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      Jair Bolsonaro, el ex capitán del ejército que promete “salvar” a Brasil

      Con un discurso antisistema y de mano dura contra el crimen y la corrupción, el diputado conservador consiguió el apoyo de una mayoría de brasileños desencantados.

      Jair Bolsonaro, el ex capitán del ejército que promete "salvar" a BrasilGanador. El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, este domingo, cuando iba hacia su local de votación, en Río de Janeiro. /AFP
      Redacción Clarín

      Su segundo nombre es Messias y sus seguidores lo ven en efecto como un salvador para el Brasil sacudido por la depresión. Jair Bolsonaro, el futuro presidente del gigante sudamericano, es la versión brasileña del fenómeno del populismo de derecha global.

      Bolsonaro, de 63 años, fue durante casi tres décadas un diputado irrelevante en Brasil, pero con su apología de la mano dura este ex capitán del Ejército logró abrirse paso en una campaña marcada por la polarización, en un país que parece haber encontrado en su discurso de tintes racistas el consuelo a su descontento.


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      El 7 de octubre estuvo a punto de obtener la victoria en la primera vuelta con 46% de los votos, y logró la segunda mayor representación en la Cámara de Diputados.

      Apodado por muchos "el Donald Trump brasileño", este defensor de la familia tradicional, de Dios y de la  libre portación de armas ha impulsado su campaña por redes sociales, con un discurso antisistema en un país en profunda crisis política, económica y de seguridad.

      Nostálgico declarado del régimen militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, llegó a afirmar hace dos años que "el error de la dictadura fue torturar y no matar".


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      Y en el debate del proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff en abril de 2016, en la Cámara baja, Bolsonaro dedicó su voto a favor del "impeachment" al militar responsable de las torturas de las que fue víctima Rousseff durante la dictadura, como joven activista de izquierda.


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      Bolsonaro se hizo mucho más conocido por su retórica inflamada que por sus 27 años como diputado, en los que logró aprobar apenas dos proyectos. En su larga carrera política, ha pasado por nueve partidos distintos y muchas más controversias, siempre defendiendo posiciones radicales en los temas más diversos.

      A comienzos de septiembre estuvo al borde de la muerte cuando recibió una puñalada en el abdomen durante un acto político en Minas Gerais. El ataque lo llevó tres semanas al hospital, pero no lo apartó de internet y de la campaña en las redes sociales.


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      Fortalecido tras la arrasadora primera vuelta, mantuvo la estrategia y rechazó acudir a los debates con su rival, redoblando su ofensiva en las redes sociales, donde suma millones de seguidores.

      Nacido en 1955 en Campinas, cerca de San Pablo, en una familia de origen italiano, este antiguo paracaidista forjó su carrera principalmente en Río de Janeiro, donde fue elegido concejal en 1988 y obtuvo su primera banca como diputado federal dos años después.


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      Evangélico, tiene cinco hijos de dos matrimonios: cuatro varones -tres dedicados a la política- y una niña, que según dijo una vez significó "una debilidad" de sus capacidades.

      Aquella no fue su primera declaración misógina. En 2003, le dijo a una diputada izquierdista que lo acusaba de incentivar las violaciones que "no merecería ser violada". Luego explicó: "No merecería ser violada porque es muy mala, muy fea".


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      Cientos de miles de mujeres se manifestaron antes de la primera vuelta para gritar "Él no", pero eso no frenó su ascenso.

      Para sus más ardientes partidarios, es simplemente "el mito" y un "salvador".


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      En un país saturado por escándalos de corrupción y con altos índices de violencia y desempleo, su discurso "antisistema" encontró respaldo en diversas camadas sociales. se postuló por el hasta entonces pequeño Partido Social Liberal (PSL), al que adhirió este año.

      Venció además las reticencias de los mercados, anunciando que de ganar nombraría ministro de Hacienda al economista Paulo Guedes, partidario de las privatizaciones y de medidas de austeridad para sanear las cuentas públicas.


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      Su nombre no ha sido hasta ahora vinculado a ningún gran escándalo de corrupción. Para muchos detractores, porque como diputado de partidos pequeños no participó nunca en las grandes alianzas políticas tradicionales.

      Su último golpe maestro fue conquistar a la poderosa bancada del agronegocio en el Congreso y a líderes de iglesias evangélicas, que lo ven como la mejor alternativa para evitar el retorno de la izquierda.

      Fuente: agencias