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      La represión en Nicaragua y el espejo inevitable con el dictador Anastasio Somoza

      El presidente Daniel Ortega, que líderó en 1979 la revolución contra el déspota centroamericano, emplea ahora métodos que combatió entonces. Con más de 300 muertos, la violencia no cede en el país. 

      La represión en Nicaragua y el espejo inevitable con el dictador Anastasio SomozaReclamos.Miembros de la oposición en Nicaragua manifiestan en una marcha llamada "Masaya florecera" (AFP).
      Redacción Clarín
      22/07/2018 17:07

      No son tiempos fáciles para los que vivieron y crecieron bajo la revolución sandinista en Nicaragua. A las deplorables condiciones sociales que atravesaban las mayorías del país, antes de que la guerrilla tomara el poder en Managua, en 1979, le sigue ahora un presente negro, de una violencia brutal, con represiones a la población que fueron una razón de aquel levantamiento histórico. La situación es tan contrastante que muchos comienzan ahora a comparar los métodos del gobierno de Daniel Ortega con los empleados por el viejo verdugo, el dictador Anastasio Somoza.

      “En el barrio Memorial Sandino, las calles eran de tierra. En verano era puro polvo y en invierno un lodazal, nuestro gobierno revolucionario ha mejorado la situación, hasta semáforos puso para que vivamos mejor”, afirma, convencida, Juana Izaguirre.

      “Soy sandinista de convicción desde chavala”, el gobierno ha hecho buenos proyectos para la gente y “lo he vivido en mi persona”, asegura a la AFP, detallando que a sus 47 años ha estudiado computación y obtuvo un diploma de liderazgo.

      A la calle. Una escena de una manifestación de la oposición en Masaya (AFP).A la calle. Una escena de una manifestación de la oposición en Masaya (AFP).

      Izaguirre, una promotora social de baja estatura y piel morena, retrata a un segmento de la población de Nicaragua que sigue fiel al Frente Sandinista y al presidente Daniel Ortega, quien el 19 de julio de 1979 emergió como el líder de una insurrección popular que depuso a Somoza.

      Pero ahora, 39 años más tarde, Ortega encadena un nuevo ciclo de 11 años en el gobierno, en medio de una oleada de protestas reprimidas con violencia desde hace tres meses por fuerzas progubernamentales, con saldo de más de 300 muertos. Es esto lo que le ha valido comparaciones con el régimen de Somoza en crecientes capas de la población.

      Rechazo. Los reclamos contra el presidente Ortega siguen creciendo en Nicaragua (AFP).Rechazo. Los reclamos contra el presidente Ortega siguen creciendo en Nicaragua (AFP).

      Ortega retornó al poder en 2007 aupado por una generosa ayuda venezolana estimada en unos 500 millones de dólares anuales, con los cuales impulsó planes sociales de viviendas, calles, electrificación, subsidios al pasaje de autobús y engrosó la planilla estatal. Esa ayuda se secó con la demoledora crisis de Venezuela.

      Ortega, un exguerrillero de 72 años, enfrenta una profunda crisis política que detonó el 18 de abril por una fallida reforma al sistema de pensiones que, tras la muerte de manifestantes por la represión gubernamental, derivó en la demanda de su salida anticipada del poder. Un poder que la oposición critica ahora por su nepotismo -la esposa de Ortega, Rosario Murillo, es la vicepresidente- y por una corrupción que crece día a día.

      Muerte. Un grupo de opositores participan en el entierro del joven Erick Jiménez López en Masaya, muerto en una marcha (EFE).Muerte. Un grupo de opositores participan en el entierro del joven Erick Jiménez López en Masaya, muerto en una marcha (EFE).

      La violenta represión a las protestas ha dejado, además de los muertos, casi 2.000 heridos y condenas de numerosos países que piden un cese de la represión. Pero Ortega aún tiene un 30% de respaldo, según un sondeo de mayo de la firma Cid Gallup. Cristina Osejo, de 54 años, dueña de una coctelería en el puerto Salvador Allende de Managua, una de las joyas de turismo construidas por el gobierno sandinista, forma parte de ese respaldo.

      “Si el pueblo puso al presidente, el pueblo tiene que quitarlo, pero no de esa manera, matando a toda la gente”, dijo, criticando a las protestas.


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      La polarización que vive el país impactó al sandinismo que ha visto la destrucción de sus símbolos, como la quema de su bandera roja y negra en plazas públicas o el derribo de los “árboles de la vida”, estructuras de metal en forma de árbol que simbolizan el poder de la vicepresidenta Murillo, su gestora. Ciudades como Masaya, León, Estelí, Matagalpa y los barrios orientales de Managua, otrora bastiones de la lucha contra la dictadura de Somoza, se han volcado ampliamente contra Ortega.

      El mandatario, que califica las protestas como un intento de golpe de Estado, lanzó a inicios de julio una ofensiva para “liberar a las ciudades” de los tranques (bloqueos), que llegaron a cubrir el 70% de las vías en el país. “Vamos avanzando en la liberación de nuestro territorio (...) estamos asumiendo como gobierno la reconstrucción de la paz que nos quisieron arrebatar, es un enorme reto, un desafío y tenemos la confianza que vamos a lograrlo”, ha dicho Murillo.

      La ayuda venezolana y un acuerdo con el gran capital permitieron a Ortega gobernar hasta ahora sin tropiezos, con programas sociales que le dieron respaldo popular. Sus adversarios le critican por la violencia y la represión a la disidencia, pero para seguidores como Izaguirre, esos son “inventos” de la derecha. Ella defiende sin titubeos “nuestro gobierno”.

      Pequeños y grandes negocios han cerrado sus puertas afectados por la crisis y el gobierno modificó su proyección de crecimiento económico para este año de 4,9% a 1%.

      Aunque analistas independientes estiman que, de prolongarse la crisis, la economía se contraerá hasta 5,4% y más de 200.000 empleos se habrán perdido. “Los pobres somos los que sufrimos”, aclara Osejo. Y ella sabe de lo que habla.

      Fuente: AFP, DPA y Clarín


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