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      Europa también teme los efectos de la guerra comercial entre EE.UU. y China

      El crecimiento de la Eurozona se detiene y las tensiones entre Washington y Beijing alimentan la amenaza de una recesión.

      Europa también teme los efectos de la guerra comercial entre EE.UU. y ChinaLa economía alemana está entre las que más sufren por la guerra comercial. /REUTERS

      Europa, con su economía comercialmente excedentaria, mira con temor la cada vez más enconada guerra comercial entre los gigantes Estados Unidos y China. Las tensiones comerciales afectan a la economía europea y especialmente a su gran motor, el alemán.

      La Eurozona exportó al mundo el año pasado bienes y servicios por valor de 2,27 billones de euros, el equivalente a dos veces la economía española. Su superávit comercial alcanzó ese año los 194.200 millones de euros. Así, las tensiones comerciales atacan duramente a la economía europea.

      Los últimos datos disponibles muestran cómo la Eurozona creció en el segundo trimestre sólo un 0,2% después del 0,4% del primer trimestre del año. Las instituciones europeas ven dos grandes frenos: las tensiones comerciales globales y la incertidumbre por un ‘Brexit’ que parece encaminarse a un salto al vacío ante la negativa de Bruselas a reabrir el acuerdo de salida y el nacionalismo populista del gobierno británico.

      Londres parece empeñado en saltar del buque europeo “cueste lo que cueste”, como dijo en varias ocasiones el histrión que los conservadores pusieron en el sillón noble del 10 de Downing Street. Donald Trump por su parte podría desatar una guerra comercial a todo trapo contra Europa a la vuelta de las vacaciones estivales, cuando podría aumentar los aranceles a la importación de autos europeos, un duro golpe para uno de los sectores industriales más importantes del viejo continente.


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      Europa respondería aplicando medidas de represalia comerciales como hizo en 2018. Los servicios de Comercio de la Comisión Europea ya tienen la lista de productos estadounidenses a los que se aplicarían aranceles. Jean-Baptiste Lemoyne, vice ministro francés de Comercio, explicaba la semana pasada a Clarín que “la Unión Europea no quiere este tipo de guerras, no está en el origen de ninguna y hará todo lo posible para evitarlas, pero quiere hacerse respetar”.

      Las economías europeas que más sufren la incertidumbre del Brexit y las tensiones comerciales son las que más dependen del sector exterior. Entre los grandes países de Europa en esa situación están sobre todo Alemania e Italia. Roma cerró el segundo trimestre con el PBI detenido en el 0,0%. El dato alemán se conocerá el 14 de septiembre pero todas las previsiones lo colocan al nivel del italiano o como mucho en la media europea de un crecimiento del 0,2%.

      Europa también teme que las tensiones comerciales deriven hacia una guerra de divisas, sobre todo después de la fuerte caída del yuan chino este lunes. Beijing miró sin mover un dedo como su moneda caía porque añade competitividad a sus exportaciones, pero los europeos se pueden ver sin armas en esa guerra porque en las normas del Banco Central Europeo no está la de jugar con el nivel del euro si no afecta a la estabilidad financiera del bloque.

      Trump acusó la semana pasada a los europeos de jugar con el nivel del euro. El presidente del Banco Central Europeo Mario Draghi, lacónico, le respondió que su entidad “no tiene objetivo de tipo de cambio”.


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      Europa sí puede –y todo indica que a partir de septiembre Draghi apuntará ahí sus cañones- actuar en los mercados para intentar activar una inflación que en su último dato mostró un crecimiento del 1,1% anual –lejos del objetivo del 2%-. Draghi podría cobrar más a los bancos por guardarles el dinero –y que así presten más- y estos podrían cobrar por cuidar depósitos bancarios, para que el ciudadano ahorre menos, gaste más, anime la demanda interna y con eso se consiga que la economía acelere y la inflación se anime.

      Draghi también podría bajar la tasa de referencia del Banco Central Europeo, que ya están en el 0%. Eso significaría entrar en un territorio que sólo conoce Japón y que a Tokio le ha dado resultados limitados: poner las tasas de interés en negativo. Medidas extraordinarias para tiempos extraordinarios. Lawrence Summers, secretario del Tesoro con Bill Clinton, explicaba en Twitter, después de la caída del yuan: “podríamos estar en el momento financiero más peligroso desde la crisis de 2008”.

      Bruselas, especial


      Sobre la firma

      Idafe Martín

      Colaborador de Clarín en Bruselas elmundo@clarin.com

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