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      Una segunda calificadora le bajó el grado de inversión a Brasil

      Es Fitch. Señaló que no se ve en el corto plazo una salida de la recesión. Standard & Poor’s ya le había bajado la nota.

      Una segunda calificadora le bajó el grado de inversión a Brasil CLAIMA20151216_0296 REUTERS Complicaciones. El gobierno de Dilma Rousseff no logra revertir la contracción de la economía. /REUTERS

      Por segunda vez en cuatro meses, una calificadora internacional de riesgo rebajó la calificación de Brasil. Este miércoles, Fitch decidió disminuir en un nivel el rating del país, que a partir de ahora pierde el sello de “buen pagador”. La primera en dar ese paso fue la Standard & Poor’s, que en septiembre procedió a colocar la deuda soberana del gigante sudamericano en la situación de “grado especulativo BB+” o “junk” (basura). Solo la Moody’s mantiene una nota más alta, aun cuando ya avisó que en cualquier momento podrá revisarla hacia abajo.
      Uno de los argumentos de Fitch apunta a las tormentas que proceden del ambiente político y que generan dificultades para implantar medidas que permitan corregir el déficit presupuestario de 2016. El miércoles, precisamente, hubo un nuevo hecho de disrupción: el procurador general Rodrigo Janot pidió a la Corte Suprema que aleje a Eduardo Cunha de su cargo de presidente de la Cámara de Diputados. Teme que la investigación sobre delitos que podría haber cometido el parlamentario se vea obstaculizado si éste continúa al frente de ese cuerpo legislativo.
      Para la agencia mundial Fitch, no hay datos alentadores que permitan vislumbrar una salida de la recesión en el corto plazo, lo que traerá pobres resultados fiscales y pondrá en duda la sostenibilidad del endeudamiento público. Dice, claramente, que el gobierno de Dilma Rousseff no tiene las herramientas necesarias para estabilizar el creciente peso de la deuda nacional. Remata con una conclusión: “El escenario de deterioro doméstico aumenta los desafíos de las autoridades para adoptar medidas de corrección en la política que recreen la confianza”.
      Para respaldar su pesimismo, la agencia refresca estadísticas recientes: “La economía se contrajo 1,7% en el tercer trimestre de 2015 respecto del segundo. Y cayó 4,5% en el último año”. Prevé, también, que el cuarto y último trimestre mostrará un decrecimiento anual de 3,7% y que en 2016 continuará la tendencia negativa con una baja de otros 2,5%. Indica, también, que “el ambiente externo sigue difícil para Brasil, con fuerte caída de los precios de las commodities, la desaceleración de China y el apriete en las condiciones financieras internacionales” derivadas del aumento de la tasa de interés que ayer decidió la Reserva Federal norteamericana.
      Pero Fitch sube otro escalón en los malos augurios al decir que puede haber nuevas rebajas en el futuro. Esto dependerá del “fracaso en la tentativa de contener el ritmo de aumento de la deuda pública y de la eventual erosión de las reservas internacionales”, punto fuerte de la economía brasileña. Entiende, también, que en la medida en que se prolongue la recesión habrá más inestabilidad social y política, que a su vez tendrán reflejos negativos sobre el endeudamiento público.
      En verdad, Fitch dice poco y nada sobre las políticas desplegadas por el ministro de Hacienda Joaquim Levy, un ex ejecutivo financiero, y su impacto sobre la rápida subida del costo del endeudamiento. Con una elevación sostenida de la tasa de referencia Selic (usada para los títulos públicos), el nivel de endeudamiento creció a 5% del PBI brasileño. Economistas como Ladislau Dowbor, de la Pontificia Universidad Católica de San Pablo, indicaron que este año se habrán pagado nada menos que 103.000 millones de dólares a los inversionistas (tenedores de los títulos públicos). Para el experto, eso representa una “esterilización significativa de la capacidad de inversión del gobierno federal en infraestructura y políticas sociales”. Con semejante ciclo, “se traba la demanda, se anula la capacidad de expansión de las empresas y se erosiona el poder de inversión del Estado. En estas condiciones, la economía se paraliza”.
      Frente a estas consecuencias, las alternativas propuestas por Levy no salen de la receta clásica. En el comentario del Ministerio, el funcionario puso el énfasis en el ajuste: “Tengo la convicción de que Brasil posee las condiciones para enfrentar los desequilibrios fiscales que derivan de la expansión del gasto fiscal de los últimos años”. Levy y su equipo supieron con un día de anticipación el golpe que estaba por propinar Fitch al gobierno de Rousseff. De hecho, el anuncio de la agencia se concretó en medio de fuertes rumores sobre la inminente salida del ministro. Es obvio que para el elenco de colaboradores de Dilma, la sentencia de la calificadora internacional no podría caer en peor momento, cuando el país cursa un proceso de juicio político en la Cámara de Diputados. Ayer, Levy sostuvo que para garantizar una salida en el mediano plazo se impone, de inmediato, un aumento de impuestos. “Tiene que ser un esfuerzo de todos los brasileños. No podemos iniciar 2016 sin votar cosas esenciales que van a permitir soportar el presupuesto”, afirmó.


      Sobre la firma

      Eleonora Gosman

      Corresponsal en San Pablo egosman@clarin.com

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