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      El peregrinaje a La Meca deriva en una disputa entre Irán y Arabia Saudita

      La oración obligatoria para cada musulmán se inició ayer en el lugar. Por el rito, Teherán y Riad cruzaron acusaciones.

      Redacción Clarín

      Cerca de un millón y medio de musulmanes procedentes de diversas partes del mundo comenzaron ayer los ritos del peregrinaje a La Meca, en Arabia Saudita, que este año se da en medio de una gran disputa entre los shiítas de Irán y los sunnitas del reino saudí.

      El hajj, como se conoce esta peregrinación al sitio sagrado de La Meca, es una de las más grandes del mundo y comprende a todos los sectores del islam. Pero este año no participarán de ella los iraníes, ya que el gobierno teocrático de Irán –país con mayoría shiíta– les prohibió hacerlo en razón del conflicto que mantiene con Arabia Saudita.

      Como una salida alternativa a La Meca, multitud de fieles iraníes shiítas confluyeron ayer en la ciudad santa de Kerbala, en Irak. Se calcula que cerca de un millón viajaron al santuario del imán Hussein, uno de los lugares más santos del islam shiíta.

      Una vista general de la Kaaba, el centro sagrado de La Meca. (Reuters)Una vista general de la Kaaba, el centro sagrado de La Meca. (Reuters)

      El hajj es un rito obligatorio. Al menos, una vez en su vida cada musulmán debe rezar en La Meca, uno de los sitios sagrados del Islam. Según esa fe, los creyentes ingresan en un estado de purificación física y espiritual, mientras oran con las palmas de sus manos hacia arriba y caminan en círculo alrededor de la Kaaba, en La Meca, que tiene forma de cubo. Unos 64.000 iraníes participaron de ella en 2015. Pero casi cinco centenares de ellos murieron en la terrible estampida de ese año y que dejó en total 2.300 víctimas fatales. Irán, un viejo rival de Arabia Saudita en la región, denunció que la estampida humana se debió a la “incompetencia” de la monarquía saudí.

      Desde entonces se ha producido un cruce de acusaciones. El guía supremo iraní, el ayatolah Ali Jamenei, dijo que la familia real saudí era “maldita y maléfica”, a lo que el gran muftí saudí respondió diciendo que los iraníes “no son musulmanes”.

      El choque entre la monarquía saudí y el gobierno teocrático de Irán es mucho más abarcativo que el conflicto religioso de La Meca. Hay que tener en cuenta que son potencias regionales enemigas que se vienen enfrentando en distintos frentes. Uno de ellos es Siria, donde Arabia Saudita respalda a los rebeldes ultraislámicos opositores, mientras Irán sostiene al régimen de Bashar al Assad. Algo similar ocurre en Yemen.

      Los fieles se aglomeran alrededor de la Kaaba, en La Meca. (EFE)Los fieles se aglomeran alrededor de la Kaaba, en La Meca. (EFE)

      Pero la monarquía saudita no sólo recibió criticas de Irán por la tragedia de agosto del año pasado, la más mortal de la historia del hajj, sino también de otros países islámicos. Por eso implementó una serie de medidas de seguridad, como equipar a los fieles con pulseras identificatorias para casos de avalancha o pérdida de conciencia.

      Ayer, en el primer día de la peregrinación –denominado “Al Taruia”–, los fieles se reunieron en la zona de Mina, a 7 kilómetros al este de La Meca, donde se levantaron más de 180.000 enormes carpas, con capacidad para alojar a más de un millón y medio de fieles.

      Los peregrinos, vestidos con ropas sencillas de color blanco sin costuras, dedicaron esa jornada a rezar, leer y recitar el Corán, o a discutir asuntos religiosos. Hoy, desde temprano, comienzan a dirigirse al monte Arafat (o montaña de la misericordia) a unos 20 kilómetros al este de Mina, donde tiene lugar el rito más destacado del hajj.

      Los fieles llevan consigo todo lo necesario para subir y permanecer en el monte Arafat, donde la tradición musulmana relata que el profeta Mahoma pronunció su último sermón hace catorce siglos.

      Mañana, tras la puesta del sol, se dirigirán a la localidad de Muzdalifa, donde pasarán la noche y recogerán pequeñas piedras con las que lapidarán las tres columnas que simbolizan las tentaciones del diablo, ritual que arranca en el primer día del “Aid al Adha” o Fiesta del Sacrificio, y se prolonga durante cuatro jornadas.