocen, así, el costado pérfido de esos mecanismos del Banco Central para intentar neutralizar la estampida. De hecho, estos agentes que ganan fortunas sin riesgo de perder, admitían también que la institución financiera rectora del país tendrá “prudencia” antes de volver a actuar como lo hizo a comienzos de este mes.
      Es probable, con todo, que haya una volatilidad en los próximos días, con ese sube y baja característico de las épocas de crisis, donde ganan los especuladores del mercado y pierden los ciudadanos de a pie. Esta vez el alza del dólar fue justificado por quienes maniobran con la divisa por “una falta de perspectiva de mejora del cuadro fiscal”. A eso le añadieron otro componente: habría, se rumoreó, una segunda agencia calificadora de riesgos de la deuda soberana que iría a rebajar la calificación de Brasil. Las versiones se intensificaron después de que el ministro de Hacienda Joaquim Levy recibió en su despacho a los representantes brasileños de la agencia Fitch. Fue el martes por la mañana y estuvo acompañado por el secretario del Tesoro y el de Política Económica.
      Los directivos de esa multinacional de las calificaciones, competencia en ese rubro de Standard and Poor´s, no quisieron hacer declaraciones. Tampoco las autoridades económicas: “Ahora, y hasta el fin de nuestro trabajo, el secreto será total”, declaró a los periodistas el tesorero nacional Paulo Moreira Marques.
      Entusiasmados con aquello de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, los analistas de los mercados recordaban que en abril último la calificadora Fitch mantuvo la nota de Brasil aunque le puso “sesgo” negativo. La razón que adujo en aquel momento esa empresa fue la del “continuo débil desempeño de la economía brasileña”.
      Visto hoy, el tal “desempeño” es mucho peor, con una contracción del producto bruto interno estimada ahora por el propio gobierno en 2,4 por ciento este año. Es casi rayano en el cinismo que Fitch haya mencionado como uno de los factores que llevan a pensar mal de Brasil “el deterioro fiscal y el aumento de la deuda pública con una presión sobre el perfil de crédito soberano del país”. Esa deuda tiene un componente esencial: el pago de los intereses de lo que ya se debía.
      A saber, y según indica el boletín de política fiscal del Banco Central brasileño, entre agosto de 2014 y julio de 2015 se gastaron nada menos de 452.000 millones de reales en ese concepto de intereses: al cambio de ayer, fuerte devaluación mediante, son nada menos que 113.000 millones de dólares.
      En el cálculo de algunos economistas, sería un ahorro reducir los intereses que gravan ese endeudamiento y que alcanzó a 14,25 por ciento. Bastaría bajar un punto para que el Estado ahorre 5.000 millones de dólares (al cambio actual). Es prácticamente la cifra que el gobierno de Dilma Rousseff pretende “ahorrar” con el recorte de los gastos sociales, inclusive de aquellos indispensables como el aguinaldo de los jubilados que permanece sin ser pago.


      Sobre la firma

      Eleonora Gosman

      Corresponsal en San Pablo egosman@clarin.com

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