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      Comenzó el juicio en Barcelona contra tres argentinos narcotraficantes

      Estaban acusados de transportar más de 900 kilos de cocaína en un avión privado. Pueden recibir una sentencia de trece años de cárcel y una multa.

      Redacción Clarín

      Tres argentinos acusados de transportar 944,5 kilográmos de cocaína de gran pureza (83%) a Barcelona en un avión privado, pueden recibir una sentencia de trece años de cárcel y una multa de de cien millones de euros.

       

      Carlos Broitman abogado de los hermanos informó que iba a pedir varios planeamientos de nulidad para probar la inocencia de sus clientes”. Estos alegan que recibieron un encargo de un personaje no identificado para transportar a Barcelona valiosas obras de arte

       

      Este es el pedido del fiscal, Daniel Benages en el juicio oral que comienza hoy contra Gustavo y Eduardo Julia y el copiloto Matias Miret y que finalizará mañana.

       

      La multa suma tres veces el valor de la droga que según el dictámen del fiscal es de una pureza de 83% que en el mercado hubiera alcanzado los 32,116.778 euros.

       

      El avión Bombardier llegó a Barcelona el 2 de enero de 2011 pilotado por Eduardo Julia (52 años), Matías Miret actuó como copiloto y el único pasajero fue Gustavo Julia (50) responsable de la empresa Medical Jet que fletó la aeronave.

       

      Cuando llegó el avión, el 2 de enero, y estacionó en una zona de aparcamientos de jet de mediano porte, fue inmediatamente rodeado por guardias civiles. Una comisión, acompañada de perros especializados en la detección de droga, subió inmediatamente el aparato.

       

      Los Guardias contaban con una orden de revisión del magistrado del juzgado de Instrucción de Prat del Llobregat. Se tardó muy poco en encontrar la droga. Cuando aparecieron los paquetes, señala una versión Matias Miret, grito enfurecido a Gustavo Juliá.: “¡Hijo de puta!. ¿En que me metiste?”. Miret, señala la versión, golpeo con sus puños a Julia y los Guardias debieron intervenir para separarlos.

       

      Según Miret, Gustavo Juliá dijo a los Guardias Civiles., “Yo me hago cargo de todo esto”.

       

      El fiscal preciso que  en días no determinados de diciembre (de 2010) “modificaron, ellos mismos u otras personas a sus órdenes, la estructura y configuración interna de la aeronave mediante la colocación de un sofá de tres plazas en el lugar donde originariamente había dos butacas y la instalación de un falso panel de circuitos en el lugar de un armario para abrigos, con los que lograron crear huecos disimulados donde ocultaron la cocaína".

       

      En su fundamento, el acusador público señala que los tres argentinos “cometieron "un delito contra la salud pública en su modalidad de sustancias que causan grave daño a la salud, con la circunstancia de extrema gravedad por el uso de una aeronave”.

       

      En la legislación penal español la introducción de más de cinco kilogramos de droga se pena con cinco años de cárcel más los agravantes.

       

      Añade el fiscal que “los procesados  en días no determinados de diciembre (de 2010) modificaron, ellos mismos u otras personas a sus órdenes, la estructura y configuración interna de la aeronave mediante la colocación de un sofá de tres plazas en el lugar donde originariamente había dos butacas y la instalación de un falso panel de circuitos en el lugar de un armario para abrigos, con los que lograron crear huecos disimulados donde ocultaron la cocaína".

       

      El fiscal sostiene que esas modificaciones se realizaron en el aeropuerto internacional de Ezeiza, Buenos Aires. Pero un magistrado argentino Alejandro Catania señala que estos trabajos para alojar la droga tuvieron lugar en el aeródromo de Morón entre el 6 de noviembre de 2010 y los últimos días de diciembre.

       

      El fiscal indica que los hermanos Julia realizaron viajes a Barcelona para comprobar los itinerarios y verificar los procesos de documentación, aduana, etc.

       

      En realidad, según confirmó el propio gobierno español, todos los movimientos de los hermanos Juliá estaban controlados lo que en la jerga de las fuerzas antidrogas se llama “operación programada”.

       

      Alfredo Pérez Rubalcaba, por entonces vicepresidente del gobierno, señaló que conocía la operación “porque evidentemente es muy importante. La policía me informó que se iba a hacer”. Rubalcaba sostuvo que no podía ampliar al información “porque la operación es secreta”.